Hay personas por las que se iría al infierno sin dudar y con una gran sonrisa. Para el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince una de ellas era su padre, el médico y profesor universitario Héctor Abad Gómez. El libro ‘El olvido que seremos’, publicado en el año 2005, es todo un canto autobiográfico de amor y recuerdo hacia su progenitor que ahora ‘salta’ a la gran pantalla gracias a la adaptación que ha realizado para el cine Fernando Trueba (‘Belle epoque’, ‘El embrujo de Shangai’, ‘La reina de España’). El filme, que clausuró la pasada edición del Zinemaldia y se alzó con el premio Goya a la Mejor Película Iberoamericana (la producción es colombiana), es, al igual que el libro, la constatación de que realmente el amor, también la bondad, hacen girar al mundo y que nunca podrán ser silenciados por el ruido de la violencia.
Curiosamente, por algo de lo que sólo la magia del cine es capaz, la película, ambientada en la Colombia del último tercio del siglo XX, resulta casi visionariamente actual. No exclusivamente por las referencias a la necesidad de regularizar planes de salud y medicina preventiva para evitar epidemias contagiosas ahora tan necesarios por la pandemia de COVID-19, sino también por la convulsa situación sociopolítica que se vive en las últimas semanas en muchas ciudades del país agravada por la crisis económica.
Si, por extrañas coincidencias, el pasado puede servir en este caso para contar el presente, no es casualidad que los Abad Faciolince sean el hilo conductor (y su casa familiar el centro neurálgico como escenario casi único y principal) a través del que aprehendemos todo lo que acontece en Medellín durante algo más de tres lustros, entre 1971 y 1987, año en el que Héctor Abad Gómez, que optaba a la Alcaldía de Medellín, fue asesinado por un grupo armado.
Trueba no necesita más que mostrarnos lo que acontece entre las paredes de esa vivienda llena de amor, luz, respeto, alegría, apertura de miras, creatividad y estudio (muy buen trabajo de dirección artística, por cierto) para que nos hagamos una idea de la situación sociopolítica del momento (atentados, ‘purgas’ y tensiones políticas, una oligarquía religiosa que busca seguir influyendo en la vida social manteniendo unas pautas obsoletas, amenazas…), para entender el contexto en el que se mueven los personajes.
Aunque, en realidad, el veterano cineasta lo hace inteligentemente, a pinceladas, a través de escenas costumbristas dignas de la estudiada y rítmica espontaneidad de Jean Renoir y casi sin que el espectador se dé cuenta en la parte central del metraje, la mejor, sin duda, de la película. Las vivencias de los miembros de esta familia resultan absolutamente deliciosas y Fernando Trueba nos permite disfrutar de ellas como si fuéramos un miembro más.
Gracias a la cámara, los espectadores deambulamos habitación por habitación y comprobamos que los Abad Fasciolince son algo así como una versión setentera de los personajes de ‘Vive como quieras’ de Frank Capra, menos excéntricos, sí, pero, como ellos, con inquietudes dispares, unidos todos ellos por el amor a los demás como un ‘pegamento’ que va más allá de la diferencia. Traducir en imágenes esa magia no sería posible sin un gran elenco y en ‘El olvido que seremos’ destaca de forma espectacular Javier Cámara, como el médico colombiano.
No contemplamos en él al actor de ‘Truman’, ni al de ‘La vida secreta de las palabras’ o ‘Hable con ella; tampoco al de la serie televisiva ‘Siete vidas’ y tantas otras brillantes interpretaciones a las que nos tiene acostumbrados. En la pantalla vemos en realidad a un doctor comprometido con la salud pública, un profesor universitario enamorado de su trabajo que intenta inculcar en sus alumnos la duda como base del aprendizaje, un hombre bueno que ama a su familia y a la que nunca se cansa de dar besos y abrazos para demostrarlo; una persona que también piensa en los demás, al que le duelen las desigualdades, el hambre de los niños, la falta de oportunidades… Y todo ello lo consigue Javier Cámara con un prodigioso minimalismo y una contenida sobriedad en la que menos es más.
Nominado al Mejor Actor en los premios Platino que se celebrarán el próximo mes de octubre (el filme cuenta con otras 11 nominaciones entre ellas Mejor Película, Director, Dirección de Arte, Guión Adaptado), Cámara no es el único gran acierto de cásting. En ‘El olvido que seremos’ sobresale especialmente el trabajo de Kami Zea, que da vida a Marta, la talentosa cantante de la familia. En realidad, es maravillosa la química que brota de todos los personajes que interpretan a los Abad Faciolince.
Aunque el filme, pese a sus virtudes y aciertos, también tiene algunos problemas. El principal, un final alargado en exceso y un punto inicial de partida que despista y no cuadra precisamente con el desenlace que se quiere enfatizar. Pero ya se sabe que, como en el final de ‘Con faldas y a lo loco’, de Billy Wilder, “nadie es perfecto” y que Fernando Trueba sigue siendo un gran fan del señor Wilder… Vivan, pues, las imperfecciones, porque conocer personajes como Héctor Abad Gómez merece la pena.
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