(EFE). La big band catalana La locomotora Negra recibió en el Festival de Jazz de San Sebastián de 1977 el primer premio de sus historia. Y hoy, también en el Jazzaldia, ha recogido el último, porque este grupo que celebra con una gira su 50 aniversario ha decidido abandonar los escenarios y dejar al público con ganas de más.
«O acabábamos nosotros ahora o nos acabarían más tarde», ha asegurado el pianista Tòfol Trepat, uno de los miembros fundadores de una banda que debutó en 1971 como quinteto, que se fue ampliando hasta los 17 componentes y que prefiere retirarse antes de «dar pena».
La edad es el «argumento principal» que ha llevado a La Locomotora Negra a despedirse del público, ya que siete miembros de la formación tienen más de 70 años, los más jóvenes están entre los 60 y los 70, con «algún caso raro de 45».
Lo ha explicado Trepat en una rueda de prensa en la que ha comparecido junto a sus compañeros Carles Gili (batería), Jordi Casanovas (contrabajo) y Ricard Gili (trompeta y voz), que ha ejercido como líder de un grupo cuyas decisiones han sido siempre «asamblearias» y casi siempre «por unanimidad».
Prefieren irse ahora dejando «cierta nostalgia», aunque eso no quiere decir que algunos de ellos sigan colaborando con otros músicos. «Aquí vamos a recibir nuestro último premio y es muy emocionante, supera nuestras expectativas», ha dicho Gili momentos antes de recibir en el teatro Victoria Eugenia el galardón Donostiako Jazzaldia de manos del director del festival, Miguel Martín.
El grupo que crearon cinco estudiantes universitarios se ha mantenido unido medio siglo gracias fundamentalmente a la «amistad» y a que su proyecto no dependía «de ganar o no dinero», pero también a una serie de límites que se marcaron desde el principio, como disfrutar de determinados fines de semana libres, de lo que resultaron una media de entre diez y doce conciertos al año.
Eso sí, han mantenido en estas cinco décadas una disciplina de ensayos cada lunes para preparar la música a la que han sido fieles desde el inicio, el jazz influido por el estilo tradicional de Nueva Orleans y las grandes big bands de la era del swing, como las de Duke Ellington, Count Basie y Fletcher Henderson, a las que han citado varias veces.
El «combustible» que ha movido a La Locomotora Negra todo este tiempo ha sido precisamente esa música y el disfrute que han sentido al tocarla, para «proyectar» sobre su público lo que ellos vivieron cuando escucharon a algunas de esas orquestas en directo, ha señalado Gili.
Ese gusto por el jazz, el gospel, la música afroamericana, lo fueron contagiando también a la familia, parte de la cual acabó sumándose a la banda, que entre otros cuenta «con tres Gilis y cuatro Trepat».
«Tenemos algunos partidos y también grupo mixto», ha bromeado Ricard Gili, director de una big band con «pretensiones modestas» para la que la atención que ha recibido hoy en este Jazzaldia, al que acude por tercera vez, ha sido algo «muy especial».
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