El Ayuntamiento de San Sebastián advierte de que durante este año se ha constatado la dispersión y asentamiento del mosquito tigre en amplias zonas de la ciudad, tanto urbanas como industriales y rurales periféricas. Lo ha constatado por medio del plan de vigilancia que lleva a cabo en colaboración con Neiker y el Departamento de Salud del Gobierno Vasco.
Ya el pasado mes de julio la directora de Salud Pública del Gobierno Vasco mantuvo una reunión con responsables de todo el territorio para sensibilizar sobre la presencia de este mosquito, cuyas picaduras, que son mayores que las de un mosquito normal, puede ser transmisora de enfermedades víricas graves como el Dengue, Zica y Chikungunya.
Según el Plan Nacional de Prevención, Vigilancia y Control de las enfermedades transmitidas por vectores, San Sebastián estaría en un nivel de riesgo 2a respecto al mosquito tigre (Aedes albopictus). Sin detectarse casos autóctonos y sin que haya previstas campañas de fumigación masivas.
El cambio climático, la globalización del transporte de mercancías y la alta movilidad de vehículos por vía terrestre han hecho que este mosquito aumente de forma exponencial su presencia aquí.
Fue en 2014 cuando se detectó por primera vez en Euskadi, en concreto en Irun. Poco a poco se extendió por diversos municipios del territorio, como San Sebastián, donde se detectó en 2018, concretamente en el camping de autocaravanas de la zona de Berio.
Prolífico
El mosquito tigre para reproducirse tiene preferencia por contenedores de agua naturales como agujeros de los troncos de árbol, o artificiales, como platos de macetas, neumáticos, recipientes, latas, etc.. Aquí es donde pone sus huevos e inicia su primer ciclo de vida acuático. Es en este punto donde hay que actuar, y para el que es muy importante la colaboración ciudadana.
Se trata de un mosquito de hábitos diurnos que no duda en buscar, seguir y picar, incluso a través de ropa fina como calcetines, a las personas.
La hembra del mosquito puede hacerlo del orden de 30 a 48 picaduras por hora. Se ven atraídos por prendas oscuras, que les sirven de camuflaje y tienen más temperatura. Y es muy frecuente, que en pocos segundos nos veamos rodeados de varios ejemplares, si la zona está suficientemente poblada.
También se alimenta de sangre de animales domésticos y silvestres, reptiles, aves y anfibios.
La duración del ciclo larvario está condicionado por la temperatura del agua, la disponibilidad de alimento y la densidad de población, pudiendo ser su desarrollo de tan sólo 6 días a 30°C, de 9 días a 25°C y 13 días a 20°C.
Es decir, con las condiciones ambientales actuales un huevo es capaz de generar un nuevo mosquito cada 6-10 días. Y las hembras depositan entre 150 y 250 huevos por puesta.
La clave en este nivel de riesgo es la prevención, impedir que las hembras del mosquito tengan condiciones para realizar la puesta. En los casos en los que el Ayuntamiento ha detectado la presencia de mosquito tigre cercana a viviendas desde el Servicio de Salud Pública municipal se ha contactado con los vecinos para indicar las medidas que se deben tomar, con el objetivo de limitar su expansión.
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