Dice Fernando Trueba que descubrió al músico Tenorio Jr en 2004 buscando discos de música brasileña de los 60 y 70. Jamás había escuchado hablar de él, pero tirando del hilo tuvo noticia de su desaparición y quiso saber más. Después, con todos los mimbres (internet no era tan operativo entonces), volvió a llamar a Javier Mariscal (habían trabajado en ‘Chico y Rita’) porque pensó que a la historia de este hombre le iba bien la animación.
Juntos han presentado hoy ‘Dispararon al pianista’, que se proyecta estos días en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián fuera de concurso y es un canto de amor a la bossa nova.
«Hay un mundo antiguo, con corbata, y entramos en otro moderno, con maneras de contar y de cantar distintas«, ha dicho Trueba en referencia a la bossa nova y también a la nouvelle vague. Y es que «el cine, sin haberlo buscado, está debajo de esta historia».
La historia es la de un pianista que prometía, Tenorio JR, que desapareció misteriosamente. Un periodista norteamericano comienza a investigar lo ocurrido y a partir de ahí se dan la mano la música, la animación y un thriller donde la política y los regímenes totalitarios que asolaron a Sudamérica explican todo.
«Entrevistamos a 150 personas entre amigos, músicos que habían tocado con él, su familia, gente que había investigado el caso…», han explicado ambos directores, que optaron por la voz del actor Jeff Goldblum para hacer de narrador. En opinión de Trueba la de este actor es «la mejor voz del cine americano. Ni académica, ni aburrida. No sabes nunca cómo lo va a decir. Es como un músico de jazz. Para mí tiene una forma de soltar las frases única».
A la hora de trabajar, Mariscal y Trueba se entienden bien aunque discutan a veces. El artista del dibujo valora del cineasta su enorme cultura y forma de retener información. Algo para lo que, según ha dicho, él nunca ha valido. A la inversa Trueba reconoce disfrutar enormemente de ver dibujar a Mariscal.
Ambos han alabado la profesionalidad del brasileño Marcello Quintanilha, también dibujante, que además logró insuflar al equipo de un ambiente brasileño muy necesario. «No quería hacer una película como la de Woody Allen en Barcelona», ha incidido al respecto Trueba.
En teoría la coproducción iba a ser con Brasil, pero la llegada de Bolsonaro al Gobierno terminó con las ayudas a la cultura. Algo muy en consonancia con el tema de la película.
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