El regreso del Mojo Workin’, previsto para los próximos días 8 y 9 de marzo de 2024, ha disparado la fiebre de lo que fue el soul de los años 60. Según sus organizadores, en estas primeras semanas de venta, de los 300 abonos (a 52 euros) ya se han despachado «más de 130», lo que supone cerca de la mitad del total. Las entradas de día, por su parte, cuestan 30 euros. Por primera vez en mucho tiempo, el festival donostiarra no va a rescatar a viejas leyendas para que desempolven sus trajes y vestidos de superhéroes de la música negra. Desvelado el cartel y los DJ de la siguiente edición en las redes sociales, el esplendor de la década de 1960 viaja al presente con cuatro bandas actuales de claro regusto vintage: Guadalupe Plata, los holandeses The Tibbs y dos representantes catalanes, Flamingo Tours y Rambalaya.
La fórmula elegida por la asociación Gure Gauza, organizadores del certamen, recuerda a los humildes inicios en la sala Mogambo de Trintxerpe. Más adelante el Mojo creció y se asentó durante años en la sala Gasteszena de Egia recuperando para la causa los nombres de históricos cantantes y artistas de r&b, reggae, soul, ska y otras músicas afines. Era milagroso de contemplar. Aquellos veteranos intérpretes volvían a ser estrellas por una noche. Como antes, como en una vida anterior de hace 40 ó 50 años. Hubo conciertos apoteósicos, casi todos emocionantes, y a partir de entonces se sucedieron los éxitos en el Mojo Workin’. Un año tras otro se vendían todas las entradas. La pandemia arruinó los planes del festival y se suspendió la edición de 2020 con un dramático photo finish. Su continuidad quedó en el aire. Hasta este verano, cuando se anunció su vuelta por sorpresa.
Cinco años después resurge “con un nuevo formato y la misma esencia” sin abandonar el barrio de Egia en la sala Dabadaba. El del Mojo es un feliz regreso para los melómanos en San Sebastián, en un momento especialmente delicado para la música en directo tras el anuncio del cierre del mítico club de jazz Altxerri. Como dicen sus organizadores, con Arkaitz Kortabitarte Punko a la cabeza en las tareas de director, tras el parón forzoso llega el reebot, un reinicio. El programa del Mojo se completa con una amplia nómina de pinchadiscos o allnighters, 8 en total, que pondrán a bailar al público del Dabadaba. Como es habitual en este tipo de eventos de espíritu mod y sixties, solo se pinchará con singles de vinilo. Temazos y rompepistas a la antigua usanza.
Normalmente, los festivales anuncian sus grupos a cuentagotas y en vuestro caso habéis roto esta regla saliendo con todo. ¿Buscabais un golpe de efecto o, sin más, así es como ha salido el anuncio del regreso del Mojo Workin’?
Nos gusta poner a la venta las entradas cuando ya tenemos el cartel listo al 100%. Entendemos que es super importante, vital diría, que la gente sepa qué va a ver. Este año teníamos a mogollón de gente preguntándonos cada pocos días a ver cuándo salían las entradas a la venta, para lanzarse de cabeza y no arriesgarse a quedarse sin ellas. Por esa gente tan fiel ha sido por la que, en cuanto hemos tenido el cartel cerrado, hemos anunciado y puesto entradas y abonos a la venta.
A primera vista lo que llama la atención es que, como en las primeras ediciones, los cuatro grupos son actuales. ¿Por qué se ha prescindido de la fórmula de rescatar a viejas leyendas del soul? ¿No entraba en tus planes?
Es mucho más simple: estamos haciendo justo lo que nos apetece hacer en estos momentos. Sin vivirlo por dentro, no se puede saber la inmensa cantidad de trabajo y riesgo que era organizar lo que veníamos haciendo en las últimas ediciones del Mojo. Para Gure Gauza esto es una celebración, una fiesta musical alrededor de los sonidos que más nos gustan y con cuatro bandas que nos encantan. Lo que vivimos durante tantos años con las leyendas fue tremendamente bonito y, ahora, para pasarlo bien con la música que nos gusta, tocan otras fórmulas que nos apetecen mucho más por mil razones.
En el mundillo soul y de los festivales 60s los DJ son una pata fundamental: ponen a la gente a bailar y pinchan con singles. Es algo precioso y muy romántico y que también le da sentido a un evento como el Mojo, ¿no?
El Mojo se formó en torno al amor por la música, pero también al coleccionismo de discos, que son dos cosas que tienen que ver pero que no son lo mismo. Por eso, jamás entenderíamos hacer un Mojo sin que los Dj y coleccionistas que nos gustan vengan a pasear sus joyitas para poner a bailar al personal.
¿Cuál ha sido la reacción del público habitual del Mojo al ver que la cosa va en serio? ¿Se han empezado a vender las entradas o normalmente la gente espera hasta el final?
Pues curiosamente en la primera semana se han vendido ya más de 100 bonos. Es algo que nunca había pasado en un período de tiempo tan corto. Así que no podemos pedir nada más a la reacción del público. Esperamos que todas y todos los que se pasen lo disfruten tanto como quienes andamos organizando.
Va a ser un poco como en los viejos tiempos de Mogambo: un evento más pequeño y manejable, para unos pocos cientos de devotos.
De ahí lo de reboot o lo de Mojo Workin’ redux, que en latín es algo así como “traer algo de vuelta”.
Las bandas de esta edición son 100% Mojo Workin’.
Con estas cuatro bandas tocamos cuatro palos fuertes de la música negra que más nos gusta: el blues (Guadalupe Plata), el soul (The Tibbs), el r&b más clásico (Rambalaya) y el rock and roll (Flamingo Tours)… Nos ha salido casi sin querer y nos falta algo de reggae o bugalú para tachar de la lista todos nuestros géneros fetiche, pero de ello se encargarán los Dj de después de los conciertos.
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