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«El ‘Aita Mari’ es imprescindible, la gente se está ahogando»

El día se acerca, se acerca mucho. Al antiguo pesquero ‘Aita Mari’ le queda poco tiempo amarrado en Pasai Donibane,

Iñigo Gutiérrez, voluntario de SMH. Foto: Santiago Farizano.

El día se acerca, se acerca mucho. Al antiguo pesquero ‘Aita Mari’ le queda poco tiempo amarrado en Pasai Donibane, donde permanece expectante desde que concluyó su reforma para convertirlo en un barco de rescate humanitario. Todo lo más que ha podido moverse ha sido para probarse, cerca de puerto. Pero por fin, tras desatar la larga traba burocrática que lo atenazaba y atender a los últimos preparativos, va a llegar el momento. La semana que viene (entre el 14 y el 16 de enero de 2019) podrá lanzarse hacia la más prodigiosa de las aventuras: salvar vidas en el Mediterráneo, y esquivar mientras tanto las trabas de quienes no desean que lo haga.

«Estamos trabajando a tope, la tripulación está metida ‘a saco’ con el barco», explica Iñigo Gutiérrez, voluntario de la ONG guipuzcoana Salvamento Marítimo Humanitario (SMH), que adquirió y acondicionó el buque. Ayer se terminó de montar «el eje de la hélice», un problema técnico de última hora que se detectó antes de Navidades. «Hoy están pasando la inspección sanitaria», y mañana «se pasará la de pabellón blanco». Si todo está correcto, solo faltará cargar el material y salir.

La primera travesía va a ser breve, apenas acercarse a Bilbao, para que los donantes vizcaínos puedan contemplar por un rato el barco que también ellos están apoyando. Al día siguiente, nueva singladura, ya hasta el puerto base, «que todavía no sabemos cuál es», aunque seguro que estará «en Cataluña o Baleares». Allí se descargará el material que sobre al principio, y en cuanto puedan zarparán «rumbo a Libia», a las zonas de rescate. Gracias al trabajo de reforma, que ha dejado más espacios diáfanos en el barco, está homologado para navegar con 150 personas a bordo.

De 15 a 17 personas completarán la tripulación del ‘Aita Mari’. Siete serán tripulación profesional (capitán con los dos oficiales, jefe de máquinas…), y el resto una dotación de voluntarios que formarán el equipo de rescate, el equipo sanitario, el cocinero y dos periodistas en cada misión, ya que «queremos que sean testigos de lo que ocurre. Nosotros no tenemos nada que ocultar, no somos parte de una mafia que está traficando, ni mucho menos», aunque algunos gobiernos quieran tratar así a algunas ONG de rescate.

Y barcos como el ‘Aita Mari’ son imprescindibles «en el agua», por algo tan sencillo como que «la gente se está ahogando» en esa región, a un ritmo «de un muerto diario desde que empezó el año. Que se sepa», porque, según las estadísticas, por cada cuerpo sin vida recuperado del mar, hay dos del que no se tienen noticias. Es de suponer qué ha sido de ellos. En 2018 hubo más de 2.000 muertos oficiales en la zona, que realmente serían tres veces más.

Operaciones llenas de incógnitas
Cada misión durará entre 20 y 25 días, dependiendo también de la meteorología, pues «el mar siempre manda»; el viaje de ida y vuelta ya se come ocho días. Después, hay que tener en cuenta cuánta gente se rescate y en qué condiciones esté, para decidir los siguientes pasos en cada misión. Sin olvidar tampoco que muchos gobiernos mediterráneos no están facilitando las tareas de rescate y desembarco. Eso es una incógnita. 

«Hasta el año pasado, la mecánica era recogerlos y llevarlos a puerto seguro a Italia». Pero «desde que Salvini cogió el poder y ha cerrado los puertos italianos» (el ultraderechista Matteo Salvini, ministro italiano del Interior), ahora mismo hay «vacíos» y «nadie sabe dónde tiene que ir». Cita como ejemplo a otros barcos, como el de «los compañeros de Sea Watch», una ONG alemana cuyo barco lleva 19 días bloqueado en el mar y con varias decenas de rescatados a bordo, sin que les asignen puerto alguno. Eso va «contra los más fundamentales derechos».

En este aspecto, admite Gutiérrez, la improvisación va a ser «total». Comenta que ayer tuvieron una reunión con un gabinete de abogados para tratar de exigir legalmente «una protocolización de la respuesta», pero hoy día «es imposible», porque «hay un montón de vacíos legales y de leyes superpuestas», que dan plazos de hasta siete años para que les respondan…

Agradecidos
Tras tanto tiempo esperando esos permisos, ¿llegaron a dudar de si el barco nunca zarparía? «Hay momentos de incertidumbre», admite Iñigo. «Pero la determinación es clara». Empezaron hace tres años «yendo para tres meses a la isla de Quíos», Grecia, donde «mantenemos un equipo sanitario que está pegándose todos los días allí», ahora mismo luchando contra una ola de frío, «en unas condiciones infames, para mantener a la gente viva».

SMH aplaude el «mucho apoyo» de las administraciones públicas de Euskadi, que «a dios gracias, no se han puesto de espaldas» ante el problema. También les ayudan muchas colectivos sociales, como los «Hotz de Legazpi, Zarautz, Oñate, Bergara, etcétera…», grupos de apoyo a refugiados y desplazados que son quienes «mantienen vivo este proyecto». Por si fuera poco, cuentan con «una base de voluntarios que trabajan duramente todos los días del año: para conseguir la financiación, para justificar los gastos, organizar eventos…». Insiste en la transparencia del proyecto Maydayterraneo en el que se engloba el ‘Aita Mari’.

Resulta hasta chocante que, quien va a rescatar a otros, no se canse de agradecer. «Si no es por una sociedad que todavía cree en la solidaridad, esto no sería posible. Nosotros consideramos que el barco no es nuestro», sino «de la sociedad de aquí», que les ha apoyado para que la partida esté tan cerca.

En los peores momentos, la idea seguía rebotando en sus cabezas: «Hay que ir, hay que ir y hay que ir». No hay nada más enérgico que «defender, en definitiva, el derecho a la vida».


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