Hace unos días se presentó en el Ayuntamiento donostiarra una campaña, ‘Comercio amigable’, que busca que los comercios de la ciudad faciliten las compras a las personas mayores con pequeños gestos. Desde poner una silla a recoger el pedido por teléfono.
Poco antes, a finales de marzo, se presentó el Plan de Vivienda municipal y se planteaba la premisa de «trabajar sobre la ciudad construida» en vez de construir más pisos. ¿Por qué? En el 60% de las viviendas de Donostia viven una o dos personas «y a veces es tanto problema tener vivienda como no tenerla». Un ejemplo: más de 5.000 vecinos de más de 65 años viven en pisos sin ascensor. En la actualidad hay una línea de ayudas destinada a resolver este problema.
La ciudad se hace mayor. Para hacerse una idea Euskadi es la comunidad más envejecida del mundo tras Japón. Hoy el 24% de los vascos tiene más de 65 años y en 2026 el 50% de los gipuzkoanos tendrá más de 50 años. «Nunca en la historia ha habido más mayores que niños y hay que buscar nuevas respuestas», afirma al respecto Eva Salaberria. Pero eso sí: sin dramatismos. En una sociedad donde parece que ser mayor no tiene ninguna ventaja hay que encarar el tema como una oportunidad «y no mirar para otro lado, que es lo que hacemos».
Todos incluidos
Por todo esto Donostia se incluyó en la red Lagunkoia creada por la Organización Mundial de la Salud y lo hizo por iniciativa de la Fundación Matia, «pionera en estos temas». Se convirtió en la primera del Estado en hacerlo y corría 2009.
Cinco años después y tras «trabajar mucho con las personas mayores, que son las protagonistas» se presentó un plan que año tras año y actuación tras actuación se va limando. Un plan absolutamente ambicioso en el planteamiento porque no deja a nadie fuera: incluye hasta al último departamento municipal y hasta al último agente social. «Todos estamos involucrados en el envejecimiento de la ciudad».
Al frente está Eva Salaberria, que ejerce de ‘Pepito Grillo’ en la tarea de recordar una y otra vez cuál es la situación. «Si Urbanismo proyecta el barrio de Txomin, llamas a la puerta y preguntas qué hay pensado para el parque. Para hacerlo accesible, claro, pero también para potenciar que las personas mayores encuentren allí un espacio para relacionarse con gente de todas las edades. Algo que debemos potenciar».
En el caso de los comercios está muy clara la visión de «oportunidad» que se pretende transmitir. «En un momento complicado por la llegada de grandes superficies, las personas mayores son grandes clientas de las tiendas de barrio. Y desde el otro punto de vista los comercios de cercanía son esenciales como termómetro. Conocen a los vecinos de toda la vida y pueden ver cosas que a la familia se le escapan. Que una persona empieza a despistarse, por ejemplo». (No sólo los comercios son buenos ‘testigos’ en este sentido. Salaberria incluía en este punto a los notarios, los abogados o los administradores de fincas, que también suelen estar muy en contacto con la gente mayor).
Respecto al otro tema citado, la vivienda, es uno de los grandes asuntos de cara al futuro. «Por un lado no va a haber plazas en las residencias para todos. Además todos queremos envejecer en casa. El problema de la accesibilidad y la seguridad son esenciales y se está trabajando mucho en este tema». Una seguridad que debe sentirse en casa, pero también en la calle. «Si una persona empieza a quedarse en casa porque salir le genera inseguridad, malo«.
La soledad es tendencia
Según los expertos la soledad es peor para la salud que la obesidad o fumar quince cigarrillos al día. Y la soledad es tendencia. El respecto narró Salaberria que en Euskadi aún hay una contención familiar y social importante. «En Nueva York hay una ONG y sus voluntarios hablan con quien lo necesita». Y en Reino Unido ya han creado el Ministerio de la Soledad. Todos estos ejemplos de sociedades muy modernas dan qué pensar.
Precisamente uno de los apartados del plan donostiarra de Lagunkoia aspira a lograr una ‘comunidad que cuida’. «Hay que prestar atención a la fragilidad, a la soledad, hay que hacer que quienes padecen estas situaciones no sean invisibles. Aquí todavía ocurre que no ves a una vecina y vas a ver si le pasa algo. Ahí está la clave, en una conducta que no debe desaparecer».
Ámbitos público y privado
Lagunkoia no es un plan municipal, es un plan de ciudad. Y el envejecimiento de la ciudad no es un asunto público, sólamente. También es privado. Las cifras sobre las personas que van a jubilarse en los próximos diez años son tremendas. «Las organizaciones no saben cómo encararlo. Se van a enfrentar a la marcha de personas que han estado muchos años en un puesto determinado y tienen un gran conocimiento adquirido. Llegarán nuevos empleados con formación, pero lo que se pierde es tremendo».
El ámbito público, el privado, el urbanismo de la ciudad, la soledad, la figura de la sociedad como ‘cuidadora’, la seguridad, la salud, la vivienda, las plazas del barrio, etc… Los retos que plantea el envecimiento son tremendos.
Actividad intensa en 2017
Estos retos enumerados y tantos otros se encaran paso a paso, año tras año. La memoria 2017 de Lagunkoia refleja una actividad potente. El pasado año se desarrollaron talleres con 380 cuidadores a domicilio que trabajan en 1.200 domicilios de la ciudad; se sucedieron los encuentros de Lkaleak en el barrio de Egia para que jóvenes y mayores discutan sobre cómo tejer vínculos en la comunidad; se organizó una jornada sobre “la casa en una sociedad que envejece” en el marco de la Bienal de Arquitectura; se colaboró con la Escuela Técnica Superior de Arquitectura en el futuro del entorno de Sagües; se celebró un encuentro en Tabakalera con un centenar de donostiarras planteando los retos del programa; se lanzó la exposición Bagara-Somos en la plaza Ramón Labayen…
Acciones, todas, que se unen y se complementan con otras ya asentadas. Por ejemplo el programa + 55 con propuestas para el ocio, o la campaña #Evitaloevitable, que a través de diferentes talleres identificó las dificultades que plantea la ciudad a la hora de moverse.
Líneas, todas, tendentes a generar una nueva ciudad, y que tendrán éxito «sólo si los mayores participan. Y los de Donostia son muy participativos», aseguró Salaberria.
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