(EFE). La presa de Artikutza, ubicada en Navarra y propiedad del Ayuntamiento de San Sebastián, lleva en desuso desde 2016 y el pantano que contenía vacío al completo desde 2019, a pesar de lo cuál sigue formando parte del paisaje, pues desmantelarla supone todo un reto ambiental y de ingeniería.
La eliminación total o parcial de esta infraestructura, construida entre 1947 y 1953, forma parte del proyecto cofinanciado con fondos europeos Life Kantauribai, centrado en la renaturalización de ríos y que, entre otras acciones, contempla eliminar 25 azudes o presas y permeabilizar otros siete con la colocación de rampas que permitan el paso de peces.
Con estos trabajos, además de facilitar que la fauna piscícola pueda remontar más kilómetros de río, los sedimentos que ahora quedan retenidos por las presas podrán viajar aguas abajo y, con ello, recuperar la morfología original de las cuencas, dando estabilidad y mejorando el hábitat de los animales y plantas que viven en esas zonas.
En la demolición y permeabilización de obstáculos se invertirán unos 6 millones de euros, de los que gran parte corresponderán a Artikutxa, ubicada en la Zona de Especial Conservación (ZEC) del Urumea, lo que obliga a buscar una «solución sostenible», ha destacado la responsable de obras hidráulicas de la Agencia Vasca del Agua (URA), Aitziber Urquijo.
Derribo parcial, la mejor opción
Entre estas opciones, el Ayuntamiento de San Sebastián, ha barajado tres: no intervenir y dejar la presa tal cual se construyó; abrir un boquete en la estructura (demolición parcial) o eliminarla completamente (demolición total).
Tras estudiar los impactos de las tres opciones sobre las especies y hábitats protegidos en este enclave y con el objetivo de minimizarlos, el consistorio ha optado por el derribo parcial, pues la considera la opción medioambientalmente más solvente.
El consistorio ya ha remitido su propuesta al Ministerio para la Transición Ecológica, que debe dar su visto bueno para que puedan comenzar los trabajos, han explicado a EFE fuentes del Ayuntamiento donostiarra.
Queda por ver cómo se llevarían a cabo estos trabajos, que suponen todo un reto de ingeniería, pues la previsión es abrir una escotadura de 7 metros de ancho en el aliviadero izquierdo de la presa, desde su coronación hasta, al menos, 1 metro por debajo de la cota del terreno.
También se prevé la demolición del resalte existente aguas abajo del cuenco de amortiguación.
Diez veces menos de escombros
Se calcula que con estas actuaciones, el hormigón demolido sumaría 3.930 metros cúbicos (m3), que, según el plan presentado por el Ayuntamiento, serían reutilizados, casi en su totalidad, en la mejora del firme de la pista perimetral del embalse.
Esta cantidad de escombros es casi diez veces inferior a la que conllevaría la eliminación total de la presa: 39.374 m3 de hormigón, de los que unos 3.600 podrían ser empleados para mejorar el firme de las pistas, mientras que el resto tendría que ser sacado de la zona con camiones.
Esto obligaría a 2.832 viajes de camión hasta la planta de tratamiento más cercana, con sus correspondientes emisiones de CO2, así como a tener que reforzar las carreteras de la zona para permitir este tránsito.
Permite el paso de la fauna
Según los técnicos, el derribo parcial es la mejor opción porque garantiza la permeabilidad fluvial, evita tener que evacuar el material procedente de la demolición, el plazo de ejecución es mucho menor y reduce al mínimo los impactos sobre la biodiversidad y los ecosistemas naturales.
Así, garantiza la regeneración del régimen hidrológico y la dinámica natural de transporte de sedimentos y nutrientes de la regata de Enobieta; y los movimientos, tanto ascendentes como descendentes, de los organismos acuáticos.
Además, generará un hábitat propicio para los desplazamientos del desmán ibérico y solventará el efecto barrera que las grandes presas ejercen sobre la nutria y el vison europeo; al tiempo que permitirá la permanencia de la población de murciélago ratonero grande y de otros murciélagos que se refugian en las galerías de la presa.
También permite mantener la vegetación que ha colonizado ya el vaso del embalse y que ejerce un valioso cometido, tanto para los recursos abióticos como bióticos presentes, así como para los paisajísticos y aquellos relacionados con el cambio climático.
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