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El muro de Villa Belén ya es historia donostiarra

"Continúa así el hormigonado frente a la bahía", critica Áncora, en referencia a la construcción en la parcela de 38 viviendas con sus garajes

Destrucción del muro de Villa Belén. Foto: Áncora

En apenas unas horas las excavadoras han destruido casi por completo el muro de la Villa Belén. La asociación conservacionista Áncora asegura que con ello desaparece un referente en el skyline de Miraconcha. La asociación denuncia que, desoyendo las peticiones de protección, el Ayuntamiento haya recalificando esta parcela para permitir la construcción de 38 viviendas con sus garajes. «Continúa así el hormigonado frente a la bahía», dice Áncora.

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Muro de Villa Belén en una imagen de archivo. Foto: Áncora

Caseras y Marianistas

«La muralla constituía una obra de ingeniería muy estimable en sí misma con un gran potencial evocador. Ocultaba el discurrir de Alcainbide, el antiguo camino vecinal costeado por el dueño de Altxuenea. Fue el itinerario preferido por las caseras cuando descendían al mercado, porque tras el parapeto de piedra encontraban resguardo frente al sol y las tempestades del Cantábrico», recuerda Áncora. 

Incide la asociación en que este retazo de historia urbana forma parte del paisaje sentimental de varias generaciones de donostiarras, especialmente aquellos que cursaron sus estudios en los Marianistas, el propio Colegio de Villa Belén o la Escuela de Secretariado de ISSA.

Su arquitectura databa del año 1883 y se le atribuía al maestro de obras Matías de Arteaga. Se trataba de una muralla en toda regla, visible desde muchos puntos de la ciudad debido a su considerable tamaño y su posición dominante, frente a la bahía de la Concha.

Un muro nacido de un litigio entre vecinos

Los promotores de esta carísima y desmesurada tapia fueron los Marqueses de Valmediano, guiados por el simple propósito de preservar su intimidad frente al vecino Siro Alcain.

Este señor tenía un mirador en su propiedad de Altxuenea al que se asomaba recurrentemente para disfrutar de las vistas. Así que los Valmediano decidieron aumentar el muro de su casa para protegerse frente a eventuales fisgoneos.

Se inició una disputa entre ambos, pasando el belvedere a convertirse en una torre elevada que pugnaba por superar la altura del murallón.

El Marqués don Andrés Avelino de Arteaga, coronel de Húsares de Pavía, provenía de una familia de rancio abolengo guipuzcoano, poseedora de importantes palacios en el Goiherri (Señorío de Lazcano). Su esposa era doña Belén Echagüe, una donostiarra de gran belleza que acabó prestando su nombre a la villa. Aquí nació su hijo Joaquín: futuro Duque del Infantado, empresario, mecenas y diputado a Cortes por Zumaya.


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