El colectivo Eguzki se ha referido a la ya próxima obra del faro de Santa Clara, que albergará una escultura de la artista donostiarra e internacional Cristina Iglesias. Los condicionantes son muchos, pero la conclusión es clara: el grupo ecologista respalda el proyecto y, muy especialmente, si se mantiene la actual estacionalización y frecuencia de motoras.
Eguzki respalda el proyecto «si no se producen talas en la isla, si no se desvirtúan los actuales caminos, si se desescombra con mimo y respeto para la isla y el medio marino, si no se aumenta la oferta hostelera, si se asegura la correcta gestión de los residuos fecales y, sobre todo, si la obra no produce una desestacionalización en las visitas». En ese caso «la escultura en el faro no producirá un aumento significativo en la presión que ya sufre la isla», concreta Eguzki en una nota.
A mediados de marzo miembros de Eguzki se reunieron en el Ayuntamiento con Txuri Aranburu -la técnica nombrada por Alcaldía para esta actuación- y con Lourdes Fernández-representante de la escultora-.
En dicha reunión los ecologistas expresaron su preocupación por la intervención en la isla desde dos puntos de vista: las obras de instalación y el posterior uso que se va a dar a la escultura.
«En cuanto a las obras señalamos que nos preocupa que se puedan realizar talas para dejar a la vista la casa del faro. Por ambas partes, Ayuntamiento y escultura, se nos comunicó que se evitarían las talas», aclara Eguzki en la nota.
En lo que se refiere al paso de las máquinas por el actual camino con el posible deterioro que supondría o la posibilidad de abrir uno nuevo, «se contestó que Cristina Iglesias considera que ese camino es un valor más para la escultura y que se respetaría».
El desescombro, según explicaron a los ecologistas, se hará mediante tubos aunque no ha quedado muy claro cómo se va a hacer exactamente.
En todo caso es el posterior uso es lo que más preocupa a Eguzki. «Este aspecto nos parece determinante si se mantiene la actual estacionalización y frecuencia de motoras. De lo contrario la escultura del faro puede convertirse en un reclamo turístico y perjudicar el frágil equilibrio ambiental de la isla».
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