Faltan apenas tres meses para que la donostiarrísima librería Zubieta, una de las más antiguas de Gipuzkoa, se haga sexagenaria. Ella tendría infinidad de cosas que contarnos pero, ya que las paredes carecen de esa mágica capacidad, lo hace por ella Adolfo López Chocarro, gerente de este negocio y centro cultural en uno, y además presidente del Gremio de Libreros de Gipuzkoa.
López Chocarro no solo traza la historia de Zubieta y avanza algunos de sus actos de cumpleaños, sino que pone en valor la insustituible labor del librero que conoce a su público, y describe el esfuerzo gremial por colocar a Donostia mucho más arriba en el mundo literario y cultural. Un lugar preferente que, por potencial, merecería.
1959, algún día de junio
Zubieta pertenece aún a un grupo llamado Troa, surgido en Madrid en los años 50: “Una serie de personas querían levantar librerías para revitalizar el mundillo cultural de la posguerra”, describe López Chocarro. Troa un local máximo por cada provincia, pero “no es una franquicia”, aclara, “no tiene diseño ni compras centralizadas”. Es más, deja libertad para que cada librería “tenga su personalidad y se adapte a las necesidades de su territorio, haciendo lo máximo por la ciudad“. No hay de sus librerías una “igual a la otra”.
Admite el gerente que no ha podido encontrar la fecha exacta de apertura de Zubieta, pero sí que esta sucedió en junio de 1959. Inicialmente estuvo situada en la calle San Marcial, 11, y centrada “más en libro escolar y universitario”, que eran las necesidades de la época. Y se eligió su nombre por ese espíritu de “no rendirse, reconstruir, seguir peleando por algo” que destila. No en vano, añade, “fue en el caserío Aizpurua de Zubieta” donde se decidió reconstruir la ciudad de San Sebastián, poco después de que los ingleses y portugueses la quemaran el 31 de agosto de 1813.
La primera Zubieta “era una librería estrechita, muy familiar”, que en su día “tuvo actividad tremenda” a pesar de no estar localizada en una zona “tan transitada”. Y permaneció en San Marcial hasta 1987, porque el local que ocupaba pertenecía a la Caja de Ahorros Municipal, que “lo necesitaba”. Por eso, Zubieta se mudó a la Plaza Gipuzkoa, también número 11, en noviembre de ese mismo año. Además, al lado, en la Diputación, “estaba aún la biblioteca foral”, lo que podía generar buenas sinergias.
Los 90, tiempos de reinvención
Opina López Chocarro que en realidad el gran cambio, aunque no fuera de emplazamiento, sucedió en la segunda mitad de los 90, cuando empezaron a gobernar la librería Ana Rosa de Miguel (gerente) y Mari Ángeles Núñez (su mano derecha), porque decidieron ampliar miras más allá de la pura librería escolar.
Se trataba de tender “más a lo literario, de coger el carro de lo moderno. Teníamos que ser más dinámicos; era cosa de la época también”. Él mismo se incorporó no mucho después, en 2003, con otros fichajes de la misma idea, que también buscaban “colaborar con editoriales independientes. Y arrancamos programas de presentaciones que nos situaron en el mapa”. A la hora de fijarse en libros, “nos distinguimos por las elecciones especiales y exquisitas”.
Pero los tiempos siguieron cambiando, y el propio local de la Plaza Gipuzkoa quedó obsoleto, y en 2016 procedieron al último traslado. Zubieta fue reubicada en su actual morada de Reyes Católicos, 3: “Queríamos una zona peatonal y con mucha vida, con terrazas y familias”, asegura el gerente. Y también más espacio: gracias su piso inferior, “podemos hacer exposiciones, presentaciones, talleres… Hemos dado un salto que permite generar más actividad cultural”, que es su gran caballo de batalla.
A veces se destaca que Zubieta no ha sufrido los problemas con el entorno de ETA que sí han padecido otros establecimientos donostiarra. Al principio, “todavía en esos años de plomo, como la librería estaba más centrada en los colegios, quizá no se significó tanto, como se decía antes”. Pero después, a partir de los 90, “yo siempre me alegraba de que, con el mismo escaparate, nos acusaran de ser de derechas, de izquierdas, de ser nacionalistas…”
“Lo fuerte”, tras el verano
Aunque se podría decir que todo el año de Zubieta es de celebración, estos meses de antes del período estival “son más de calentar motores. Estamos con la inercia de las presentaciones que siempre hacemos, pero va a haber distintos actos con otros agentes culturales de la ciudad”, también otras librerías, “para levantar un programa de actos” que se dará a conocer más adelante. Sobre todo, desean que el aniversario sea “una excusa para reivindicar el papel de las librerías en las ciudades, en los barrios”, como agentes dinámicos y “generadores de cultura”.
¿Qué actos concretos se prevén? “Lo fuerte” se ha dejado para “después del verano”. Digamos que el acto festivo oficial en sí será “seguramente” en la segunda quincena de octubre, “una copa con antiguos trabajadores, clientes, editores autores y quienes quieran venir”. Pero además, a lo largo del año, y aparte de las ya habituales presentaciones con escritores (véase más abajo), organizarán concursos con colegios o “una serie de talleres especiales de escritura, lectura, ilustración…”. Por ejemplo, hay una ilustradora invitada, Sara Morante, cántabra residente en Hendaia que ha creado un logo especial para el aniversario. “Haremos una exposición con ella también”.
Además, vale la pena echar un vistazo a algunos de esos actos de ‘calentamiento’ descritos por López Chocarro, pues van a acudir a la llamada personalidades de nivel estatal. Ayer viernes estuvo en Zubieta la vizcaína Edurne Portela, que mostró su última creación, Formas de estar lejos, junto al periodista y escritor Ander Izagirre. “Seguramente el mes que viene”, en abril, el granadino Justo Navarro dará un taller allí. El vigués y superventas Domingo Villar anda de gira con su novela El último barco, y “ya está cerrado para mayo”. Y la madrileña Marta Sanz se acercará en septiembre, por ejemplo.
Del almacén a líder de los libreros
Este donostiarra y agitador cultural llegó al microcosmos de las librerías “de rebote. Estudié Historia, me especialicé en Archivística y Documentación, y trabajé en varios sitios de España: me pasaba el día con los legajos”, recuerda. Pero se describe como “lector desde niño, de letras puras”, sonríe, porque el saludable virus ya estaba dentro. Por fin, Adolfo retornó a Donostia y “busqué un trabajo de tarde relacionado con el mundo del libro”.
En 2003 entró en Zubieta para cubrir una baja por maternidad. Comenzó “en tareas de almacén”, y fue creciendo “hasta llegar a gerente. Había estado en Madrid, conocía a escritores, editores…” Le serviría, y mucho, para agitar el panorama cultural. Años más tarde, llegó a gerente en la librería. Y, en el último tramo de 2018, a presidente del Gremio de Libreros de Gipuzkoa.
Dicho Gremio aglutina a 29 librerías del territorio. Sus integrantes son establecimientos variopintos, desde las pequeñas –que incluyen, por ejemplo, algunas que también funcionan como papelerías- hasta 17 de las que podríamos llamar “grandes. En Donostia están 13, casi todas”.
Enriqueciendo al “hermano pobre”
López Chocarro se sorprende de que Donostia parezca el “hermano pobre en literatura. Bilbao nos come”. A su juicio, el potencial de la capital gipuzkoana es enorme, “y es una pena” que no se aproveche del todo, “teniendo aquí unas instalaciones tremendas, y unas librerías de calidad tremenda”. Reclama “hacer piña pública y privada para intentar llevar a la ciudad a primera división” en el mundo literario.
Empezando por la parte interna, ¿existe unión en el Gremio? “Esto es como todo. Al final, la mayoría de la gente está con sus propios proyectos y dinámicas, pero sí hemos conseguido una serie de hitos en los que vamos todos a una”. Cita ejemplos de esto último, como el Bono Cultura, en el que colaboran con la Diputación, y que sirve para conseguir descuentos para este tipo de productos entre diciembre y enero; la sección ‘Territorio Libro’ del festival Literaktum de noviembre, creada hace cuatro años, “donde las librerías ayudamos con actos”; o una mayor implicación en la Feria del Libro: en los últimos tres años, recuerda, se ha podido llegar a unas 10 librerías agremiadas representadas, cuando antes era difícil llegar a la mitad.
Pero, sobre todo, subraya el impulso que le han sabido dar al premio Euskadi de Plata que conceden los propios libreros gipuzkoanos. “Existe desde los 70, pero desde hace seis años se cambió su dinámica de elección”. Diseñado por rondas eliminatorias, en este galardón los libreros van escogiendo libros sin tener en cuenta las ventas, seleccionando aquellos que les parecen buenos y han pasado más desapercibidos. De esta manera, “premias la calidad”, y cree que se ha colocado entre los más prestigiosos a escala estatal.
El nuevo gen de la inquietud
En total, López Chocarro ve el futuro con ilusión, y como presidente está razonablemente “contento. Hay proyectos del Gremio y colaboraciones que yo creo que nos van a poner en primera línea”. Y, al margen de esto, está la tendencia. En los últimos años, “han abierto nuevas librerías” en todo el mundo y también en Gipuzkoa, como Kaxilda en Donostia o Noski! en Errenteria, e incluso la Casa del Libro. “Ha habido un cambio generacional”, destaca, “las nuevas librerías nacen con ese gen de que no se puede estar quietos. No solo somos comercio”.
La cabeza visible del Gremio de Libreros ha citado antes la Casa del Libro. ¿Cómo ve que grandes cadenas como esa abran en Donostia? “Como presidente del Gremio, me alegro. Pero, como librero, no es un modelo que a mí me guste tanto como otros. La librería no tiene que ser un almacén de libros o un lugar donde se vendan los best sellers”, sino un lugar que intente “potenciar un tipo de libro o de autores, que sea un agente cultural. Me gusta más ese librero militante, que busca algo más” que el marketing que preside a las grandes cadenas. De todos modos, por lo que conoce a la sociedad donostiarra, opina que aquí a la Casa del Libro le va a costar “mucho” asentarse del todo.
Lúzcase entonces, señor López Chocarro: ¿por qué es insustituible el librero de toda la vida? “Frente a un algoritmo, la frialdad de una web, lo que siempre ha tenido la literatura son historias de personas a persona. El gran valor de los libreros es que somos un lugar de encuentro”. Como es lógico, “tiene que haber una parte” de pura compraventa, pero ve a su sector como más propio de “gente que comparte iniciativas, sus inquietudes”. Y el librero ejerce como “ese maestro de ceremonias que da calidez y humanidad a los proyectos”.
No es tan fiero, el siglo XXI
Volviendo al presente y el futuro del sector, ni siquiera el papel ha desaparecido, como algunos auguraron. “Hubo un momento” en el que desde “empresas y sectores muy concretos” se potenció esa idea, sobre todo porque eran los mismos que también vendían los aparatos necesarios para consumir así los libros. “Pero luego, cuando te vas a las cifras, nunca han sido de más de un 5-7% con respecto al papel. Amazon cantó el final del papel, pero está editando libros”. Solo ve preocupante que la tecnología facilite la piratería, el verdadero problema.
Y él vuelve a pintar un panorama menos sombrío de lo que marca el tópico de los últimos años: “Se han vendido más libros en papel, el cómic sigue sin tocar el techo en España, han subido los índices de lectura infantil y juvenil…”. ¿Y qué va a pasar con los nativos digitales? No todo va a ser malo: “Al pie de las trilogías de los cines, o de los youtubers, no sabes la cantidad de libros que estamos vendiendo”. Gracias a los influencers, ha habido “grandes pelotazos” editoriales.
De todos modos, como ha sucedido “toda la vida, el gran lector es a partir de los 40 años”, mucho después de cuando te obligan a leer en la escuela. Es más, “casi el 80%” de esos grandes lectores “son mujeres”.
La recomendación de despedida
Es imposible charlar con un librero y no pedirle que recomiende un libro. Tras el multitudinario 8M que se ha vivido en Donostia, y tras señalar a las mujeres como las grandes lectoras, ¿alguno sobre feminismo…?
“Hay uno que a mí me parece maravilloso, y que estamos vendiendo”, responde López Chocarro. Se trata de Cárdeno adorno, de la austríaca Katharina Winkler, que edita Periférica. Se trata de una novela basada en hechos reales y ambientada inicialmente en la Turquía profunda, con “una chica de pueblo” como protagonista, en un lugar cuya cultura es la de “el hombre manda. Él le pega y abusa de su poder”, pero todo cambia cuando la protagonista “viene a Europa a buscar trabajo y abre los ojos. Trata de empoderamiento femenino y problemas culturales”. Y su escritura “es lírica, preciosa”.
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