Pablo Rodríguez y su pareja Estefanía viven Pasai Antxo con su perro. Pasan los días de forma agradable, a la espera del final del confinamiento y extrañando el mar, aunque la incertidumbre sanitaria les pesa: «Deberían dejarnos encerrados hasta que estuvieran todos los casos controlados», opina Pablo.
¿Cuántos sois en la familia?
Dos personas y el perro.
¿Desde qué día estáis encerrados y dónde?
Desde el 14 de marzo.
¿Salís a trabajar?
Yo trabajo colocando ventanas y ahora no es momento, obvio. Los clientes no me quieren en sus casas. Estefanía teletrabaja.
¿Crees que podéis ser positivo en coronavirus alguno de los dos?
Pues creemos que no, no tenemos ningún síntoma, pero con este bicho nunca se sabe.
¿De qué espacio disponéis en casa?
Tenemos una casa de 75 m2 y un balcón pequeñito que nos da mucha vida cuando hace buen tiempo.
¿Cómo os habéis planteado la compra?
La hacemos semanalmente en el comercio del pueblo. Porque hay menos colas y también por ayudar al pequeño comercio que además no ha subido los precios. Los grandes se están pasando.
¿Qué teméis más de este encierro?
Que no sirva de nada si salimos demasiado pronto. Esto empieza con pocos casos y se expande rápido. Mi opinión es que deberían dejarnos encerrados hasta que estuvieran todos los casos controlados.
¿Qué es lo que peor lleváis?
No ver a la familia, a los amigos y el mar. Echo en falta algunos días, mientras paseo al perro, subir hacia Altza para poder ver la bahía de Pasaia al menos.
¿Cómo transcurre el día a día?
Lento pero mejor de lo esperado. Limpieza por la mañana, cocina, siesta, yoga, paseo corto con el perro y series. Aplauso y poco más.
¿Hay algo positivo en este confinamiento?
Que haces amigos de balcón a balcón y se ve más solidaridad por la calle.
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