(EFE). «Me encontré a una chica destrozada, con la cara destrozada, descalza, hundida». Con estas palabras ha descrito el jefe de la joven violada el 13 de julio en 2019 en Beasain la situación en la que halló a la víctima cuando acudió a su domicilio para auxiliarla junto a otros compañeros de trabajo.
La víctima, que trabajaba en un obrador de panadería, no se había presentado aquella madrugada a su puesto de trabajo, donde fichaba a diario entre las 2.30 y las 3.00 horas y al que no había faltado «nunca», lo que resultó extraño a sus compañeros, varios de los cuales han declarado este martes en la segunda sesión del juicio que se sigue desde el lunes en la Sección Tercera de la Audiencia de Gipuzkoa.
Sobre las 3.15 horas, extrañados por la demora, uno de los trabajadores comenzó a llamar insistentemente a la chica, quien tardó en cogerle el móvil. Para entonces, la joven ya había sido víctima de una brutal violación tras ser abordada en el rellano de su piso por un desconocido que le colocó un trapo impregnado de cloroformo en la cara y, tras introducirla sin conocimiento de nuevo en la vivienda, la agredió sexualmente.
La perjudicada recordó ayer cómo recobró el sentido al escuchar aquella llamada, pero cómo estaba aturdida y tenía la cara «hinchada», el compañero que estaba al otro lado de la línea no entendió sus peticiones de ayuda, si bien después se puso al teléfono otra compañera, al igual que ella de nacionalidad rumana, a la que contó lo sucedido en su propio idioma.
Los trabajadores avisaron entonces al jefe del negocio y los tres se desplazaron al domicilio de la joven donde, según ha relatado en la vista de hoy el jefe de todos ellos, se encontraron a una chica «destrozada», sentada en el pasillo, «descalza» y con la cara también «destrozada» (por las quemaduras del cloroformo), quien les explicó que había sido violada con respuestas muy «cortitas» porque aún estaba «aturdida».
En el piso había restos de sangre, unas zapatillas y otros objetos tirados, ha rememorado este hombre, quien ha aclarado que tras la agresión la joven no se ha recuperado y no ha podido reintegrarse al trabajo «porque no está bien». «Era una chica de mucho carácter» y ahora vive «asustada», ha resumido.
La compañera de nacionalidad rumana que habló por teléfono con la víctima y que luego también acudió al domicilio ha comentado, en un incorrecto español, que cuando llegó a la vivienda su amiga estaba llorando en el suelo, mientras se preguntaba «por qué» le había sucedido aquello, aunque no hablaba «claro», se le veía «indispuesta» y había vomitado «mucho».
«Había sangre, estaba destrozada, lloraba y tenía la cara muy mal», ha descrito esta mujer, quien ha precisado que seguidamente llamaron a la Ertzaintza que acudió en tan sólo «cinco o diez minutos» y «se hizo cargo de todo».
En otro momento del juicio han testificado varios vecinos de la víctima (que aquellos días se encontraba sola en su piso porque sus hermanos se hallaban de vacaciones en Rumanía), varios de los cuales escucharon ruidos aquella madrugada en la escalera del portal, si bien no llegaron a pensar lo que estaba sucediendo.
Una de estas vecinas ha recordado que aquel día había una celebración local en Beasain y que escuchó un grito de mujer, pero pensó que se trataría de alguien que estaría «de cena», aunque una media hora más tarde también oyó al alguien bajar las escaleras, no sabe si una o dos personas, y cerrar de golpe la puerta del portal.
Otro de los vecinos ha precisado que sobre las 2.30 horas le despertó un «fuerte ruido» que no sabía de donde venía y que le dio un «susto fuerte», tras lo que escuchó «llorar» pero pensó que se trataba de los niños de una familia y volvió a dormirse junto al resto de su familia, aunque unas dos horas después volvieron a despertarse cuando llegaron al portal varias personas y la Ertzaintza.
Está previsto que el juicio, en el que el acusado, que se encuentra procesado por otros cinco presuntos delitos de índole sexual cometidos en otros puntos de Gipuzkoa, continúe mañana con la declaración de varios peritos y agentes de la Ertzaintza.
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