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Confinados

Día 53. «Cuando vuelvan los bares y el parque nada va a ser igual»

Ángela Alonso, Toño Güimil y sus dos hijas Lucía y Ángela valoran el confinamiento vivido como una buena experiencia. Con

Lucía y Ángela, de 10 y 9 años, en su casa de Martutene. Foto: DonostiTik

Ángela Alonso, Toño Güimil y sus dos hijas Lucía y Ángela valoran el confinamiento vivido como una buena experiencia. Con sus altibajos, obviamente, pero con alegrías y un cambio de vida que a ratos han agradecido pese al ajetreo del día a día. Ahora se enfrentan desde su casa de Martutene a la desescalada, a la vuelta a la calle, a las nuevas incertidumbres. 

¿Cuántos sois en la familia?
Somos mi marido Toño, las niñas de diez y nueve años y yo.

¿Desde qué día estáis encerrados?
Desde el día siguiente en que terminaron los colegios. El viernes 13.

¿Salís a trabajar?
Toño diariamente porque trabaja en fontanería y le llaman para solucionar averías. Yo teletrabajo y voy a la oficina una vez cada dos semanas más o menos. La empresa donde trabajo realiza una actividad esencial y ha continuado con la producción, pero se ha buscado que fuera el mínimo posible de gente para evitar contagios.

¿Crees que podéis ser positivo alguno?
No lo creo. No hemos tenido síntomas y las medidas de higiene han sido exhaustivas. Toño llega a casa y lavamos la la ropa inmediatamente y yo en particular he invertido mucho tiempo en desinfectar las compras.

¿De qué espacio disponéis en casa?
75 metros cuadrados con una terracita que es pequeña pero nos ha venido… de perlas. Nunca hemos pasado tanto tiempo en la terraza. Hemos comido y cenado y las niñas están empeñadas en dormir allí una noche.

¿Cómo habéis planteado la compra?
Hacemos una compra grande cada semana y media o dos semanas. Y los frescos los compramos cada tres días. Además hacemos la compra para mi padre. Somos tres hermanos y nos turnamos según lo que necesite. Él no se ha movido de casa desde el día 13. Ni a la escalera se ha asomado. Y lo hemos abastecido.

¿Qué temes más de este encierro?
No sé cómo vamos a salir económicamente de esto. La crisis es gorda. Y temo la recaída de la que ya se está hablando para septiembre u octubre. Son las dos cosas que me preocupan en ese momento y es un futuro bastante cercano. 

¿Qué es lo que peor has llevado del confinamiento?
No demasiadas cosas. La preocupación por la salud de mi padre, que está aislado, es lo más duro. Respecto a mí me ha faltado algún rato para estar yo sola. Porque entre el trabajo, las niñas, el cole, la comida… no he parado.

¿Cómo transcurre el día a día?
Toño se va temprano y yo procuro trabajar antes de que se levanten las niñas porque luego va todo más lento. El teletrabajo supone una jornada laboral normal que se alarga mucho por las niñas y la casa. Además los clientes están igual que yo: ayudando a hacer deberes. 

¿Hay algo positivo en este confinamiento?
Muchas cosas. Hemos aprendido a estar los cuatro juntos, hemos vuelto a jugar a juegos de mesa, hemos leído… les pregunto a las niñas a ver si haremos esas cosas cuando vuelva la normalidad y me dicen que sí, pero no me lo creo. Me gustaría que tardemos en olvidar algunas cosas. Porque cuando vuelvan los bares y el parque nada va a ser igual.


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