(EFE). «Los colegios no tienen la culpa de que haya ‘bullying’ en sus aulas» porque el acoso escolar es «un reflejo de la sociedad adulta» que debería «normalizarse» en lugar de tratar de ocultarse.
Desde esta premisa parte un modelo «novedoso e integrador» de abordar el «bullying», el que ha puesto en marcha el Instituto INbuyen de San Sebastián, fundado recientemente por Eider Centeno, una madre de hija acosada por sus compañeras que también sufrió maltrato en su infancia.
El caso de su hija fue «leve», estuvo motivado por «la envidia» de sus amigas y acabó con su cambio de colegio a los 13 años, pero ella lo padeció hasta terminar el bachillerato y desde los 6 años, cuando le pusieron un aparato en una pierna por una enfermedad en la cadera.
A partir de entonces, se convirtió en «la niña de la pata de hierro», a la que hacían «pasillos», «dejaban al margen» y «humillaban», situación sostenida a lo largo de los años que le ha provocado «pesadillas» hasta más de los 40.
«Entonces nadie hablaba de acoso escolar», recuerda Centeno en una entrevista concedida a EFE con motivo del Día Internacional contra el «Bulliyng» o Acoso Escolar que se celebra este 2 de mayo.
Pese al tiempo transcurrido, «no se ha avanzado mucho» en el abordaje de esta problemática, afirma la experta, que agrega que, a diferencia de lo ocurrido con la violencia machista, la que existe entre alumnos debe ser «visibilizada» en vez de «ocultada» y, de alguna manera, «normalizada» porque «está en la sociedad».
«No se consigue nada tapando los casos o acusando a unos u otros», sino que hay que «naturalizar» el problema, «quitarle estigmas» y «trabajar todos juntos para llegar al fondo y lograr reducir los casos», ha considerado.
Según un informe difundido hace unos días por el Instituto de Evaluación e Investigación Educativa, del Departamento vasco de Educación, el 19% de los escolares dice ser víctima de «bullying», cantidad que sube al 20,3% entre los alumnos de Primaria y baja al 17,8% en los de Secundaria.
El estudio, hecho con los resultados de una encuesta a casi 14.200 estudiantes de 95 centros educativos vascos, desvela que casi el 15 % de los niños de Primaria y más del 24 % de Secundaria que sienten acoso, no se lo cuentan a nadie.
Cuando hay maltrato, los profesores o padres intervienen sólo en un 31 a 32 % de los casos, indica el informe, que estima que el acoso sexual y el «ciberbullying» es el tipo menos frecuente en estas etapas, donde predominan los insultos, las agresiones físicas y a las pertenencias y la exclusión social.
Para la directora de INbuyen, estas cifras no hacen sino entrever la dimensión real del problema que, a su juicio, es estructural y «un reflejo de la sociedad» que, «en general, es bastante violenta, sobre todo verbalmente».
«¿Quién se libra de haber insultado o enjuiciado a alguien en voz alta para la ‘galería’?», se pregunta Centeno, que añade que «los niños no hacen sino replicar» el mundo adulto pero desde «una menor capacidad y desarrollo» personal y emocional.
Y las escuelas, dice, «tratan más de ocultar el problema que solucionarlo» porque «se sienten señaladas» y no tienen «herramientas» para hacerle frente.
Los colegios tienen «protocolos de actuación» pero «no se ponen en marcha en muchos casos o, cuando se hace, el problema suele estar ya bastante avanzado».
Tampoco hay profesionales «especializados» en acoso escolar que traten a los afectados y ayuden a los centros, alerta Centeno, que aspira a cubrir esta necesidad en el instituto.
El método de INbuyen es «integrador» pues sus «terapeutas» o «coaches» se dedican a «acompañar» en el proceso de resolución, «sin juzgar, estigmatizar, ni señalar a nadie», porque «nadie es culpable» pero «todos somos responsables en distinto grado».
Hacen «intervenciones» en forma de sesiones o talleres, no sólo con el menor acosado, que «es la víctima principal», sino también con «los acosadores», los padres de ambas partes y «los espectadores» porque todos ellos «son también víctimas».
«El niño que acosa, lo hace por algo, porque necesita destacar o sentirse más poderoso» y «muchas veces» el origen está «en el seno familiar».
Los menores que actúan de «público» en los episodios violentos «también lo pasan mal» pues algunos son «conscientes de que está mal y no le dan importancia pero otros tienen remordimientos».
Los «espectadores juegan un papel fundamental» aunque «no suelen abrir la boca», comenta la experta, que aboga por implementar fórmulas de denuncia en las escuelas que preserven el anonimato «por encima de todo».
Integrar la inteligencia emocional en el currículo educativo y desarrollar programas preventivos en los colegios, dirigidos a estudiantes, profesores y padres, es a su juicio la mejor fórmula para aminorar la incidencia del «bullying», aconseja Centeno.
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