La idea que Jimmy y Edgar tenían en mente pasaba por alquilar bicicletas y volcarse en el mercado turístico. El Covid echó por tierra sus planes iniciales: con el turismo en barbecho, venden principalmente bicicletas eléctricas a clientes locales. Abrieron el local hace unos seis meses y les va muy bien. “Nos han recibido con los brazos abiertos. Hemos hecho amigos, se ha corrido la voz… La gente está contenta con el servicio. Nos encantan las bicicletas, nos encanta hablar de bicicletas y poder ganarnos la vida con esto es genial”, coinciden estos treintañeros en la tienda Basque Country Bike de la calle Zabaleta, en Gros.
BH es aquí la marca estrella. Según Edgar, “tiene la batería más potente del mercado, con lo que pasas más tiempo pedaleando y te genera más diversión”. Se puede adquirir una bici eléctrica a partir de unos 4.000 euros con el plus de haberla probado antes durante medio día. “Y, si te la llevas, te descontamos el precio que se había abonado en el alquiler”, aseguran. Ninguno de los dos conocía especialmente las BH, pero han terminado sucumbiendo a una marca muy apegada a esta tierra y con personalidad propia. “Su forma es peculiar y poco convencional, pero está muy bien pensada. Se buscó la mejor forma de ubicar el peso. Yo mismo me he comprado una”, desvela Edgar. “En una semana llega la mía”, añade Jimmy.
San Sebastián vive un boom de bicicletas. En pleno invierno, cuando las condiciones no son las más adecuadas para su práctica. Otro salto más desde que en los años 80 se empezaran a construir los primeros bidegorris de la ciudad. El fenómeno se debe, en parte, al nuevo sistema municipal de alquiler DBizi, que el pasado mes de diciembre puso en marcha 46 estaciones ubicadas en distintas zonas de la ciudad y un total de 437 bicicletas. Pero no solo. Las tiendas consultadas aseguran que el año pasado trabajaron a destajo, vendiendo bicis nuevas o arreglando aquellas que la gente tenía acumulando polvo “en los trasteros y garajes de casa”.
El confinamiento de la pasada primavera y los riesgos que habitualmente se asocian a la pandemia (el contacto estrecho, los interiores, las superficies) han impulsado sus negocios. “La bici es libertad”, sentencia José Luis Miner, de la histórica tienda de Gros. “El trabajo en el taller ha sido una locura, hemos tenido muchas citas de espera”, apunta Marian González, de la Federación Vasca de Ciclismo, que en 2016 abrió Oh My Bike! en la plaza Teresa de Calcuta de Egia. En ambos casos el diagnóstico es muy parecido: el “miedo” a viajar en transporte público ha cambiado la mentalidad de la ciudadanía y la bicicleta se ha convertido en un aliado frente al virus. “La gente se ha dado cuenta de que puede ir al trabajo en bici perfectamente”, afirma González. La especialidad en el local de Egia son las bicis plegables Littium. “Una maravilla. Las puedes meter en cualquier sitio, te las puedes llevar en el transporte público… Donde quieras. Tenemos clientes que van a Bilbao en autobús con la bici plegada y luego la utilizan por la ciudad”.
La fisonomía donostiarra, al menos en las zonas cercanas al mar, también ayuda. Según datos del propio Ayuntamiento facilitados a DONOSTITIK, San Sebastián cuenta actualmente con 60.000 metros de “superficie transitable” entre carriles bici, aceras bici o zonas de coexistencia peatonal. Los primeros bidegorris datan de 1985. En los últimos cuatro años, entre 2016 y 2020, se han sumado más de 7.000 metros al trazado ciclista. El reto se vuelve cada vez complejo: el futuro pasa por ampliar las conexiones de los barrios bajos con los barrios altos como Aiete, Trintxerpe, Altza…
Mientras suena una canción de Morrissey, José Luis Lis Miner pega un repaso a la casi centenaria relación de su familia con las bicicletas. Hay un hito. Una machada que no se puede pasar por alto. Las primeras 600 unidades de la gama Motoretta se montaron en la tienda a finales de los años 70. Luego vino la compra de la empresa eibartarra GAC, la de la Mobylette, la fiebre del bicicross, etc. “Fue un éxito. Cualquier chaval donostiarra de los 80 quería una, era la primera bici con la que podías hacer un poco el cabra”, rememora.
En 2013 la tienda Miner, ubicada en una esquina de la calle Ronda de Gros, se transformó de arriba abajo. Apostó por combinar la moda con bicicletas urbanas. En esta nueva etapa -van por la tercera generación- prima la atención por los pequeños detalles. La finura. “No solo tiene que ser un medio deportivo sino que tratamos de que encaje con el estilo de la persona; normalmente ofrecemos una bici de paseo, de barra baja, con una posición muy erguida y cómoda”, explica Lis. El ejemplo perfecto de estos atributos estéticos es la marca Tokyo Bike. “Es minimalista y ligera. Por aquí no se ve mucho. Es preciosa. La subes al salón y te viste la casa”, remata.
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