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Tribunales

Donostia: Juicio al presunto responsable de unos abusos a una menor detectados por un ertzaina

La postura de la chica, demasiado "tensa" y "estirada", llamó la atención del agente de paisano

Imagen de archivo. Foto: Ertzaintza

(Carlos López Izquierdo/ EFE). Fue solo un detalle. Una pareja caminaba por San Sebastián pero la postura de la chica no era natural, demasiado «tensa» y «estirada», llamó la atención de un ertzaina de paisano que sospechó entonces también de la diferencia de edad entre ambos.

Desde el interior del coche camuflado en el que se encontraba con otros dos compañeros, se fijó en la cara del hombre. El rostro hizo saltar «todas las alarmas» por su parecido con un individuo vinculado con otros episodios de abusos a menores ocurridos anteriormente en Errenteria e Irun.

La intuición del agente, que ha declarado este miércoles en un juicio celebrado en la Audiencia de Gipuzkoa, permitió detener poco después al sospechoso, quien sin embargo presuntamente ya había logrado abusar de la chica, una adolescente de 15 años, durante el intervalo de tiempo en el que ambos desaparecieron del campo de visión de los policías.

Los hechos ocurrieron poco antes de las 22.00 horas del 30 de abril de 2021, cuando en plena situación de pandemia y a punto de cumplirse la hora límite del toque de queda establecido, la víctima, que se encontraba en una parada de autobús de la calle Miracruz, notó los ojos «fijos» del procesado mirándola «de arriba abajo».

La joven, que ha declarado esta mañana por videoconferencia interna en la Sección Primera, ha explicado como, tras despedirse de un amigo con el que estaba en la parada, comenzó a caminar hacia su casa porque el toque de queda ya estaba próximo, pero no había dado «ni cinco pasos» cuando el hombre le preguntó si tenía tabaco, la agarró y comenzó a conducirla hacia la zona de la casa de cultura del barrio de Gros.

«Me quedé sin saber qué hacer, estaba ‘shockeada’, pensé que si no iba con él podría hacerme algo». «En la calle no había ni dios». «Me estaba agarrando y me dio miedo», ha relatado compungida la chica, quien ha explicado que un poco después el hombre le dio un beso muy cerca de la boca y bajó la mano desde la cintura para tocarle el culo.

La menor ha relatado que en ese momento ella se apartó, pero el hombre la volvió a agarrar, tras lo que le comentó que él estaba en la calle y que tal vez la madre de ella podría alquilarle un piso, mientras continuaban camino hacia un parque próximo.

En este punto, según ha comentado la chica, el acusado le indicó que iba a pedir papel para fumar y que le esperara allí, instante que ella aprovechó para escapar a la carrera por unas escaleras, porque «tenía miedo» y pensó que podría sucederle «algo peor», instante en el que se topó con un ertzaina no uniformado al que le contó lo ocurrido.

Por su parte los tres ertzainas que intervinieron en el caso han recordado cómo fue uno de ellos quien sospechó del encausado, tras lo que dos agentes iniciaron las comprobaciones con la comisaría mientras el tercero comenzó a seguir a la pareja.

Precisamente fue este tercer agente el que poco después se encontró con la víctima en las escaleras y quien, tras indicarle que se refugiara junto a dos mujeres que había cerca en una parada de autobús, detuvo en las proximidades al encausado al negarse a ser identificado y tirarse al suelo como le reclamó el policía.

Las dos mujeres que atendieron a la menor en la parada del autobús han recordado que la chica llegó hasta ellas «muy agitada y nerviosa» y que, después de cruzar corriendo la carretera «sin mirar», les pidió ayuda porque «tenía miedo» y había un hombre que no la dejaba «en paz», tras lo que le prestaron un móvil para que llamara a su madre porque el de ella no tenía batería.

Durante el juicio, el procesado ha negado haber abusado sexualmente de la chica, a la que abordó para solicitarle «un mechero» y con la que, según ha señalado, sólo habló para pedirle que su madre le alquilara un piso. Este hombre ha recalcado también que si hubiera querido hacerle «algo» no la habría dejado sola para irse a pedir papel de fumar, tal y como hizo.

En la vista también ha testificado una forense que ha explicado que el hombre sufre un trastorno psiquiátrico que, sin embargo, no le impedía ser consciente de lo que hacía aunque sí las consecuencias de sus actos.

Tanto la Fiscalía como la acusación particular, que ejerce la víctima, han reclamado cinco años para el imputado por un delito de abusos sexuales, si bien el Ministerio Público ha demandado además que se le aplique la agravante de aprovechamiento del lugar y tiempo y la atenuante de alteración psíquica. La defensa, por su parte, ha pedido la libre absolución de su cliente, tras lo que el juicio ha quedado visto para sentencia.


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