La Asociación de Profesionales, Empresarias y Directivas de Gipuzkoa (Aspegi) nació en 1998 por el empeño de seis mujeres, y a día de hoy cuenta con 600 socias y con el mismo objetivo del comienzo: contribuir a la igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito económico-laboral y social. Desde hace doce años, Aspegi gestiona el programa Emekin de la Diputación, dirigido a emprendedoras, y esta actividad se ha concretado en la creación de 1.067 empresas y más de 1.400 empleos. Pese a todo, la presidenta Nerea Ibáñez reconoce que queda mucho trabajo por hacer.
Después de haber visto nacer tantas iniciativas habrá visto también caer unas cuantas. Imagino que es ‘doloroso’ apadrinar un proyecto y ver que no arranca.
El índice de mujeres que tras iniciar el proceso crean una empresa se sitúa en más del 60% y la pervivencia de los proyectos creados es del 80%. Son indicadores muy altos que nos hacen sentirnos muy orgullosas de los resultados del Programa Emekin. De hecho lo habitual en emprendimiento es que la supervivencia sea mucho menor. Muchas ideas deben quedar en el camino para que unas cuantas salgan adelante. En todo caso, toda persona con espíritu emprendedor lo vuelve a intentar, seguro. En el emprendimiento no hay fracaso.
¿Nos puede decir cuáles consideran que son los ‘hitos’ de Emekin a día de hoy?, proyectos que hayan ido como la seda…
Hasta las mejores ideas tienen reveses porque son proyectos de vida. Emprender es analizar, estudiar, errar, corregir, intentar, avanzar, retroceder para volver… es un proceso complicado, incluso para la idea que a priori pueda parecer más sencilla.
En Aspegi, de la mano de Adriana Azurmendi, atendemos al año a casi 300 mujeres. En estos 10 años hemos atendido a 2.084 mujeres con nombres y apellidos, cada una con su propio proyecto e ilusión. Es un hito cada empresa creada.
¿Qué consejo daría a una mujer que se plantea poner un negocio?
Que analice la idea, la contraste, estudie el entorno, pero sobre todo que tenga la mente, los oídos, los ojos y el corazón abiertos. Que busque los apoyos necesarios y que se lance. Si no sale habrá otra idea, es peor no intentarlo y el aprendizaje será enorme. Y también le aconsejo que no emprenda pensando que es la mejor alternativa para “conciliar” porque no lo es: ser empresaria es un trabajo de 365 días/año, siete días a la semana, 24 horas al día. Y esto es muy complejo de gestionar y evolucionar sin una conciliación corresponsable.
Hoy en día a nadie le sorprende ver a una mujer empresaria. ¿En este punto consideran que sigue siendo necesaria una discriminación positiva? Quiero decir que vivimos en un Estado en que la vida del autónomo es durísima para ambos sexos.
Lamentablemente las cuotas son un mal necesario porque estamos viviendo un ‘espejismo de la igualdad’, y nos preocupa que ese nivel de autocomplacencia provocado por la movilización oculte la realidad. Un ejemplo: Euskadi sigue en la cola del Estado en presencia de mujeres en puestos directivos y consejos de administración. No podemos dejar fuera al 50% del talento, y tenemos que utilizar todas aquellas medidas a nuestro alcance para corregir esta situación.
¿En qué otros puntos se concreta ese ‘espejismo de igualdad’ al que se refiere?
En muchos: la mayor precariedad de las actividades más feminizadas, como las ramas sociosanitarias, el comercio o la hostelería. Ya incluso en el abordaje de los primeros trabajos se encuentran diferencias en las condiciones laborales.
El trabajo a jornada parcial es más habitual entre las mujeres que entre los hombres (hay veinte puntos porcentuales de diferencia). Las mujeres tienen más contratos temporales y también trabajan sin contrato en mayor medida que los hombres.
Las menores de 30 años cobran de media 1.025 euros netos mensuales mientras ellos cobran 1.157 euros.
Y también las mujeres jóvenes se animan menos que los hombres jóvenes a montar su propio negocio (el 4,4 % de las mujeres jóvenes ocupadas frente al 12,0 % de los hombres jóvenes ocupados), aunque en este punto el Observatorio del Emprendimiento, en su Informe Ejecutivo 2017- 2018, confirma que la población vasca sigue por debajo de la media española en la percepción de oportunidades de negocio. Y añade, por cierto, que el perfil de la persona emprendedora en la CAPV es el de un varón de entre 35-45 años con estudios superiores y con un nivel alto de renta.
¿Cómo ha evolucionado Aspegi a lo largo de estos años?
Somos mucho más visibles, con una gran presencia en distintos foros y cada día con un mayor reconocimiento institucional. Estamos convencidas de que somos un puente: presentamos a la igualdad en el ámbito económico-laboral y representamos lo económico-laboral en ámbito de la igualdad. Eso sí, nos queda mucho por hacer.
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