(EFE). El fiscal ha rebajado de 20 a 15 años de cárcel su petición para el joven acusado de la muerte de Santi Coca, el menor de 17 años fallecido el 28 de abril de 2019 dos días después de recibir una paliza en el exterior de una discoteca de San Sebastián.
El Ministerio Público considera que el procesado cometió un delito de homicidio y no de asesinato como lo había calificado inicialmente, mientras que el representante de la acusación popular, que ejerce el Ayuntamiento de San Sebastián, mantiene su solicitud de 20 años por asesinato.
La defensa, por su parte, pide la libre absolución, y reclama además que se aplique a su representado de forma subsidiaria la atenuante de embriaguez y arrebato.
Este jueves se ha celebrado en la Audiencia de Gipuzkoa la novena sesión del juicio que se sigue por este caso con la presentación de los informes de las partes, tras lo cual el magistrado presidente de la sala elaborará el objeto del veredicto que se entregará al jurado el próximo lunes.
Última palabra del acusado
El acusado, que ayer declaró que la víctima fue quien le pegó un puñetazo y que él trató de devolvérselo sin éxito, ha tomado la palabra este jueves para decir que en este juicio «se han dicho muchas mentiras» y que él, de lo único que es responsable es de «salir, drogarse y responder al golpe».
«No hay nadie que le pase eso y ponga otra vez la cara. Nadie hace eso. Pero yo no he matado a nadie«, ha insistido.
La fiscal ha dicho en la exposición de su informe que la participación del joven en la agresión ha quedado suficientemente acreditada, ya que diferentes testigos -entre ellos Iker, el hermano de Santi- lo han reconocido como uno de los participantes en la pelea y otros lo han identificado por la ropa que vestía, como un pantalón blanco.
Ha remarcado que seis testigos han declarado que el procesado golpeó al fallecido, tanto cuando estaba de pie como cuando cayó al suelo, utilizando expresiones como «estaba como loco», «le dio en la cabeza como chutes a un balón de fútbol» y «le pegaba patadas sin parar con agresividad y con rabia».
La representante de la acusación pública ha contrastado la altura del acusado, 190 centímetros, frente a los 166 de Coca. «Le sacaba casi una cabeza», ha remarcado la fiscal, que considera al joven autor de un delito de homicidio con dolo eventual porque actuó «asumiendo» que con sus golpes podía matar a Santi.
Además, ha dado validez a los estudios forenses que apuntan a la muerte traumática de la víctima a causa de una lesión cerebral frente a los que no lo pueden certificar con seguridad.
La huida del acusado
La fiscal ha puesto de relieve que el acusado se estuvo «ocultando de la justicia» tras huir antes del primer juicio por estos hechos, celebrado hace un año y que se saldó con la absolución de cuatro jóvenes y la condena de un quinto a tres años y medio de cárcel por homicidio imprudente con la atenuante de intoxicación etílica.
El procesado, que ahora tiene 24 años, fue capturado el pasado 27 de febrero en la localidad francesa de Draguignan, próxima a Cannes.
El letrado de la acusación popular se ha adherido a los argumentos del Ministerio Público, y ha recordado algunos de los testimonios que se han escuchado en esta vista sobre la presunta agresividad del acusado, como el del joven que aseveró que «pegaba sin piedad, pegaba a matar».
Sin embargo, ha discrepado en lo referente a la calificación del delito. Ha señalado que fue un asesinato porque entiende que existió alevosía, ya que Coca no pudo defenderse de las patadas en el suelo porque estaba inconsciente. Ha añadido que, de hecho, en su cuerpo no se halló «la más mínima señal de defensa ni de lucha».
El abogado de la defensa, por su parte, ha rechazado la voluntad de matar de su representado y ha afirmado que este tuvo «una reacción espontánea y colérica» después de recibir un golpe de Santi Coca «sorpresivamente», aunque ha afirmado que no actúo «con la virulencia» de la que hablan las acusaciones.
«Reaccionó por instinto»
«Reaccionó por instinto. Fue un arrebato porque estaba fuera de sí«, ha agregado el abogado defensor, que ha dicho que, no obstante, no llegó a pegarle porque otras personas intervinieron de forma tumultuaria y el acusado cayó también al suelo y, tras incorporarse, se mantuvo «al margen» y no agredió a Santi ni a ninguna otra persona.
Ha relatado el acusado había fumado varios porros y tomado alguna copa antes de ir a la discoteca y que, ya allí, bebió más, fumó otros tres porros y aspiró una raya de coca, lo que dejó sus capacidades volitivas y cognitivas levemente afectadas.
Ha señalado que había dos personas que vestían pantalones blancos en el tumulto y que nadie vio cómo Santi cayó al suelo. También ha rechazado las fotografías mostradas durante el juicio porque están extraídas de un vídeo y son «muy interpretativas».
Además, se ha referido a los forenses que han señalado «que no pueden excluir al cien por cien que fuera una muerte natural o traumática» y ha recalcado que hay «suficiente material para dudar», por lo que ha recordado al jurado que, «en caso de duda razonable, debe prevalecer la prueba de descarga a favor» de su defendido.
«La voluntad de mi cliente, en ningún caso, fue matar a Santi», ha subrayado. Más información sobre el caso, aquí.