(EFE). Hernani tuvo durante años la ermita de su patrona atrapada en el perímetro de una fábrica. La curiosa historia de la virgen de Zikuñaga ha quedado recogida en el documental ‘Erreplika’, en el que las sorpresas emergen como en un juego de muñecas rusas y conexiones familiares.
Su director, Pello Gutiérrez, hace de lo sucedido con esta virgen negra, una talla del siglo XIII que fue robada de su hornacina en 1979, una metáfora de la ausencia, del vacío que dejan los que se van, como su padre, el director de documentales Juanmi Gutiérrez, fallecido en 2019.
El filme, presentado en la sección Zinemira del Festival de San Sebastián, parte de una filmación de 1978 sobre la trainera del club de remo de Hernani que iba a ser bendecida por la virgen y que quedó incompleta porque la cinta de súper 8 fue confiscada por una pareja de la Guardia Civil que se sintió observada por la cámara.
Revisando el material de su padre, Gutiérrez descubrió que la parte que no había podido ser grabada estaba montada con película en negro y con una voz en off que narraba lo ocurrido con los agentes del Instituto armado para dejar constancia de esa mutilación.
En principio se lo tomó como una anécdota, pero al comenzar a indagar se topó con la historia de la desaparición de la virgen, de la ermita en terrenos de la papelera Zikuñaga, una factoría que fue creciendo en tamaño y que había fundado y dirigido su abuelo materno.
«Fueron una serie de coincidencias un poco cósmicas. Me dije que ahí podía haber una película sobre huecos, el colectivo que dejó la virgen, y el mío personal por la falta de mi padre», explica el director a EFE.
Junto a sus compañeros de la productora Zazpi T’erdi , David Aguilar Iñigo e Iñaki Sagastume, comenzó a esbozar el guion y la estructura de la película hasta que vieron que podía tener interés para el público.
El puzzle que diseñaron los tres tenía inicialmente «una forma más de thriller», hasta que decidieron equilibrar el suspense con el ensayo fílmico, «con el tono más personal y más íntimo».
«Es una película que busca una poesía, una manera de contar las cosas sin contarlas pero al mismo tiempo jugando a lo detectivesco. Una de nuestras mayores preocupaciones era cómo unir esos tonos. Es lo que más trabajo nos ha dado«, asegura.
Este es un relato con un final ya conocido, al menos para los vecinos de Hernani que tras quedarse sin virgen y sin ermita, porque esta última fue demolida, tienen ya réplicas de ambas. Pero antes, el espectador tiene ante sí un puzzle del que debe ir uniendo sus piezas.
Para Gutiérrez, que inicia ahora con ‘Erreplika’ el circuito de festivales, es también «el fin de un ciclo».
«Cuando mi padre murió se le hicieron un sinfín de homenajes. Fue un proceso de duelo muy largo y muy muy doloroso. Hizo tantos documentales sobre temas tan diferentes, desde los afectados por el amianto hasta pueblos abandonados de Huesca, que durante casi un año fui a homenajes con proyecciones de sus películas. Y luego vino este documental», señala el director, que ha cerrado ya las cajas donde guarda el legado fílmico de su padre.
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