«Familias que tenían curiosidad por tener la experiencia pero no se lo terminaban de tomar en serio han aprovechado este año. No sé si porque es un tipo de turismo con menos riesgo frente al Covid-19 o porque pocos se animan ahora a hacer viajes largos». Quien habla es Marta Viudez, secretaria de Sorbeltz, la asociación de autocaravanistas que cuenta con 330 vehículos asociados, casi la mitad en Gipuzkoa. Y es que el coronavirus ha sido un golpe tremendo para el turismo, pero hay una modalidad que no sólo se mantiene, sino que crece. El virus ha lanzado a muchas familias a la carretera.
Lo saben en Sorbeltz, donde reciben cada vez más consultas, y lo saben las empresas de alquiler de estos vehículos familiares, que están trabajando mejor que nunca. Aunque también coinciden en que la popularidad de las autocaravanas ya venía creciendo estos últimos años. «Desde que terminó la anterior crisis económica«, puntualiza Marta Viudez.
Dicen los autocaravanistas que por primera vez hay masificación de este tipo de vehículos en algunos puntos del Estado. Casi siempre en zonas costeras. Y dentro de Euskadi resulta imposible aparcar en Bakio, por ejemplo, si no se va a primera hora.
Inmersos en el crecimiento de este sector, que pese a todo sigue estando mucho más extendido en el resto de Europa, los autocaravanistas gipuzkoanos se declaran preocupados por la intención del Ayuntamiento de Hondarribia de vetar su presencia en el municipio. «Hace dos años prohibieron el aparcamiento pero perdieron el juicio», explicó Viudez. «Ahora están trabajando en ello dentro de la elaboración de un plan de movilidad», añadió.
En opinión de Sorbeltz la actitud del Consistorio de Hondarribia está relacionada directamente con los «abusos» de determinados autocaravanistas, «generalmente los menos experimentados, que alquilan el vehículo por primera vez y que piensan que pueden hacer acampada en cualquier parte, lo cual es una falta de respeto».
Sin embargo consideran en Sorbeltz que no habría que llegar a esta situación y que habría que multar a los infractores «como se hizo en Donostia en los aledaños de la universidad».
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