Con la idea de «situar el Peine del Viento en el lugar que le corresponde», el Gobierno Vasco y el Ayuntamiento donostiarra han presentado la propuesta para declarar Bien Cultural Calificado con la categoría de Conjunto Monumental tanto la plaza como las esculturas de dicho espacio esencial para todo donostiarra y también para los visitantes. Es «un paso previo» para un objetivo que el alcalde Eneko Goia ha vuelto a recordar: que el Peine del Viento sea declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, si bien son conscientes de que tras este afán hay mucho trabajo.
La obra de Eduardo Chillida y Luis Peña Ganchegui, en fin, no sólo subirá un escalón en cuanto a catalogación se refiere, sino que todos los presentes han coincidido en que será preservado de forma más eficaz y será más accesible. Junto al alcalde Eneko Goia y al consejero Bingen Zupiria se encontraban hoy en la presentación el hijo del escultor donostiarra Pedro Chillida y Rocío Peña, hija del arquitecto de la plaza.
«La calificación es además un reconocimiento social a esta obra y sus autores y una vía para asegurar su mantenimiento», ha expresado el consejero, y a sus palabras ha añadido el alcalde que tras la protección de la Parte Vieja anunciada hace unos meses vuelve a constatarse el afán conservacionista del Gobierno vasco en lo que a Donostia se refiere. «No sólo es un símbolo de San Sebastián. Es un patrimonio del país y me atrevería a decir que es también un patrimonio de la humanidad».
Tras la publicación en el Boletín Oficial del País Vasco, hoy mismo, de esta propuesta, se iniciará un periodo de alegaciones y en caso de no haberlas el Consejo de Gobierno ratificará la orden y el Peine del Viento quedará incluido en el Registro de Bienes Calificados. Ya se ha especificado que la declaración afectará tanto el conjunto de la plaza como las esculturas.
Según han explicado el expediente hace hincapié en la relación entre obra y naturaleza que se da en el Peine del Viento y el diálogo mar-cielo-tierra.
Según se señala en el citado informe esta relación se establece a través de diferentes mecanismos: la creación de una topografía artificial, la introducción de las esculturas en el paisaje y la introducción de la escala humana en el paisaje. Y es destacable que la propuesta presentada hoy también propone una protección de la perspectiva visual de la obra planteando para las visuales marinas un alcance de visión de 1.500 metros, «el establecido por otras normativas de protección del paisaje».
«Esta feliz simbiosis entre espacio arquitectónico, esculturas y entorno natural, unida a las cambiantes estimulaciones sensoriales dependientes del concreto momento de percepción (luz, viento, nubes, mar, sonidos, temperatura, etc) genera una impresión estética verdaderamente excepcional», añade la propuesta de protección.
El entorno del Peine del Viento, urbanizado en 1926, tuvo un carácter periférico hasta que en 1977 culminó la construcción de la obra de Eduardo Chillida y Peña Ganchegui. La iniciativa había surgido años antes y cuando en 1968 la ciudad quiso homenajear a Chillida por su trayectoria, el autor planteó la ejecución de una obra permanente. El Consistorio aceptó y Chillida recomendó la contratación de Luis Peña Ganchegui, que en 1974 redactó el proyecto con el hombre ‘Plaza del Tenis’.
El conjunto ya completo se inauguró en septiembre de 1977 y se convirtió en icono de la ciudad.
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