Un emotivo vídeo en el perfil oficial del Ezkurra en sus redes sociales encendió algunas alarmas, de modo que por ejemplo, hay quien pensó que cerraba sus puertas otro establecimiento histórico de la ciudad. Pero no. Este no es un adiós, sino un hasta luego que continuará su actividad, literalmente, a la vuelta de la esquina. El bar Ezkurra de Gros (calle Miracruz, 17), especialmente reconocido por su legendaria ensaladilla rusa y la tortilla de patata, una exquisitez, abandonará próximamente el local en el que ha estado durante décadas para trasladarse unos metros más adelante, al lado del bar Kixkurra de la calle Gloria, en el número 4.
El propio texto en euskera del tuit que acompaña el vídeo en la red social X, antes llamada Twitter, da algunas pistas sobre los pasos venideros: “Ha llegado el momento de decir hasta luego. Nos vamos, pero no nos iremos lejos ya que estaremos por aquí cerca. ¡Gracias de todo corazón y hasta pronto!”. Joseba Balda, al frente del negocio familiar desde 2002, seguirá llevando el timón en su nueva ubicación en un establecimiento “más amplio, con una barra parecida a la de ahora, también larga, con terraza y una cocina más grande donde podrán hacer ensaladillas con más comodidad”, explica el periodista Aitor Azurki, responsable de comunicación del bar. ¿Habrá cambios significativos? “Mantendrá el mismo espíritu, la carta será la misma y se apostará por la autenticidad”, añade Azurki.
Las obras de reforma del nuevo local arrancarán “los próximos días” con la idea de que no se demoren “demasiado” en el tiempo. La mudanza será rápida y el cambio se realizará en breve. Pero desde el bar no se atreven a poner una fecha para su inauguración: pueden ser varias semanas, seguramente en febrero estará todo listo. “Con las obras nunca se sabe”, apuntan. Lo que es seguro es que durante este periodo de transición las puertas del Ezkurra estarán abiertas al público, despachando decenas de raciones de ensaladillas, pintxos de tortilla, croquetas, hamburguesas, bocatas, menús, etc. Como siempre. Recientemente el Ezkurra fue distinguido por el Instituto del Pintxo y fue seleccionado en su guía en un acto celebrado en el teatro Victoria Eugenia.
Son días con una alta carga emocional, sobre todo para Joseba Balda. Su padre, José Mari, ya fallecido, y sus tíos, Enrique y Alejandro, compraron el local en julio de 1960, que en esa época ya se llamaba Ezkurra. Por aquel entonces también se elaboraban ensaladillas, “una receta que se ha perfeccionado con el tiempo”, cuenta Aitor Azurki. “Al menos desde la década de 1930 existe constancia de un bar llamado Eguren” en este mismo lugar. Al parecer, en tiempos de la Guerra Civil su dueño se marchó al exilio y se lo quedó su cuñado, Elías Ezkurra. De ahí viene la nomenclatura. Entre medias “la gestión pasó por varias manos” hasta que irrumpió la familia Balda hace casi 64 años.
En la actualidad, el establecimiento sigue perteneciendo a Enrique y Alejandro. Por ahora, no ha trascendido cuál será su uso y que será de él. Según Azurki, ha habido “muy buen rollo” entre todos los familiares a la hora de abordar el cierre del local de la calle Miracruz y pasar a uno más grande para seguir así dando mecha a las ensaladillas y tortillas. “Joseba se ha ido cómo y cuándo él ha querido y, al ver esta oportunidad, decidió que había llegado el momento de irse”.
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