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Tribunales

Dos defensas enfrentadas y estrategias contrapuestas, claves en el crimen de Aizarnazabal

El cuerpo de Aintzane Pujana fue descubierto abandonado en un paraje de Aizarnazabal el 4 de enero de 2021

Audiencia provincial. Foto: Santiago Farizano

(Carlos López Izquierdo/EFE). Las estrategias contrapuestas de las defensas de la mujer y el hombre acusados de la muerte de la joven donostiarra Aintzane Pujana están resultando claves en el desarrollo del juicio de este crimen por el que la Fiscalía pide por primera vez en Gipuzkoa sendas condenas a prisión permanente revisable.

El cuerpo de Pujana fue descubierto abandonado en un paraje de Aizarnazabal el 4 de enero de 2021, fecha en la que todavía estaban vigentes las restricciones de movilidad por la pandemia de covid-19.

Según la tesis del Ministerio Público, la pareja se habría deshecho de su cadáver tras propinarle una paliza por la negativa de la chica a ofrecer un servicio sexual en Azpeitia el 1 de enero de aquel año e intentar asfixiarla y acuchillarla más tarde la madrugada del día 2 en el agroturismo de Aizarnazabal en el que los tres residían.

La Fiscalía les atribuye a ambos un delito de asesinato agravado, otro de detención ilegal y un tercero de mantener en la prostitución a una persona con uso de intimidación.

Por el primero de estos ilícitos reclama la pena de prisión permanente revisable, mientras que por los otros dos pide penas que suman ocho años y medio de cárcel, además de una multa de 5.400 euros para cada uno.

Defensa separada

Ante una petición de condena tan elevada, las abogadas de los acusados, una mujer y un hombre que cuando sucedieron los hechos tenían 23 y 24 años respectivamente, han optado por una defensa separada en la que se responsabilizan mutuamente de lo sucedido.

En el caso del varón, para pedir su libre absolución por supuestamente no haber tenido participación alguna en el crimen, y en el de la mujer, autora confesa de las puñaladas, para intentar acreditar que actuó movida por un miedo insuperable a que el acusado la matara a ella en caso de no cumplir sus requerimientos de acabar con la vida de Aintzane.

Su defensa sostiene que ella no tuvo otra opción más que hacer lo que hizo en aquel momento. «Se vio en la necesidad de agarrar el cuchillo y dejar llevar su mano para no morir ella a manos» del acusado, aseguró su letrada en la segunda jornada de este juicio con jurado, que arrancó a finales de septiembre y cuyo final está previsto para el 21 de octubre.

Esta tesis presenta a la procesada como una víctima, aquejada de un trastorno límite de la personalidad, que vivía atemorizada por el procesado, quien «dominaba la situación» y del que «sabía de lo que era capaz» después de haberlo sufrido «en sus propias carnes cuando la maltrataba».

Posibles atenuantes

En este contexto, su defensa podría plantear además la posibilidad de una serie de eventuales eximentes o atenuantes como el de haber actuado movida por un miedo insuperable y el de disminución de sus capacidades psíquicas, aunque probablemente también buscará las de estado de necesidad, toxicomanía y confesión o colaboración con la justicia.

El principal empeño de esta defensa será no obstante el de desacreditar que su patrocinada obligara a Aintzane a prostituirse ya que, a su modo de ver, «no tenía la forma, los medios ni la capacidad de hacerlo».

Si consiguiera demostrarlo, su clienta vería abierta la posibilidad de esquivar la prisión permanente revisable, ya que el caso dejaría de verse como un presunto asesinato subsiguiente a un delito contra la libertad sexual, como requiere esta figura penal.

Radicalmente opuesta resulta la táctica de la defensa del varón, que niega la mayor y rechaza cualquier responsabilidad en la muerte de Aintzane, en la que, según sostiene, la otra acusada le estaría incriminando de manera «falsa» en un «intento exculpatorio» de sí misma.

La letrada del varón rechaza además que fuera proxeneta dado que la víctima «ejercía la prostitución por su cuenta», sostiene que su cliente «no se encontraba presente» cuando ocurrieron los hechos y, durante las jornadas del juicio ya celebradas, ha intentado poner de manifiesto que la inculpada no vivía coaccionada ni mucho menos amenazada o secuestrada por el hombre.

Cosa de mujeres

En sus argumentos, reconoce que el día de los hechos su patrocinado intentó «mediar» entre ambas mujeres en un momento en el que tuvieron una «discusión muy fuerte» en el agroturismo de Aizarnazabal, si bien refiere que la otra acusada lo «echó» de la estancia con el pretexto de que el incidente era «una cosa de mujeres» en la que «no debía meterse».

En esta coyuntura, a la espera de las importantes comparecencias en el juicio de los forenses que practicaron la autopsia a Aintzane Pujana, el fiscal mantiene su acusación contra ambos procesados, apoyado, entre otras pruebas, en las dos declaraciones realizadas hasta el momento en la vista por el responsable de la investigación de la Ertzaintza.

Un agente que afirmó que las pesquisas de este caso han sido de las más «intensas» practicadas por la Policía Vasca en Gipuzkoa, con la revisión de numerosas cámaras de seguridad y la ubicación de diferentes móviles por geolocalización, entre otros aspectos.

Así las cosas, el interés de la vista se centrará en los próximos días en el testimonio de diferentes peritos, los forenses y sobre todo los testimonios de los dos acusados, cuyas declaraciones se han reservado para el tramo final del juicio.


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