La Red Ciudadana de Acogida de Donostia sabe que tras la crisis sanitaria del coronavirus llegará una época con mucho trabajo y ya está experimentando los primeros embates: «El confinamiento ha provocado que familias completas se queden sin empleos que ya de por sí eran precarios», explicó para DonostiTik Peio Aierbe. En este ambiente de emergencia Aierbe lanza un mensaje a las instituciones: «Es absurdo que para ser atendidos a quienes lo necesitan se les exijan requisitos como estar empadronados».
Para llegar hasta donde las instituciones no llegan sigue operando la Red Ciudadana de Acogida de Donostia. El colectivo insiste desde el inicio de esta crisis en que «hay personas sin recursos que no son atendidas por las instituciones» y suma otra queja: «Hay ayudas que se aprueban, por ejemplo por parte del Gobierno vasco, pero no está claro cómo se concretan».
A día de hoy y de la mano de particulares y asociaciones esta red atiende a un centenar de personas aproximadamente, «en situación de calle», y a una quincena de familias cuya economía pende de un hilo «y ya no puede ni pagar el alquiler en algunos casos».
El Servicio Municipal de Urgencias Sociales (SMUS) cuenta con un listado de todas estas personas tal y como les consta en la red, que mantiene contacto con las instituciones que se encargan de la atención de los más desfavorecidos. Mantienen ese contacto pero no comparten sus métodos. Básicamente «porque para terminar con esta situación, y mucho más ahora con esta crisis, se necesitaría una intervención con muchos más medios«.
La apertura del frontón Atano para la atención de personas sin hogar no convenció nada a los miembros de la red, que abogan por recurrir a los albergues, donde la atención es mucho mejor y «hay pequeños detalles importantes para la dignidad como contar con unas simples taquillas para dejar las cosas».
En este contexto recuerda Aierbe que también ha habido personas que han estado semanas sin poder darse una ducha porque acostumbran a hacerlo con bonos y en determinadas instalaciones ahora están cerradas.
La red, en fin, pone esos parches cuando se dan situaciones complicadas. El perfil con el que más se encuentra es el de varones inmigrantes, jóvenes, que duermen en edificios abandonados o fábricas y que generalmente quedan fuera de las actuaciones institucionales pese a que haya colaboraciones puntuales. «El SMUS ha solido llevarles comida», comentó Aierbe ilustrando esta colaboración.
La Red Ciudadana de Acogida, en fin, toma nota de la situación y se resiste a calcular aún cuánta más gente lo va a pasar mal una vez termine el núcleo duro de esta crisis que ahora afrontamos.
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