Fotos: Santiago Farizano
Unos cuantos voluntarios vascos pasarán la Navidad en La Palma, a donde la ONG GBGE de Galdakao llegó hace dos meses tras la erupción del volcán que ha supuesto un giro en la vida de los habitantes de esta isla de 84.000 habitantes cuyas imágenes de la lava han sido vistas en todo el mundo. «El inicio de la retirada de ceniza fue tremendo, pero ahora llega otro momento intenso, que es cuando poco a poco se empiecen a abrir los caminos», explicó Álvaro Saiz para DonostiTik, que ha visitado la zona. Si se mantiene la paz de estos últimos días, el final de la erupción podría ser oficial mañana, Día de Navidad.
A lo largo de estos dos meses han circulado por la isla 130 voluntarios de GBGE, la mayoría de Galdakao, pero también de otros puntos de Euskadi, y son conocidos como ‘los vascos’ en La Palma, donde su actividad es francamente notoria. Con ellos trabajan también vecinos de la isla y personal del resto de Canarias.
«Hemos limpiado tejados y viviendas de ceniza en la zona de Las Manchas y a partir de ahí un poco de todo, también hemos trabajado en la vía pública y en los alcantarillados evitando que se atascaran. Estamos coordinados con la brigada municipal de El Paso», explicó Álvaro Saiz.
Saiz calcula que como mínimo estarán dos meses más en la Isla, ya que con el final de la emanación de los gases y la apertura de los caminos van a encontrarse «con la mayor parte de las cenizas resultantes de la erupción».
Tienen la base en los salones parroquiales de El Paso, donde están concentrados entre diez y veinte voluntarios que pasados unos días son sustituidos por otros. Aunque alguno está allí desde el inicio de este trabajo.
Otra tarea curiosa de los vascos es el cuidado de los animales rescatados y reunidos en una granja. Tres o cuatro personas se trasladan todos los días a dar de comer a gallinas, cabras, cerdos, burros, conejos… Un voluntario, Ferdinand du Chevalier, explicó que se trata de animales de pequeñas granjas de la denominada zona de exclusión (el área más afectada por la erupción, que es de acceso restringido). «Allí las tareas pasan por limpiar el recinto, dar de comer y beber a los animales, poner toldos durante los días de lluvia…»
No es la primera vez que GBGE se embarca en una tarea de este calado. Desde 2012 la ONG se ha visto activa en numerosos proyectos internacionales en Mongolia, por ejemplo, donde construyen o adaptan colegios para menores con problemas de movilidad, o en Grecia, donde trabaja con los refugiados. A nivel local reparten alimentos a las familias de Galdakao que padecen más precariedad.
La experiencia de La Palma, aunque «agotadora», también es enriquecedora para los voluntarios que, sobre todo al llegar, como explicó Saiz para DonostiTik, «están llenos de energía».
Deja un comentario