El buque gipuzkoano de rescate Aita Mari de la ONG Salvamento Marítimo Humanitario (SMH) tenía previsto zarpar ayer desde el puerto base de Burriana (Castellón) rumbo al Mediterráneo Central. 3 meses después de su anterior misión, Aita Mari vuelve a navegar.
El pasado 22 de febrero el Aita Mari llegó al puerto de Vinaroz dando por concluida su primera misión del año. Consiguió rescatar entonces a 176 personas en situación de peligro, en condiciones precarias y desesperadas en dos intervenciones sucesivas (105+71). Entre ellas 116 hombres, 18 mujeres y 42 menores. Además asistió a un bote en peligro abarrotado con 280 personas.
Desde entonces se ha trabajado con intensidad en labores de reparación y mantenimiento del barco para poder llevar a cabo esta nueva misión de rescate, la segunda del año.
A bordo Izaskun Arriarán coordinará la labor sanitaria junto a enfermeras, marineros y voluntarios.
Esta misión, cuenta con dos peculiaridades a diferencia de las anteriores. Tras partir de Burriana, se realizará una escala en el Muelle de Industria Pesquera de Mallorca hoy de 17h a 21h y mañana de 10h a 14h y de 17h a 21h en colaboración con la entidad Fons Mallorqui de Solidaritat i Cooperació. Además, en esta ocasión, Aita Mari llevará a bordo una obra de arte denominada ‘Bikonbota’ del artista Alfredo Bikondoa, que representa una parte de su reciente proyecto.
Más que cifras
En lo que llevamos de 2022 han muerto más de 800 personas en el mar en su travesía en busca de refugio. La travesía sur es por la que más gente intenta llegar a un destino mejor y en las que más muertes se han producido.
Mientras haya guerras habrá migración, recuerdan desde la ONG. Desde 2011 el nivel de flujo migratorio en el mediterráneo por culpa de las guerras se ha mantenido, y en países como Senegal o Túnez la pandemia derivada de la COVID-19 ha obligado a muchos a buscar una salida por motivos económicos.
Esta misma semana Aegean Boat Report ha denunciado que los guardacostas griegos han interceptado una barca con 107 hombres, mujeres, niños y niñas, en su mayoría afganos, la han destruido y tras obligarles a meterse en balsas de plástico sin motor, los han abandonado en aguas turcas. Estas devoluciones no son casos aislados, suceden a menudo y Europa los financia, denuncian desde SMH.
«Son terroríficas las historias que nos cuentan las personas rescatadas por el Aita Mari que han pasado por Libia. Torturas, violaciones, disparos arbitrarios, encarcelamientos y venta de personas son algunas de las barbaridades que tienen que soportar personas cuyo único delito es haberse visto obligadas a abandonar su país», expresa la tripulación.
Una situación promocionada por la Unión Europea, que firmó hace 5 años un acuerdo con Turquía por el que ya ha pagado 455 millones de euros para controlar los flujos migratorios y otros 57 millones para gestión de fronteras. Es decir, para impedir que las personas migrantes o refugiadas puedan llegar a Europa.
Aita Mari lleva operando en el Mediterráneo desde noviembre de 2017 y desde entonces ha realizado siete misiones, siendo ésta la octava, con un total de más de 700 vidas salvadas.
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