(EFE). El jefe de patrullas de la Ertzaintza que presionó a un detenido por tráfico de drogas para que le diera cocaína, a cambio de supuestos favores en el procedimiento judicial incoado en su contra, ha reconocido este viernes los hechos y se ha conformado con una condena a un año y medio de cárcel.
Inicialmente, la Fiscalía de Gipuzkoa solicitaba para él penas que sumaban seis años de prisión por un delito de cohecho y otro de infidelidad en la custodia de documentos, ya que también habría sustraído un escrito del atestado policial.
No obstante, momentos antes de la primera sesión del juicio con jurado que iba a arrancar hoy en la Audiencia de Gipuzkoa, el inculpado ha admitido lo sucedido, por lo que el Ministerio Público ha accedido a aplicarle la atenuante muy cualificada de drogadicción.
Ha considerado además que el delito de infidelidad en la custodia de documentos quedaba subsumido en el de cohecho, lo que le ha permitido rebajar su petición de penas hasta el año y medio de cárcel con el que el procesado se ha mostrado conforme, según han informado a EFE fuentes del caso.
Además de la citada pena de prisión, el agente ha sido condenado a cuatro años y medio de inhabilitación para el desempeño de cargo y empleo público y deberá abonar una multa de 360 euros.
Acuerdo de conformidad
Al haber alcanzado este acuerdo de conformidad, no ha sido preciso constituir el tribunal del jurado que iba a encargarse de enjuiciar los hechos en la Sección Primera de la Audiencia de Gipuzkoa entre este viernes y el próximo 24 de febrero, fecha en la que estaba previsto que el magistrado presidente, Jorge Juan Hoyos, les hiciera entrega del objeto del veredicto e iniciaran sus deliberaciones.
Se da la circunstancia de que el presunto traficante, que sufría una minusvalía psíquica derivada de una enfermedad relacionada con el autismo, no iba a poder comparecer en la vista dado que falleció en julio de 2020.
Los hechos se remontan al 20 de abril de 2020, fecha en la que estaban vigentes las restricciones impuestas por la pandemia de la covid-19, cuando, según el escrito de acusación de la Fiscalía, el supuesto traficante fue detenido en un control preventivo donde le fueron incautadas «diversas sustancias estupefacientes».
El texto explica que, «excediéndose de sus competencias», el acusado mantuvo varias conversaciones en los calabozos con el arrestado en las que, entre otras cosas, le prometió que iba a recuperar 1.700 euros y dos teléfonos móviles que le habían sido requisados, gestión por la que le pidió 500 euros.
Además, le escribió su número de teléfono en el brazo, al tiempo que le amenazó con «crujirlo si no colaboraba» con él y no le llamaba cuando fuera puesto en libertad.
A consecuencia de estas presiones, una vez liberado, el policía se desplazó al domicilio del supuesto traficante, donde los consumieron cocaína y, antes de marcharse, el ertzaina recibió otro medio gramo de cocaína a modo de «regalito», como contraprestación para recuperar los 1.700 euros.
Nuevas dosis
En los días posteriores, el presunto traficante entregó nuevas dosis de droga al agente. Además, éste le pidió que colaborara con él y le diera «una lista con nombres» porque de lo contrario «saldría perjudicado en el juicio pendiente» por su detención.
En otra de estas oportunidades, el policía hizo entrega al varón de distintos artículos y varios medicamentos «procedentes de la Ertzaintza», «como pago de la sustancia estupefaciente suministrada».
La Fiscalía detalla en su escrito que todos los contactos entre el policía y el presunto traficante, entre los que se incluyen decenas de llamadas telefónicas e interacciones en redes sociales, tuvieron como objetivo la consecución de un abastecimiento de cocaína gratuito a cambio de «indebidas e ilícitas promesas de favorecimiento» en el juicio que el supuesto traficante tenía pendiente.
Esta situación concluyó el 25 de abril, cuando el supuesto traficante volvió a ser interceptado en otro control policial en San Sebastián y «en la confusión del momento» puso al acusado al teléfono con uno de los agentes actuantes.
El presunto traficante relató finalmente todos estos acontecimientos a su hermano, quien acudió al Servicio de Asuntos Internos de la Ertzaintza para relatar lo sucedido y hacer entrega de tres grabaciones en las que el agente procesado aseguraba a su pariente que «el juicio iba a salir bien y que a cambio éste tenía que portarse bien con él cuando le pidiera algo».
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