De la segunda juventud del vermú se lleva hablando una década. Este aperitivo con nombre alemán (wermut significa ajenjo, un tipo de planta) y origen mediterráneo, que vivió sus años de gloria a mediados del siglo pasado antes del poder hegemónico de la cerveza, resurgió gracias al interés de las nuevas generaciones. Su carácter social ha reconectado con una población joven y pelín sibarita pasando a convertirse en una de las bebidas de moda. Con el vermú juega a su favor un cambio de hábitos en el que el ocio diurno está ganando terreno.
Maite Roso y Marti Buckley, dos amigas treintañeras de Zumaia y Alabama respectivamente, adoran este vino bañado en flores, plantas y frutas y que se toma, normalmente, al mediodía con un trozo de piel de naranja y hielo. Durante décadas el vermú ha estado asociado a una marca conocida por todo el mundo: Martini & Rossi. Pero la multinacional italiana convive ahora con opciones más selectas que se nutren de la buena mano de los diseñadores para confeccionar las botellas y del auge del producto artesanal.
“No nos gustaban las versiones más comerciales e industriales del vermú. Cuando empezamos a indagar un poco más hace casi diez años, nos percatamos de que había todo un mundo por descubrir”, recuerdan Maite y Marti, fundadoras de International Vermut Society, una especie de club de fans del vermú que monta saraos y fiestas desde 2014 alrededor del clásico aperitivo dominguero. Se han prodigado en Donostia y alrededores, pero las llamadas Vermutekes se han llegado a celebrar hasta en Madrid.
En los inicios tenían una poderosa excusa: era una manera de reunir a sus amistades. “Probamos distintas fórmulas y marcas, hasta que pronto nos dimos cuenta de que se había convertido en un plan muy divertido en busca de horas de sol”, cuentan. Así, se fueron sucediendo los Vermutekes entre allegados, conocidos y amantes del vermut en espacios como la sociedad Gastronomika, Dabadaba, la antigua librería Garoa, la panadería The Loaf en Gros… “Siempre nos ha parecido muy divertido juntar a gente en espacios inesperados que no sean bares o restaurantes. Nos gusta descubrir nuevos lugares, conocer distintos proyectos creativos de la ciudad y a las personas que están detrás”, confiesan.
Tras un largo paréntesis de más de tres años, antes incluso que la pandemia, la próxima Vermuteke tendrá lugar este domingo 12 de marzo, de 12 a 15 horas, en el recién inaugurado espacio Barro de Gros (calle José María Soroa, 13). La estadounidense Camille Neuman abrió hace un mes este bonito estudio de cerámica donde imparte talleres de modelado y vende piezas hechas con sus propias manos. “Me di cuenta de que había mucha demanda y pocos espacios de este tipo en Donostia”, explica cuando se le pregunta por el origen del proyecto.
En este esperado regreso, el vermú correrá a cargo de la marca madrileña Zecchini. Además de buen vino aromatizado, picoteo y música, el evento contará con un “servicio de tetera” y la bebida se servirá en tazas de porcelana. Y quien quiera manchar sus manos de barro o arcilla y dedicarse a una actividad artesanal, tendrá vía libre: Camille ofrecerá unos mini-talleres de cerámica con «las mejores técnicas» para modelar aceituneros. Unos días después los participantes podrán llevar sus creaciones a casa. «Organizaremos turnos según orden de llegada», avisan las organizadoras.
¿Qué tiene de especial el vermú? ¿Cuánto durará el boom? “Nos parece una bebida muy versátil que todavía no se ha exprimido lo suficiente. Queda mucho que explorar”, responden las fundadoras de International Vermut Society. A título personal, Marti apunta otro factor a tener en cuenta: “Para mí, el momento de su consumo hace que sea especial. Siempre es sinónimo de encuentro entre amigos, a la luz del día…”.
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