(EFE). El profesor acusado de abusar de una alumna de 12 años de un centro educativo de Irun (Gipuzkoa) en el curso 2016-17 ha asegurado este miércoles que el incidente del que está acusado «no ocurrió» y se ha declarado inocente.
Según recoge el escrito de acusación del Ministerio Público, los hechos sucedieron durante una jornada en la que el acusado aprovechó el tiempo existente entre el fin del horario de la comida y el inicio de las clases de la tarde para dirigirse a un grupo de niñas que jugaban en el patio y pedirles que fueran a una de las clases a pintar.
Todas ellas acataron la propuesta y se sentaron juntas en cuatro pupitres, momento en el que el inculpado, que no era profesor de este grupo, cogió una silla y se sentó junto a la víctima mientras pintaba para, como sostiene la Fiscalía, abusar sexualmente de ella.
Durante la segunda y última sesión de la vista celebrada entre ayer y hoy en la Audiencia de Gipuzkoa, el acusado ha dicho desconocer los motivos por los que la víctima, que declaró el lunes a puerta cerrada, decidió denunciarle, pero ha opinado que podría ser consecuencia de que previamente, en el año 2001, había sido absuelto de otro caso de abusos ocurrido en otro centro educativo de Oiartzun (Gipuzkoa).
Existía un «runrún»
El profesor ha aclarado en este sentido que, desde que llegó a su nuevo puesto de trabajo en Irun, existía el «runrún» de que años atrás le habían puesto una denuncia y no importaba que una sentencia judicial le hubiera absuelto, porque debido a este hecho y a su forma particular de ejercer la docencia el equipo directivo del centro sentía «animadversión» hacia él.
Ha desvelado a este respecto que algunos padres y madres llegaron a amenazar con hacer una sentada si continuaba como tutor y que la Dirección le recomendó que se cogiera una baja por estrés como paso previo a solicitar luego el traslado a otro centro.
En otro momento del juicio ha declarado una psicóloga forense que ha explicado que, aunque el informe que en su momento hizo sobre la menor no le permitió pronunciarse sobre su grado de credibilidad, su sensación fue de que su relato tenía visos de ser una experiencia real vivida por ella, sin que existieran indicadores de fabulación.
En la parte final del juicio, la Fiscalía ha mantenido su petición de condena de un año y medio de prisión, y ha reclamado que el varón sea inhabilitado durante seis años para el ejercicio de su profesión, que se le impida aproximarse a la víctima y comunicarse con ella, y que una vez sea excarcelado continúe en situación de libertad vigilada, además de compensar a la niña con mil euros por los daños causados.
Por su parte, la acusación particular que ejerce la familia de la víctima ha reclamado seis años de prisión para el inculpado, mientras que la defensa ha solicitado su libre absolución.
Total credibilidad
Antes de la conclusión de la vista, las partes han presentado sus informes al tribunal, momento en el que el Fiscal ha concedido total credibilidad a la versión de la víctima frente a la declaración del profesor, del que ha destacado que es la segunda ocasión en la que se sienta en el banquillo de los acusados por hechos de este tipo.
El representante del Ministerio Público ha mantenido que la declaración de la víctima «sin fisuras ni contradicciones», sostenida en el tiempo y corroborada por otros elementos, es suficiente para quebrar la presunción de inocencia del inculpado.
Por su parte, la acusación particular ha afirmado que el relato del procesado «no se sostiene», le ha acusado de «aprovecharse de la ingenuidad de una niña», y ha insistido en que la versión de la víctima «se ajusta a la realidad» además de ser objetiva.
La defensa ha incidido en que sólo el testimonio de la víctima incrimina a su cliente, sin estar corroborado por prueba alguna, ha puesto de relieve la «animadversión» de la directora del centro hacia su patrocinado y ha incidido en el «sambenito» que supuso para el acusado la existencia del incidente que vivió en Oiartzun años antes de llegar a su nuevo centro educativo en Irun. Más sobre el caso, aquí.
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