(EFE). El segundo juicio por la muerte de Santi Coca, el menor fallecido en 2019 tras recibir una paliza en el exterior de una discoteca de San Sebastián, sentará en el banquillo a partir del lunes al acusado que no compareció en la primera vista, celebrada el año pasado mientras él permanecía fugado en Francia.
Aquel primer juicio, que tuvo lugar en la Audiencia de Gipuzkoa entre mediados de noviembre y primeros de diciembre de 2023, se saldó con la absolución de cuatro jóvenes y la condena de un quinto a tres años y medio de cárcel por homicidio imprudente con la atenuante de intoxicación etílica.
En esa oportunidad no estuvo presente el sexto procesado, quien huyó antes de la cita en la que se iba a enfrentar a una petición de veinte años de cárcel y no fue capturado hasta el pasado 27 de febrero en Francia, desde donde luego fue entregado a España por las autoridades galas.
A diferencia de entonces, la familia de Santi Coca no se personará ahora como acusación particular en el segundo juicio ya que, debido «al cansancio» acumulado en un procedimiento «tan largo y doloroso» como éste, ha dejado la labor acusatoria en manos de la Fiscalía y de la acción popular que ejerce el Ayuntamiento de San Sebastián.
El consistorio donostiarra atribuye precisamente al ahora acusado haber propinado a Coca una «última y brutal patada en la cabeza» cuando la víctima ya había perdido el conocimiento.
El nuevo proceso, que se desarrollará a partir del lunes hasta el 18 de noviembre en la Sección Primera de la Audiencia, arrancará con la elección de los miembros del jurado en una primera sesión donde las partes también presentarán sus cuestiones previas y alegaciones ante el tribunal.
El turno de los forenses
Durante las jornadas siguientes se sucederán las declaraciones de los mismos testigos que ya comparecieron en la primera vista, sin que se prevean grandes novedades en este ámbito a la espera del turno de los forenses quienes, al igual que en el juicio anterior, volverán a protagonizar uno los episodios de mayor interés debido a las conclusiones diferentes a las que llegaron en su momento los distintos expertos del Instituto Vasco de Medicina Legal sobre las causas de la muerte de Santi Coca.
Los forenses que elaboraron el primer informe de autopsia mantuvieron que el origen de la hemorragia cerebral que acabó con la vida del joven fue de «etiología indeterminada» y dijeron no disponer de ningún elemento que les permitiera inclinarse hacia alguna de las otras dos hipótesis: que el sangrado tuviera un origen «natural» o uno «traumático».
Por el contrario, sus compañeros que emitieron un segundo informe sobre esta necropsia se decantaron por el «origen traumático» del sangrado y recalcaron que el joven no habría muerto «si no hubiera sido agredido».
Esta segunda versión fue la que luego prosperó entre los miembros del jurado, que en su veredicto final dijeron que la hemorragia «tuvo su origen en los golpes recibidos» por Santi Coca y que «provocaron que se rompieran vasos del espacio subaracnoideo».
Las imágenes de las cámaras
El visionado de las imágenes captadas por varias cámaras de seguridad instaladas en las cercanías del lugar donde Coca fue agredido será otro de los hitos relevantes de la vista.
Entre ellas figura un vídeo de algo más de un minuto donde, según declaró en el primer juicio un ertzaina encargado de analizarlo, se aprecia que Coca fue agredido por un grupo de personas después de haber participado en una primera pelea con el ahora acusado, en la que, como dijo este policía, «parece que es Santi el primero que da un golpe».
Santi Coca, de 17 años, falleció el 28 de abril de 2019, dos días después de ser víctima de una paliza en el exterior de una céntrica sala de fiestas donostiarra.
Tras la agresión, el menor ingresó en el Hospital Donostia pasadas las 05:15 horas «en parada cardiorrespiratoria» y tuvo que ser reanimado «cardiopulmonarmente durante cuarenta minutos», como recoge la sentencia emitida tras el primer juicio que fija la causa de la muerte en una hemorragia cerebral «generalizada» que le provocó la «destrucción de los centros vitales encefálicos» debida a «los golpes recibidos».
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