Ander Bilbao pasa el confinamiento en su casa de Gros con sus niños pequeños: Guéthary, de tres años, y Keale de un año. Echan mucho en falta a Oihane, la madre, enfermera que estos días se enfrenta a los efectos del coronavirus en el Hospital Donostia y ha decidido no volver a casa para evitar contagiar a los suyos. Se ven por vídeo conferencia, pero eso no conforma a ninguna de las dos partes. «Ella también echa de menos un montón a los niños», reconoce Ander.
¿Cuántos sois en la familia?
Oihane, nuestros hijos Guéthary y Keale, y yo. Pero Oihane no está ahora. Es enfermera de quirófano y durante las primeras semanas sí estuvo en casa porque no estaba en contacto directo con el coronavirus. Pero una vez le asignaron un puesto en la UCI y empezó a estar en contacto con enfermos decidió aislarse. Lo hemos hecho por cuenta propia porque nos dejaron un piso a través de un familiar.
¿Desde qué día estáis encerrados?
Desde el día 15 en que empezó a ser obligatorio.
¿Sales a trabajar o teletrabajas?
No. Tengo un bar.
¿Crees que podéis ser positivo en coronavirus alguno?
Pues hemos tenido varios sustos con los niños, pero hemos ido librando. La cuestión es que yo trabajé en el bar hasta el último día y Oihane en el hospital. Y Guéthary iba a la kastola, claro. La primera semana la niña estuvo con 39 de fiebre durante dos días. Se quedó en nada, pero después el pequeño empezó igual, con fiebre, se quejaba y estaba muy raro. Y tenía el vientre muy rígido. Nos preocupamos por que le pudiera pasar cualquier cosa, no el coronavirus, pero no sabíamos si subir al hospital. Al final subimos llenos de dudas. Nos paró la Ertzaintza. Y era gastroenteritis.
¿De qué espacio disponéis en casa?
La casa no es grande pero tiene un balcón que no llega a ser terraza y nos viene muy bien para los niños. Ahí hacen mucha vida.
¿Cómo te has planteado la compra?
Tengo a mis suegros en el mismo bloque, viviendo arriba, y es una gran ayuda. Al principio hicimos una compra grande y desde entonces he salido tres veces. En esos casos se quedan mis suegros con los niños o ellos mismos me traen algo cuando van a hacer la compra.
Por cierto que cuando salí a la calle esas tres veces me pareció que había mucha gente. Con una barra de pan, con una bolsita… vi mucho cachondeo por decirlo suavemente.
¿Qué temes más de este encierro?
Que Oihane se contagie. Estar en casa es muy fácil, pero la que lo pelee es ella. Además no sé cuánto se puede alargar esto, tenemos mucha incertidumbre.
¿Qué es lo que peor lleváis?
La situación de los niños. Los adultos en casa ni tan mal.Pero les veo a ellos que se agarran a los barrotes del balcón como si fueran animalitos de Cabárceno viviendo en semi libertad. Ya se han hecho amigos de los vecinos, se saludan, quieren ver gente y se les nota. Me da miedo que eso luego salga por algún lado.
¿Cómo transcurre el día a día?
Desde la ikastola nos enviaron unas recomendaciones y proponían hacer una rutina diaria. Pero la verdad es que se levantan tan pronto… Lo hacemos todo despacio. A las 7 estamos desayunando, los baño, hacemos la cama, cocinamos tranquilamente, comemos, la siesta… la tarde se me hace más pesada. Ponerles la fruta, pintar, jugar… Eso sí: no perdonamos el aplauso de las 20, les encanta, saludan a todos los que ven. Yo quería aprovechar el confinamiento para leer pero es imposible.
¿Hay algo positivo en este confinamiento?
No soy optimista, sinceramente. Es que para mí lo peor está por venir. Esto es un parón irreal. Tengo al equipo en pleno ERTE, los proveedores están sin cobrar… esto es malo para todos. También pasan cosas buenas, claro. Los niños han aprendido a dormir en su cuarto solos. Guéthary usa el baño cada vez más y Keale está aprendiendo a andar. Espero que no salga del confinamiento andando en bicicleta…
Deja un comentario