“Este es el tiempo del cambio, / el futuro se puede tocar. / Nacen cronistas, brujos y santos y alucinan con lo que vendrán”. Los primeros versos del viejo tema ‘Año 2000’ de Miguel Ríos sirven como perfecta banda sonora para la nueva era que ha estrenado en 2022 el músico donostiarra David Pisabarro, más conocido con el alter ego de Ghost Number. Su proyecto musical, con continuos cambios en la formación, se ha abierto a nuevos estilos musicales con el disco Venenos y demonios (2022), cantando íntegramente en castellano, y de la mano de un sello independiente y prestigioso como Folc Records.
En la reseña de la web Giradiscos lo comparan con el “fantasma cabaretero de Tom Waits”, una descripción que acompañan de un universo ficticio de “muertes, vampiros e infiernos, venenos, Lucifer y puñales”. La publicación musical se ha rendido ante el nuevo trabajo del grupo de San Sebastián: “(…) Firman un disco mayúsculo, sabiamente condimentado y aderezado, reclamando su pódium de grandes formaciones de rock patrio”. Entre la prensa especializada, no son los únicos que han puesto por las nubes el LP del grupo de San Sebastián.
Las de Ghost Number son canciones oscuras como el carbón que, milagrosamente, se convierten en atemporales y festivas. Pisabarro se erige en uno de nuestros músicos más singulares: se adentra en el infierno para, sobre las brasas de la tierra, invitarnos al baile, el desenfreno y el exorcismo. Venenos y demonios es la anatomía de un akelarre muy particular y, asimismo, de un viaje largo y tortuoso condicionado por una depresión.
Suena a cliché, pero las críticas del nuevo disco son mejores que nunca.
La verdad es que desde los medios nos han hecho caso (gracias), han llegado críticas muy buenas y bonitas y eso nos ha hecho muchísima ilusión (más gracias aún). No sabíamos qué esperar de un disco tan peculiar como Venenos y Demonios, así que estamos muy contentos con ese feedback tan bonito.
El grupo se ha reinventado tras la pandemia: ha perdido el apéndice and His Tipsy Gypsies, cantáis en castellano…
Apendicitis tuvimos ya allá por 2019. En cuanto a lo de “reinventarse”… ¿Sí? ¿Tú crees? Me encanta explorar y probar, así que supongo que para mí son pasos muy naturales. Diría que más que reinventarnos hemos seguido expandiéndonos.
¿Dirt & Other Spells quedó sepultado por el coronavirus? ¿Fue una oportunidad perdida?
Totalmente. A nosotros como grupo nos hizo muchísimo daño en todos los sentidos. Con From Dawn to Dust (2017) todo fue muy bien, tanto a nivel de críticas como de acogida en los escenarios. Éramos un grupo novel, independiente 100% y que por nuestra cuenta, sin ayuda de nadie, pudimos patearnos la península de arriba abajo ¡con un total de 8 personas!
Dirt & Other Spells (2019) debía ser un poco como una reválida, funcionar para mejorar y asentar las “buenas bases” que habíamos tenido. Lo primero que nos encontramos es que nadie (medios especializados, pero también salas, promotores y festivales) nos hacía caso. Aun y todo, conseguimos recabar una buena cantidad de fechas, incluso por Europa, para empezar a girar y presentar el disco… en marzo de 2020. Hablando en plata, fue una auténtica putada.
¿Cómo le diste la vuelta a la situación?
En vista de que no había conciertos, invertí el tiempo de 2021 para componer un nuevo disco lo más rápido posible y poder así también tocar. Pero seguían sin llegar los conciertos… Ahora nos encontramos con un tercer trabajo (en cinco años, que se dice rápido) y para la gran mayoría de medios, salas y promotores, con ese vacío que nos creó la pandemia, es casi como si estuviéramos debutando.
¿Qué tienen las sombras y el lado más sombrío que te atraen tanto? Dices en ‘Pal Infierno:’ “Algo oscuro había en mi corazón / siempre con peso. / Me enseñó a brillar en el dolor / He aprendido que no hay nada malo en el infierno”.
A bote pronto te respondería que no lo sé, pero que siempre ha sido así. Al final, en lo velado existe también una atracción, una especie de invitación subyacente hacia lo desconocido y, por lo tanto, imagino que también hacia el aprendizaje. También podría decir que es en las zonas sombrías donde lo brillante se ve de forma más clara. En el caso de la letra que mencionas, como en todas las canciones del disco, aunque puedan no parecerlo, están muy influenciadas/basadas en el paso por una depresión. Esta en concreto habla mucho de un momento en el que pensé que el infierno era una forma de vida y pensaba que, quizás, hasta estaba bien y todo. Obviamente, no es así.
En Instagram me sorprendió mucho un mensaje que decía que “lo mejor” que podíais hacer todos los días sería “dejarlo”, pero que vais a seguir adelante “hasta que no haya más”. ¿Qué querías decir exactamente?
Vaya, pensaba que había sido bastante explícito, jajaja. Literalmente quiere decir eso. De todas las cosas que recibo cada día derivadas directa o indirectamente de este proyecto, un 80% son cosas duras/desagradables y el restante 20%, bonitas y/o enriquecedoras. Así que lo más inteligente que podría hacer todos los días sería dejar de intentar seguir con un proyecto como Ghost Number. Musicalmente es algo que me llena y me flipa hacer, pero todo lo que hay alrededor es, por decirlo de una forma real pero no muy basta, hostil, desagradable y lejana a cualquier zona de salubridad mental. La música es maravillosa, los zarzales que la rodean son puro veneno.
¿Ghost Number es un proyecto abonado a un circuito independiente y del gusto de críticos y fans de la música alternativa? ¿Hay margen para crecer y dar el salto a públicos más amplios?
Ghost Number podría estar en casi cualquier circuito que sea abierto y quiera un bolo peculiar y que les haga pasar un muy buen rato, incluso aunque no nos hayan oído de antes (ale, no tengo abuela). Si quieres un tipo de música muy específico pues no, porque no recreamos un estilo. Hacemos el nuestro, que es una amalgama de muchos con nuestro toque y ya. Por lo demás, creo que es música bastante apta para todos los públicos.
Si con “crecer y dar el salto a públicos más amplios” te refieres a que lleguemos a un nivel tipo, yo qué sé, Love of Lesbian o algo así, podría ser, ojalá, pero lo dudo. Ahora mismo, un promotor ve un banjo y piensa: “Esto es música para puretas”, como nos pasó hace nada con un festival bien conocido. No les culpo, pero simplemente ni nos han escuchado ni han visto un directo nuestro.
Os veo cada vez más en la liga, si es que la hubiera, de los Limboos, Guadalupe Plata, Los Estanques, Quentin Gas y los Zíngaros…
¿A qué te refieres?
Me refiero a que si os sentís que podríais formar parte de una comunidad fragmentada, pero con evidentes conexiones musicales entre todas esas bandas.
Todos esos grupos que mencionas me gustan un montonaco. No sólo porque me gustan y ya está, sino que me parece que ofrecen unos directos de la hostia y una propuesta con personalidad. No sé si tenemos un nexo estilístico común y desde luego no compartimos emplazamiento, así que diría que ni comunidad ni fragmentada. Lo digo con toda la seguridad del mundo: ahora mismo en toda la península hay una cantidad y una calidad de grupos y artistas flipante.
¿Que os fiche un sello de Madrid (Folc Records) es el síntoma de que se os hace más caso en la escena española que en la vasca?
En ninguna escena se nos hace mucho caso (risas). De lo que no hay duda es de que si no fuera por la pedazo de gente de FOLC Records posiblemente no hubiéramos podido publicar el disco en formato físico. Han sido de los pocos dentro de la industria de la música que nos han apoyado en algún momento en estos 8 años de trayectoria, así que no podemos estar más agradecidos.
Los grupos pequeños, fuera del circuito institucional, cada vez lo tienen más difícil para tocar. No encuentran salas y las pegas son cada vez mayores. ¿Se ha vuelto más complicada la vida del músico de rock?
¿Cuándo no lo hemos tenido difícil? Dime cuántos músicos/bandas/ artistas conoces y cuántos intentan dedicarse a ello a nivel profesional. De estos últimos, ¿cuántos lo consiguen y cuántos pueden vivir de ello? El porcentaje es casi tan bajo como los royalties que te paga Spotify por reproducción. Dicho esto, y respondiendo directamente a tu pregunta, para los músicos siempre ha sido difícil y si la coyuntura global se hace más complicada, hay un extra añadido de complejidad.
Durante los meses de pandemia, de repente, cultura éramos todos. Si tu ahora escribes a una sala para tocar (a un festival ya ni te cuento) a un medio, a una radio o a quien sea, sigues siendo la última mierda. Con suerte, de 100 mails recibes una respuesta.
¿Qué os da y qué os quita vivir en una ciudad de provincias como Donostia?
Por un lado, en muchos de los conciertos que das siempre hay algún buen amigo y eso siempre es genial. Va a ser la ciudad en la que mejor funcione un directo tuyo. Ahora, tú que eres periodista lo sabrás: ¿qué pasa si haces conciertos y llevas a unas 300 personas siempre a salas en Madrid? Joder, la petas, sales en todos lados, en Radio 3 te aman, apareces en los medios especializados, incluso te llaman sin que tú les escribas y todo… ¿Qué pasa si lo haces en una ciudad de provincias? No creo que tenga ningún tipo de relevancia ni importancia más allá de la gente que ha ido a ese concierto y se lo ha pasado bien.
Para los haters que hayan llegado hasta aquí: no digo que por vivir en una ciudad más grande se tenga todo hecho. Un grupo casi nunca lo tiene fácil y no regala nadie nada. Solo digo que hay más probabilidades que en una ciudad más pequeña. Y de nuevo, por si alguien le va a sacar punta, ¡me encanta vivir en Donostia!
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