Idoia Uribesalgo vive con su pareja y con su gata Lur en Amara. Con el piso aún en obras decidieron pasar el confinamiento juntos e hicieron una mudanza en tiempo récord. Idoia trabajaba de guía en las cuevas de Arrikrutz en Oñati pero tras firmar la empresa un ERTE dedica su tiempo a arreglos de la casa y a estar con su gata, quien reclama todos los días sus 20 minutos de observación desde el balcón de la casa.
¿Cuántos sois en la familia?
Somos dos personas en casa. Yo y mi pareja, pero tenemos una gata, Lur, que está muy loca y cuenta por 3.
¿Desde qué día estáis encerrados?
Yo personalmente estoy confinada desde el día 13 de marzo, hace ya más de un mes. Nuestro piso estaba en obras y llevábamos 4 meses viviendo cada uno en casa de sus padres. Cuando supimos que decretarían el Estado de Alarma, nos volvimos al piso, aún sin acabar. Hicimos la mudanza en apenas 3 horas. Tiempo récord, pero mereció la pena. Como me firmaron un ERTE no he tenido que salir apenas.
¿Salís a trabajar?
Mi chico fue a trabajar hasta el día 27 de marzo. Habitualmente trabaja en un solo turno, de 7 a 15 horas. Debido a las normas de sanidad impuestas por el Gobierno empezaron a trabajar por turnos con el fin de evitar contagios. Desde el día 30 de marzo se quedó en casa porque trabaja en el sector de la automoción. Su empresa ha tomado la decisión de volver a trabajar desde este martes. Al igual que en marzo, esta vez también a turnos.
¿Crees que alguno de la familia podéis ser positivo en coronavirus?
No, definitivamente, en casa no tenemos ningún caso de contagio y, si lo ha habido, ni nos hemos enterado. Yo no salgo y mi pareja no tiene contacto con nadie en el trabajo. Cuando salimos a hacer la compra nos cubrimos las manos con guantes de látex llevamos gafas de miopía y por si fuera poco yo asisto a una academia de costura (Asun Domínguez) donde nos enseñaron a hacer mascarillas cuando comenzó toda esta situación.
¿De qué espacio disponéis en casa?
Vivimos en un piso de 95 metros cuadrados, pero lo mejor no es la casa en sí, sino el balcón. Tenemos la suerte de contar con un fantástico balcón, que recibe sol durante todo el día y le da mucha vida a la casa. Situados de cara a Errondo, parece que estamos en plena naturaleza. Eso sí, si asomas la cabeza es todo asfalto, pero no nos podemos quejar. Tenemos mucha suerte.
¿Cómo os habéis planteado la compra?
No hay una norma, pero no bajamos demasiado a la compra. Desde el balcón de casa podemos ver un supermercado que hay cerca, y cuando no hay cola bajamos. Bajamos unas dos veces por semana y compramos todo lo que sabemos que vamos a necesitar, lo cual no es mucho, porque siendo dos personas y pasando tanto tiempo en casa… ni siquiera hay apetito.
¿Qué teméis más de este encierro?
No saber volver a la normalidad. Es mucho tiempo el que llevamos en casa y estando en plena forma, la necesidad de salir es tremenda.
¿Qué es lo que peor lleváis?
No poder salir al monte o a la playa es duro. Es lo que se suele hacer cuando se tiene tiempo libre. Lo malo es que esto no es tiempo libre, es confinamiento.
¿Cómo transcurre el día a día?
Tenemos una gata muy activa, es preciosísima pero no para quieta, y es ella la que se encarga de que nos levantemos. Cuando ya se ha aburrido de jugar sola viene a buscarnos y maúlla hasta que nos levantamos. Es un animal y como todos los animales, aunque no sale a pasear, necesita jugar. A los gatos lo que más les gusta es jugar a cazar, y eso es lo que hacemos durante 20 minutos. Después desayunamos, limpiamos, lavadoras, arreglos de la casa… Solemos comer muy tarde, y después de comer es cuando nos dedicamos a relajarnos, leer, yoga, compra, sacar la basura…
¿Hay algo positivo en este confinamiento?
Creo que es interesante la relación que se crea con uno mismo. Pasar mucho tiempo en casa, sin distracciones externas nos ayuda a prestarles atención a factores personales que en otras situaciones, evitábamos. Permitirte el lujo de aburrirte es de vital importancia para trabajar la paciencia; algo muy importante en el día a día de todos nosotros.
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