“Es la peor noticia que podíamos comunicaros. La noticia que nunca te gustaría dar”. Así empieza el comunicado que el pasado 22 de abril difundió la orden religiosa de María Inmaculada en su página web y en el que anunciaba, por sorpresa, el punto y final del centro de Formación Profesional de Gros. Tras un recorrido educativo de más de 50 años, la Congregación justificaba su decisión por la “escasez” y el “envejecimiento” de las propias religiosas, el “descenso progresivo” del alumnado y la escasez económica que achacan a un modelo de concierto “del todo insuficiente”.
El fin de ciclo ha pillado con el pie cambiado a las 14 trabajadoras, 13 docentes y una secretaria, que no saben que será de su futuro laboral. En este colegio se imparten los ciclos formativos de grado medio (administración, comercio y enfermería), así como la Formación Profesional básica en su rama de actividades domésticas y limpieza de edificios, además de la de servicios comerciales. María Inmaculada ha contado este curso con un total de 150 alumnos que, en caso de que quieran continuar con los estudios, deberán hacerlo en otro centro.
Son las 13:02. Media docena de profesoras despliega una pancarta en la puerta con un mensaje rotundo: María Inmaculada ez itxi. Según afirman, el 30 de agosto se les acaba el contrato y su relación con las monjas del convento de la avenida Ategorrieta es nula. Algunas de las manifestantes llevan trabajando 20, 25 y hasta 40 años en este colegio que forma parte de la red vasca Kristau eskola. Una mujer reparte octavillas a los paseantes con frases como “Con la educación negocio NO”. En un breve receso asegura que, a estas alturas, lo que busca el profesorado de María Inmaculada es “una salida laboral lo más digna posible”. Lo tienen asumido: en septiembre se quedan sin empleo. Después de 25 minutos de protesta bajo a un sol abrasador, recogen la pancarta y vuelven al interior.
La posible construcción de un hotel de cuatro estrellas, junto con un restaurante y un supermercado, planea como un nubarrón sobre este gran edificio que también limita con las calles José María Soroa y Marino Tabuyo. La congregación, que nació en 1847 de la mano de la navarra Vicenta María López y Vicuña, lleva instalada 101 años en este lugar. Al conflicto laboral se le ha sumado la intención del ayuntamiento gobernado por el PNV-PSE de hacer un uso terciario del solar, manteniendo, eso sí, el antiguo convento. De momento, la comisión de Urbanismo no ha dado luz verde al proyecto y el plan hotelero está paralizado.
Las trabajadoras no se fían y creen que tarde o temprano la operación urbanística, «con todo tipo de intereses especulativos», se llevará a cabo. En todo caso su situación, dicen, seguiría siendo la misma. “Es cuestión de tiempo que se construya un hotel. Aprobarán su licitación en el próximo pleno o el siguiente, pero nosotras ya no tenemos estudiantes. Nos quedamos sin trabajo. Si ocurriese un milagro y no se llevase a cabo el proyecto, que no lo esperamos, seguiríamos igual. Nos dijeron que cerraban la escuela y a los alumnos les hemos dicho que no habrá curso”.
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