(EFE). El presunto violador en serie de Gipuzkoa ha calcado este lunes la estrategia de su último juicio y al igual que entonces ha asegurado que no recuerda haber agredido sexualmente a una joven en Lasarte-Oria (Gipuzkoa) el 1 de enero de 2015 porque se encontraba bajo los efectos del alcohol, la medicación y las drogas.
Como ya hizo hace dos semanas, cuando fue juzgado por otra presunta violación en Beasain a una chica a la que supuestamente anestesió con cloroformo, el procesado, de nacionalidad rumana, no ha negado haber cometido los hechos, ante el peso de las pruebas de ADN que le incriminan, y también ha pedido disculpas por lo ocurrido.
El hombre, que sólo ha respondido a las cuestiones de su defensa, ha dicho incluso sentirse «culpable» cuando su propia abogada le ha preguntado cómo se sentía al saber que todas las pruebas «apuntan» a él y ha dicho «arrepentirse», al tiempo que ha pedido «perdón» a la víctima.
Tras asegurar que se encuentra «muy mal», ha anunciado su disposición a «indemnizar» a la chica «hasta el último céntimo», por los daños causados.
En otro momento de su declaración, el procesado, al que se le relaciona con seis agresiones sexuales cometidas en Gipuzkoa, ha explicado que comenzó a tomar medicamentos y drogas a raíz del suicidio de su tío primero y de la muerte de su padre después, lo que le sumió en una depresión.
Asimismo ha recordado que empezó «bastante joven» su «relación» con el sexo, sobre los ocho o los nueve años, y desde entonces siempre lo ha tenido «presente» en su «cabeza», aunque después de las «tragedias» que le supusieron las muertes de sus familiares se convirtió en algo «más impulsivo», ya que a veces estaba «obsesionado» con él.
Tras la declaración del inculpado, para el que la Fiscalía reclama once años de cárcel, y las acusaciones particular y popular doce, ha testificado la víctima, que ha declarado a puerta cerrada a solicitud de su abogada, Cristina Ramos, quien también representa a la asociación Clara Campoamor.
A diferencia de otras víctimas que prefieren testificar por videoconferencia interna desde otra sala de la Audiencia para no ver a sus agresores, esta chica lo ha hecho en la propia sala, ante el acusado, a petición propia, ya que, según ha comentado después su letrada a los periodistas, era algo que ella «necesitaba» hacer.
Aunque no ha trascendido nada de su testimonio, éste se puede inferir a través del de sus padres, quienes han declarado a renglón seguido y han recordado cómo aquel día de Año Nuevo de 2017, pasadas las 7.00 horas, su hija llamó al portero automático de su vivienda «muy alterada» y, tras llegar a su piso, relató a su madre cómo alguien la había «agarrado» por detrás y le había colocado «algo» en la cara que le impedía respirar, tras lo que «intentó forcejear» pero «no pudo hacer nada» porque se «desvaneció».
La madre ha explicado que la joven, que por entonces tenía 21 años, estaba «muy nerviosa» porque no sabía lo que le habían hecho. «Tenía la cara y los ojos muy rojos» y estaba «muy aturdida», ha detallado.
La mujer decidió entonces despertar a su marido, que acababa de llegar poco antes del trabajo, quien, muy compungido y emocionado ha indicado que bajó al portal de su casa para ver si descubría algo en los soportales, pero al no encontrar nada decidió llamar a la Ertzaintza que inició el protocolo de agresiones sexuales, tras lo que la joven fue examinada en el hospital.
Este hombre se ha mostrado visiblemente emocionado al aclarar que su hija ya «no es la misma» de antes. «Se le ve en la cara y en los ojos». «Ha cambiado», ha relatado con voz quebrada, mientras el acusado seguía cabizbajo su declaración.
El padre ha denunciado también que su hija no ha recibido atención psicológica alguna ni ha estado en tratamiento porque «nadie le dijo nada». «Ni le ha aconsejado nadie ni nada», se ha lamentado, si bien ha aclarado que los ertzainas que la atendieron durante el proceso la trataron «muy bien».
Tras estos testimonios, la jornada del juicio prevista para hoy ha concluido con la declaración de una vecina de la víctima, que la vio llegar a casa «muy afectada», y una de sus amigas que ha comentado que tras pasar la noche juntas de fiesta, en cuadrilla, ambas regresaron solas a sus domicilios. Está previsto que la vista se reanude mañana con las declaraciones de varios agentes de la Ertzaintza.
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