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Tribunales

El empleado de un estanco de Donostia admite haberse quedado con 1.100 euros pero no con 100.000

Alega que unos días antes de su despido la propietaria del negocio estaba "muy nerviosa" y buscaba "albaranes y facturas" porque era investigada por Hacienda

(EFE). El empleado de un estanco de San Sebastián ha reconocido este miércoles haberse quedado con 1.100 euros de la caja del negocio, pero ha rechazado que la cantidad superara los 100.000 euros como le imputan la Fiscalía y la acusación particular (que ejerce la dueña del negocio), que reclaman seis años de cárcel para él.

Las acusaciones mantienen que los hechos, que han sido enjuiciados este lunes en la Sección Primera de la Audiencia de Gipuzkoa, tuvieron lugar entre los años 2018 y 2019, cuando el procesado, contratado en 2017 debido a la «intima amistad» que la dueña del estanco tenía con sus padres, se habría apoderado de un total de 100.511 euros.

Durante este período, el trabajador se habría quedado con dinero de las ventas que luego no habría ingresado en la caja registradora y, para evitar ser descubierto por los descuadres de contabilidad, presuntamente no validaba o actualizaba las ventas en la terminal o anulaba las operaciones.

En el juicio, el procesado ha reconocido haberse quedado con dinero del negocio, algo que también admitió ante la propietaria tras ser sorprendido en agosto de 2019, cuando asimismo le pidió «perdón» porque le había sustraído 1.100 euros por «un problema económico» que tenía en aquel momento, ha aclarado.

Este hombre ha desvelado que en aquel momento «no se sentía nada bien» y estaba «arrepentido» porque cometió «un error» por el que, según ha comentado, pagó «un alto precio» ya que, como ha explicado, devolvió la cantidad sustraída, fue despedido y no cobró su finiquito ni la nómina del último mes.

Se quedó con dinero

En cualquier caso, ha insistido en que no tiene «nada que ver» con los más de 100.000 euros que le reclaman las acusaciones, ya que él sólo reconoce haberse quedado con «una parte» del dinero de los últimos días previos a su despido.

No obstante, a este respecto, ha recordado que unos días antes de su despido la propietaria del estanco estaba «muy nerviosa» y buscaba «albaranes y facturas» porque estaba siendo investigada por Hacienda.

El encausado ha aclarado también que fue contratado en un proceso de selección en el que pasó dos entrevistas y del que se enteró por terceras personas y ha mantenido que no fue contratado por la amistad que su madre tenía con la propietaria del negocio.

Por su parte, la dueña del local ha afirmado que contrató al inculpado porque conocía a su familia, con la que mantenía una relación «muy estrecha», por lo que confiaba en él «sin ninguna duda», hasta que un día le vio abrir el cajón de la máquina registradora y quedarse con dinero.

La testigo ha comentado que, al pedirle explicaciones por este comportamiento, el empleado le dijo que había metido monedas en la caja, si bien luego comprobó a través de las grabaciones de las cámaras de seguridad que se había quedado con dinero también en otras oportunidades.

No regresó al trabajo

La propietaria ha detallado que, después de pedirle nuevamente explicaciones, el empleado admitió finalmente haberse quedado con dinero, tras lo que en los días siguientes no regresó al trabajo, por lo que tuvo que remitirle un burofax con su despido, sin haber llegado «en absoluto» a ningún acuerdo con él para este trámite.

En otro momento de su comparecencia, la declarante ha dicho no conocer con precisión el perjuicio económico sufrido. «Justo, justo no lo sé», ha indicado. Una situación que ha justificado porque no suele tener «stock de producto en el almacén y hasta que sucedió este incidente, iba comprando según necesitaba.

A partir de este momento, ya se puso «las pilas», hizo inventario para poner todo al día y se encontró con que «estaba todo en negativo», ha detallado.

Preguntada por el abogado de la defensa sobre si no se alarmó con anterioridad por un eventual «descuadre» de las cuentas, dado que los hechos se produjeron a lo largo de dos años, la mujer ha manifestado que la situación económica del negocio «era muy buena» y que siempre ha tendido «muchísimo dinero en la cuenta» que estaba «muy saneada» ya que tenía una facturación anual media de unos dos millones de euros.

No obstante, sí ha reconocido que en un momento dado vio que «progresivamente la cuenta iba bajando» y a ella no le salían «las cuentas» pero ha aclarado que «en ningún momento» se le pasó «por la cabeza» que un empleado le estuviera «cogiendo dinero».

Esta previsto que el juicio se reanude el 11 de abril, tras la incorporación de una nueva prueba documental en el trámite de cuestiones previas que aún debe ser examinada por las partes.


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