“Desde luego, lo que no tenemos es dinero ni ayuda de las instituciones. Pero no son festivales comparables. Nosotros partimos de un movimiento popular que hace esto de manera desinteresada. Nuestra lógica es completamente diferente: vemos el cine y la cultura en general como un instrumento de transformación social, de ahí que lo llamemos alternativo”. Beñat Apalategi, de 38 años, se refiere en estos términos a una pregunta que pretendía buscar fortalezas y debilidades entre el Festival de Cine de San Sebastián y Donostiako Zinemaldi Alternatiboa.
Apalategi ayuda a impulsar desde 2006 este pequeña y autogestionada iniciativa enfocada en el documental junto a un grupo de amigos tan cinéfilos como políticamente concienciados. Ambos, el poderoso Zinemaldia y el humilde Zinemaldi Alternatiboa, coinciden en el tiempo pero pertenecen a galaxias separadas por distancias siderales.
Esta edición, la decimocuarta, tiene un nombre propio: el del urbanismo, y más concretamente planea este año la manera en que los ayuntamientos se dotan de instrumentos jurídicos para poder diseñar y moldear nuestras ciudades. Se da la circunstancia de que el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de San Sebastián, en vigor desde hace una década, se encuentra en fase de revisión y se enmarca en un momento especialmente crítico para la ciudad por el impacto del turismo, la protección del patrimonio y el acceso a la vivienda.
Según Apalategi, el PGOU es una pieza fundamental en este asunto. “Tiene un impacto decisivo en todas las decisiones que se vayan a tomar a nivel urbanístico y, a su vez, la influencia en la ciudadanía a nivel social, económico y medioambiental es muy grande. Nos parecía interesante y oportuno poner el foco ahí”, subraya. De este modo, el festival pretende agitar conciencias y avivar el debate del modelo de ciudad entre los espectadores que acudan a los pases gratuitos, uno por día, entre el 15 y el 25 de septiembre en distintos lugares al aire libre de Donostia.
Aunque no esquivan su compromiso político, lanzan un pequeño matiz. “Todo es política. El Zinemaldia, a su manera, también lo es”, apunta Beñat Apalategi. Espoleado por un espíritu independiente y transformador, el pistoletazo de salida fue ayer jueves, a las 18:30 horas, en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV con la película Perifèria (Xavi Esteban y Odei A. Etxearte, 2020). Tanto la elección del documental -que muestra la radical transformación urbanística desde los años 70 hasta nuestros días de Santa Coloma de Gramenet, localidad cercana a Barcelona-, como el lugar elegido para su proyección son toda una declaración de intenciones de la organización.
El salto al entorno universitario es una “novedad importante”. Históricamente se han movido en plazas más subterráneas como gaztetxes, casas okupas y espacios autogestionados. En su recuerdo sigue muy presente el edificio Kortxoenea, aquel faro de cultura alternativa de Ategorrieta derribado en 2015. Allí se celebraron un total de cinco ediciones y siempre que pueden le lanzan un guiño a aquel periodo en los carteles y la producción gráfica. La presente edición, la decimocuarta, es por lo tanto la 9 + 5. La irónica frase de San Sebastian Insurrectionary Fandango Festibala que también acompaña al certamen ya es marca de la casa y mira con sarcasmo a su veterano hermano mayor. Las sesiones se realizarán en el exterior y se han preparado con “mucho mimo”, aseguran.
En esta ocasión destacan, por su intencionalidad política y calidad cinematográfica, el documental Free Pablo González-Vivir la guerra (18 de septiembre, 20 horas, Txantxarreka gaztetxea) sobre el periodista detenido en Polonia acusado de espiar para Rusia y que contará con la presencia de su mujer, Oihana Goiriena; Non dago Mikel? (24 de septiembre, 20 horas, Letaman gaztetxea), estrenado en el Zinemaldia hace dos años y que narra un crimen de Estado que sacudió el País Vasco en los años 80; y el estreno en primicia de Kasilda, beste pausuen oihartzuna (parque Cristina Enea/Gladys Enea, 20 horas) acerca de la conocida revolucionaria anarquista y luchadora antifranquista. La programación se puede consultar en la cuenta de Instagram del festival.
¿Cómo se realiza la selección de películas? ¿Quién decide qué se emite? ¿Hay una serie de requisitos preestablecidos? El mecanismo es bastante simple, a tenor de la respuesta de Apalategi. “Por nuestro festival han pasado nombres importantes y conocidos, incluso con peso en el cine vasco, pero no es lo que nosotros buscamos. No tenemos grandes aspiraciones. Partimos de nuestros intereses, de lo que encontramos durante el año y que vamos apuntando para que se puedan presentar en nuestro festival», explica.
Un último apunte técnico. Cuentan con una nueva pantalla, recaudada gracias a una campaña de crowdfunding en la que lograron amasar 3.250 euros. El siguiente paso será conseguir un proyector “más potente”. Y todo, dice Beñat, quedará en manos de la comunidad, “para que con estos materiales se puedan realizar proyecciones siempre que sea posible. Esa es la idea”.
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