«Si hay alguien acostumbrado a pelear es Opus Lirica«, dice la soprano Ainhoa Garmendia con tanta convicción como motivos. El grupo donostiarra da las puntadas para el Réquiem de Mozart los días 1 y 2 de mayo en el Kursaal. El espectáculo incluirá escenografía y será un homenaje a las víctimas de la Covid-19. Las restricciones provocaron que hasta hace poco no tuvieran lugar de ensayo y ahora ese asunto está resuelto gracias a Summa Aldapeta, pero los avatares que de por sí sortea el mundo de la cultura son, en plena pandemia, un concurso de obstáculos.
En esta ocasión proponen un Réquiem de Mozart como banda sonora de la actualidad. Y con escenografía, además. ¿Cómo surgió el proyecto?
Es una apuesta potente por el momento que vivimos. Nos ha tocado enfrentarnos a esta situación con miles de muertos y queremos que sea un verdadero homenaje a las víctimas del Covid-19. Además con las restricciones no podemos plantearnos encarar una ópera larga y hemos visto que otras compañías han optado por meter tijera a algunas obras. ¿Y de dónde quitas?, para nosotros no es esa opción.
La escenografía es un plus. La música ya es maravillosa y conocida y queremos embellecer el espectáculo. Cuantas más vueltas le damos más nos gusta lo que tenemos entre manos. La escenografía va a ser rompedora e incluirá diversas artes. Habrá proyecciones, por ejemplo, aunque lo más llamativo es la actuación de un grupo de danza ‘krump’ que combinada con Mozart promete mucho. Me recuerda un poco a cuando introducimos a un dantzari en la Traviata. Hay que innovar.
¿Qué supone para usted el Réquiem de Mozart como solista?, ¿qué historia le une a la obra?
Lo he cantado muchísimo junto al de Verdi y el de Brahms. Como hay escenografía es la primera vez que lo voy a cantar de memoria, que no es habitual, y estoy en ello. Es música del más allá, no es de esta tierra. Impresionante. Hay momentos que te elevan. Que pese a las veces que lo he escuchado me pone los pelos de punta. El ‘Lacrimosa’ y el ‘Dies Irae’ me gustan muchísimo.
Entre la música y el espectáculo el público vivirá grandes momentos. Son tiempos muy complicados pero el público necesita salir. Ojalá propuestas así sean una botella de oxígeno.
Por la pandemia tuvieron que abandonar Zorroaga, que era su lugar habitual de ensayos, y después retrasar el concierto que estaba previsto en el Kursaal originalmente para febrero. ¿Probablemente será la actuación con más avatares que ha sorteado Opus Lirica?, ¿cómo ha surgido Summa Aldapeta como lugar de ensayos?, ¿pidieron permiso en Tabakalera y no lo consiguieron?
Hasta hace no teníamos sitio para ensayar y hemos estado muy nerviosos. Hay que agradecer mucho en este punto la colaboración de Summa Aldapeta. Llamé a Ignacio Maestre, que fue compañero cuando estaba en el Orfeón Donostiarra, y por su mediación ha podido ser.
Hay infraestructuras culturales en Donostia, pero son poco accesibles para las compañías. Se nos podría dar alguna facilidad. Efectivamente lo intentamos en Tabakalera y no pudimos.
Nos gustaría volver a Zorroaga, estamos allí desde 2015, tenemos muchos amigos y ahora no podemos ni ir de visita.
Todo está siendo muy complejo. Pero si alguien está acostumbrado a pelear es Opus Lirica. Con este equipo vas al fin del mundo.
Esta vez el coro se nutre de personas contratadas una a una. ¿Cómo ha sido la selección?, ¿por qué el cambio?
Sí, efectivamente. Alain Ayerdi es el nuevo director del coro, que se ha encargado de la selección. Ayerdi es la nueva incorporación de Opus Lirica y es una suerte contar con él. Será un coro profesional, todos están contratados. Es otro requerimiento de la pandemia. Cuando pase la crisis ya veremos.
Usted coincide con tantos otros en que el sector cultural está muy abandonado en esta pandemia. ¿Cómo saldrá el sector de la crisis sanitaria y cómo saldrá Opus Lirica?
Está más que abandonado. La prueba es que se ha creado un nuevo sindicato de artistas músicos y nos hemos empezado a reunir. Los músicos autónomos no tienen trabajo ni ayudas y esto no puede ser. Hay otros sectores a los que inyectan dinero.
En Alemania no están organizando espectáculos pero hay ayudas de verdad y la gente puede seguir haciendo su vida. Aquí organizamos espectáculos pero sin ganar dinero porque las restricciones son tremendas y lo impiden.
Se olvidan de que la cultura paga muchos impuestos y revierte en el Estado. Y se olvidan siempre de que es un bien de primera necesidad. Sin cultura, un país, ¿qué país es?
Opus Lirica saldrá adelante acias a un equipo maravilloso que cree en el proyecto, es muy profesional y merece la pena. Esperemos que el año que viene nos dejen trabajar en condiciones y mantengan la subvención que teníamos. Quizá intentemos abrir caminos con el Estado. Son años de trabajar muy duro. Las compañías más pequeñas serán las que más sufran.
La colaboración con Pablo Ramos y Carlos Crooke como directores de escena es ya muy sólida. ¿Cómo es ese trabajo en equipo?
Muy fácil. Trabajar con Ramos y Crooke es sencillo porque nos entendemos sin palabras. Son los dos increíbles como personas, no solo como profesionales. Generan mucha armonía en el trabajo y ponen toda la creatividad al servicio del proyecto. Y realmente es mucha.
¿2021 dejará espacio para más propuestas de Opus Lirica o ya está pensando en programación para 2022 después de este año tan convulso?
No creo que este año haya más. Que acabe ya, realmente. Pero estamos pensando en 2022 y en nuestra siguiente ópera. De hecho estamos barajando títulos. Y espero que pronto podamos anunciar una nueva colaboración con una institución en Donostia.
Entradas para el Réquiem de Mozart (1 y 2 de mayo) y para la función familiar, aquí.
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