Como oro en paño guarda Margarita Tejero Zubizarreta la medalla que recibió su abuelo, el médico de Elgoibar Tomás Zubizarreta Aramberri, en agradecimiento por su buen hacer frente a la pandemia. En la medalla está grabado el año 1918 y no era el Covid, sino la gripe española, la enfermedad que mantenía en vilo al mundo. Sin embargo no han cambiado tantas cosas. Esta medalla pone de manifiesto el agradecimiento de una población golpeada hacia quienes se enfrentaron en primera línea a la enfermedad. Exactamente como ahora.
España fue uno de los países europeos más afectados con cerca de 8 millones de personas infectadas en mayo de 1918 y más de 200.000 muertes a causa de la gripe española.
Respecto a Euskadi, Anton Erkoreka, director del Museo Vasco de Historia de la Medicina y de las Ciencias, hace el siguiente resumen: «la epidemia fue de aparición brusca, duró pocas semanas, enfermó más de la mitad de la población y produjo gran alarma social que, en algunos momentos llegó al pánico, como reflejan los medios de comunicación de la época, las medidas administrativas que se tomaron y el recuerdo oral que ha perdurado».
Margarita Tejero Zubizarreta también participa de ese recuerdo que directamente le trasladó quien vivió la pandemia siendo médico de Elgoibar, su abuelo, que llevaba diez años ejerciendo en la localidad (desde 1908) cuando se enfrentó a la dolencia. Para colmo había enfermado el médico de Soraluze y Tomás Zubizarreta se encargó también de velar por esa población.
«De la gripe española escuché contar a mi abuelo que las escuelas estaban cerradas y que en Elgoibar decidieron enterrar a los muertos de noche para que la alarma fuera menor», explicó Margarita para DonostiTik. «Había que pasar por un puente para los entierros y era todo muy visible y la población se asustaba, así que lo hacían de noche».
De aquella época al médico de Elgoibar le quedó un tremendo afán por la higiene pública. «Él era de Deba, pero había estudiado aquí, en Madrid, así que le gustaba venir un mes al año a visitarnos. Nos metíamos en un café y enseguida advertía a los camareros de que los servicios no estaban limpios. En los pueblos, con los urinarios públicos, hacía igual, y hablaba con los alcaldes. Esa obsesión le había quedado de la pandemia».
Paralelismos
Han pasado más de cien años desde la gripe de 1918, la mal denominada gripe española. Anton Erkoreka acaba de publicar ‘Una nueva historia de la gripe española. Paralelismos con la Covid-19’. Tal y como explicó recientemente en Radio Euskadi las similitudes van más allá del «brutal» efecto de ambas enfermedades en la población y pasan también «por la reacción política, social y económica». Además en ambas pandemias se apunta a China como origen.
Aunque la Covid-19 «se difunde más eficazmente», es menos virulenta que la gripe española. «En 1918 afectó a la mitad de la población mundial y murió el 2,5%; en Europa la cifra fue inferior y fallecieron diez por cada 1.000 habitantes. Ahora por el coronavirus ha fallecido una de cada 1.000 personas», afirma el experto.
Pese a ese punto (todavía sin zanjar) tanto se asemejan ambas pandemias, separadas por cien años, que Erkoreka advierte: «Con la Covid-19 hemos optado por medidas muy antiguas que habría que revisar». Y añade: «La tercera ola será más larga y puede haber una cuarta como ocurrió con la gripe española, que en algunas partes del mundo tuvo cinco».
Hay una diferencia evidente entre las dos pandemias: mientras la gripe española afectaba sobre todo a hombres y mujeres jóvenes de entre 20 y 30 años, la Covid-19 se ha cebado con nuestros mayores.
Huella en el archivo
Tomás Zubizarreta Aramberri, el médico que durante los primeros años se trasladaba a caballo y después en bicicleta, ejerció el cargo en Elgoibar desde el 9 de noviembre de 1908 hasta el 18 de febrero de 1954 en que se jubiló. Sin embargo recuerda su familia que en su casa de la calle Santa Ana recibía pacientes hasta muchos años después de su jubilación.
De muchos detalles de su vida hay constancia en el Archivo Municipal de Elgoibar, custodiado en un bajo de la calle San Roke por Amagoia Aranburu. Es un tesoro y arroja mucha luz sobre el pasado del municipio.
Resulta curioso, por ejemplo, que el archivo conserva el nombre de los candidatos al cargo de médico que en 1908 ‘compitieron’ con Tomás Zubizarreta por el puesto. Incluso se conserva el curriculum de cada uno de ellos. Pero hay mucho más. A falta de tecnología, la información se guardaba con exhaustividad en unos documentos muy prolijos. Y hay constancia de un evento que reunió a cientos de personas con eco en los pueblos vecinos y con el médico como gran protagonista.
Una fecha para conservar
El agradecimiento hacia la labor de Zubizarreta llevó a que en 1948 se le organizara un gran homenaje. Quizá porque éste no solo velaba por la salud de sus vecinos. De hecho recuerda su familia que volvía a casa con la bici y pedía que salieran a repartir patatas. «Como médico era sensible con las penurias de la gente». Y aunque no se le conoció adscripción política, tras la Guerra Civil fue penalizado con el recorte de su sueldo.
Del homenaje que se le hizo el 10 de octubre de 1948 no solo se conserva el programa de actos. En el archivo de Elgoibar hay un listado con los nombres de 844 vecinos que quisieron aportar dinero (unos 3 pesetas, otros hasta 50) para la fiesta y el regalo. Fue un verdadero acontecimiento del que también se conserva alguna imagen.
También hay documentos con los gastos que supuso la fiesta: el pago a los aizkolaris y a la imprenta, los cohetes, la comida, una bicicleta (que presumiblemente fue el regalo), el sueldo de taquilleros y acomodadores e incluso la merienda de los nueve niños que recogieron los donativos, además de los sellos para el envío de los programas a los pueblos vecinos. Todo quedó registrado.
En el banquete popular, que se desarrolló en la nave de la plaza de abastos, participaron 234 personas. Y en el listado, además de sus nombres, aparece el municipio del que acudían los comensales.
En el programa se ve que aquel 10 de octubre de 1948 fue un día muy especial en Elgoibar y que comenzó temprano, a las 7 horas, con la banda de tamborileros despertando al vecindario. A las 9 gigantes y cabezudos. A las 10 la comisión organizadora acudió a la casa del médico y de ahí fueron todos al salón de actos del Ayuntamiento, primero, y después a la misa de la iglesia parroquial. Más tarde hicieron entrega al médico de un pergamino «y un obsequio por sus desvelos». Y pasado el mediodía los presentes disfrutaron de la prueba de hachas con los gallitos de la especialidad.
Tras el nutrido banquete popular siguió la tarde con el partido de pelota mano y la actuación de los bertsolaris y la banda municipal. Fue, efectivamente, un día grande.
Otros afanes
La huella de Tomás Zubizarreta en el municipio fue más allá de su trabajo como médico. Se casó con Margarita Andonegi, que también era de Deba, y fueron padres de cuatro mujeres que les dieron seis nietos. Y otro apunte sobre la huella del médico en el municipio: no se consideraba deportista, pero tuvo un papel importante en la vida deportiva de Elgoibar.
Por un lado fue presidente del Club Deportivo Elgoibar en los años 40 (hasta su presidencia se había llamado ‘Elgoibar Football Club’), pero además fue mentor de un personaje ilustre del municipio: el atleta Juan Muguerza, que con 17 años fue Campeón de España de 1.500 y 5.000 metros lisos en los Campeonatos de Atletismo. Muguerza, que falleció con 37 años víctima de un bombardeo durante la Guerra Civil, dio el nombre a una prueba de cross, el Memorial Juan Muguerza, que llegó a tener carácter internacional.
Tomás Zubizarreta Aramberri, en fin, siempre delgado y con bastón en sus últimos años, debió de encararlo todo con la misma inquietud y sobre todo con el mismo afán de servicio a la comunidad de Elgoibar.
Cuenta su familia que Segunda, la mujer que trabajó en su casa toda la vida, le echaba «continuas broncas» para que abandonara la bicicleta porque resultaba un peligro. Pero el médico seguía yendo en bici a tomar su café al Balneario de Alzola, a tres kilómetros, y por la carretera general.
Para cuando Zubizarreta murió en 1973, la gripe española de 1918 que le llevó a estrechar lazos con sus vecinos y a ganarse su admiración, ya formaba parte de los libros y era un mal recuerdo. A quienes vivimos la Covid-19 nos queda pendiente, aún, el final de este oscuro capítulo.
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