(EFE). El joven acusado de la muerte de Santi Coca, fallecido en abril de 2019 tras recibir una paliza en San Sebastián, ha asegurado que fue la víctima quien primero le pegó a él un puñetazo y que él intentó devolvérselo sin éxito pues, aunque llegó a agarrarlo con una mano, no pudo pegarle al caerse la suelo en el tumulto que se había formado.
El procesado ha declarado este miércoles en la octava sesión del juicio con jurado que se sigue por estos hechos desde la semana pasada en la Audiencia de Gipuzkoa, una vez finalizadas el resto de pruebas testificales y periciales.
Durante su comparecencia, el inculpado, que ha respondido sólo a las preguntas de su abogado, ha recordado que, después de haber pasado todo el día fumando porros, la madrugada del 26 de abril de 2019 llegó junto a un grupo de amigos a la discoteca Gu, donde bebió varias copas y consumió cocaína, tras lo que abandonó la sala de fiestas y vio a un grupo de gente y un follón montado junto a unos jardines al que en un primer momento se quedó mirando.
No obstante, al descubrir allí a varias de las personas con las que se había desplazado en coche desde Irun a San Sebastián, decidió acercarse para ver qué pasaba.
En ese momento vio a un «chaval», a quien ha identificado como Santi Coca, que se le acercó «encendido» y que le espetó: «tú no te metas» antes de propinarle «un puñetazo muy fuerte en el pómulo» que le hizo retroceder varios pasos porque no se lo esperaba.
Sintió un impulso
Según ha comentado, en ese momento sintió «un impulso» que no pudo «controlar» por la «rabia» que le invadió al ser golpeado sin haber hecho «nada» y pensó: «ahora te lo devuelvo yo», mientras Coca había empezado a irse hacia atrás «retando»: «uno contra uno, uno contra uno», hasta que chocó con una persona, y otras que iban detrás de él lo llevaron hasta la pared de la discoteca.
El inculpado ha indicado que él se les acercó entonces y llegó a agarrar con una mano a Coca porque «sólo le quería devolver» el puñetazo», pero la víctima empezó a mover las manos «para todos los lados» y, en el barullo de más personas que se formó, él no tuvo tiempo de golpearle porque se cayó al suelo, «voló», y se hizo una lesiones en la mano al apoyarla en el firme.
Ha relatado que fue uno de sus amigos quien le «sacó» entonces del tumulto y se lo llevó a una esquina, donde siguió «enfurecido» por la situación que había vivido, además de estar afectado por el consumo de alcohol y drogas, y porque había perdido su gorra durante el suceso.
Ha aclarado que en ese instante él quería volver al lugar del incidente porque quería recuperar su gorra, pero una chica y su amigo no se lo permitieron, lo tranquilizaron y éste último le aseguró que él iba a recuperársela.
Una pelea de «todos contra todos»
Tras opinar que lo sucedido fue una «pelea» de «todos contra todos», el encausado ha recordado que, al abandonar el lugar, aún se quedó gente allí y que, mientras él se marchaba andando con otros amigos, fueron interceptados por un ertzaina.
Ha justificado que al ser preguntado por lo ocurrido en un primer momento dijera a la Policía que no había pasado nada porque «no quería malos rollos», sin ser consciente aún de la «gravedad» de lo sucedido y de que todo «iba a terminar así», aunque luego lo admitió y se asustó cuando les comunicaron que «el chaval estaba mal».
«Ya lo siento», ha expresado el procesado, quien ha dicho hablar en su nombre y en el «de todos», en alusión a los otros cinco jóvenes que fueron juzgados en una primera vista que se celebró mientras él estaba fugado y en la que sólo uno de ellos fue condenado. «Espero que se resuelva ya», ha concluido.
Está previsto que la vista continúe mañana con las conclusiones definitivas de las partes y la exposición de sus informes finales ante el jurado, tras lo que el inculpado tendrá la oportunidad de decir la última palabra en el juicio. Más información, aquí.
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