El vecindario de Txomin Enea se ha reunido hoy para anunciar que iniciará una recogida de firmas que avale la petición de que la ciudad compre el convento de Kristobaldegi y éste se utilice para dotar de equipamientos al barrio. «Nos hemos enterado de que ofrecieron el edificio al Ayuntamiento de San Sebastián y a la Diputación Foral de Gipuzkoa de forma preferente y respondieron que no les interesaba. Nosotros les pedimos que reconsideren esa actitud, están en deuda con este barrio. Se trata de un edificio recientemente renovado y con enormes posibilidades para ubicar numerosas infraestructuras: casa de cultura, haur txoko, centro de mayores, huertos comunitarios…»
Convocados por la asociación Lanberri se han reunido hoy viernes los vecinos de Txomin Enea para hacer la citada petición y denunciar que «el Ayuntamiento de Donostia no ha cumplido su palabra en cuanto a los equipamientos prometidos».
«Nos asusta que se abra en el convento de Kristobaldegi un hotel o un proyecto orientado al turismo o que se abra algún negocio privado que no esté relacionado con las necesidades del barrio. Eso sería ir en dirección contraria a lo que necesita Txomin Enea», han advertido los portavoces.
Recientemente se elaboró una encuesta en el vecindario y en la misma se observa que «el barrio reclama un servicio digno de ambulatorios y de Osakidetza pero no en la plaza Arteleku; que hay que mejorar la limpieza del barrio, que queremos más árboles, que es necesario que la plaza
Arteleku se cubra bien, que hay que mejorar el transporte público, que necesitamos medidas antirruido junto al ferrocarril y un largo etcétera».
El vecindario de Txomin Enea ha reiterado que lleva «décadas» sufriendo «abandono institucional». «Tras varios años construyendo viviendas, llegó la pandemia y nos explicaron que la razón de no construir infraestructuras culturales y comunitarias era “la propia pandemia”. Una vez pasada la pandemia, ni casa de cultura, ni polideportivo, ni nada», han resumido. También han incidido en que no olvidan «los 1,6 millones de euros asignados al barrio y perdidos con destino a la escultura de la isla de Santa Clara».
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