(EFE). La mujer que denunció haber sido agredida sexualmente por un compañero de piso la madrugada del 1 de enero de 2019 en una vivienda de San Sebastián ha asegurado este lunes que el hombre la violó aprovechando que aquella noche ella había bebido y estaba «dopadísima» y «supersedada» por la medicación que tomaba.
Durante el juicio por estos hechos, la Fiscalía de Gipuzkoa ha reclamado este martes una pena de nueve años de cárcel para el acusado por un delito de abusos sexuales, mientras que la acusación particular, que ejerce la víctima, de origen boliviano, ha reclamado doce años de prisión por un delito de agresión sexual.
Por su parte la defensa ha pedido la libre absolución de su cliente, de nacionalidad nicaragüense, quien sostiene que las relaciones sexuales fueron consentidas.
Según la versión de la Fiscalía, los hechos sucedieron la madrugada del día de año nuevo de 2019 cuando, después de haber estado bailando junto a otras personas en la cocina del piso en el que la víctima y el acusado tenían alquiladas sendas estancias, el hombre entró en la habitación de la víctima que estaba dormida, «aletargada» ya por «el consumo de bebidas alcohólicas», le quitó la ropa y presuntamente la penetró a pesar de que ella le pidió de forma «insistente» que «por favor» la dejara y no le hiciera nada.
En la vista, celebrada en la Sección Primera de la Audiencia de Gipuzkoa, la víctima ha explicado hoy que aquel día había estado celebrando la Nochevieja junto a otras tres mujeres en la cocina del citado piso, donde bebieron «champán, sidra y vino» y que posteriormente estuvieron bailando hasta que, sobre las dos de la madrugada, llegaron al piso el acusado acompañado por otras personas que se «incorporaron» a la fiesta.
La mujer ha precisado que, en este contexto, bailó con el procesado en una ocasión, aunque manteniendo la distancia y sin hacerle «ni un sólo gesto de cariño», tras lo que, sobre las cuatro o las cinco, ella se fue definitivamente a dormir porque tenía que ir a trabajar aquella misma mañana y quería que se le pasara el «efecto del alcohol» que había mezclado con la medicación que tomaba.
Ha detallado que, como se sentía «mareada» se puso el pijama, tras lo que cayó «redonda» en la cama porque estaba «borracha», se le «nublaba la cabeza» y no se dio cuenta de que el procesado entró en la habitación hasta que le levantó la manta, momento en el que le bajó el pantalón del pijama y la penetró a pesar de que ella le pidió que la dejara y que no le hiciera «daño», mientras sentía que le daba vueltas la cabeza porque «había bebido en exceso».
La damnificada ha recordado que al día siguiente tuvo que ir a trabajar, si bien durante esa jornada analizó «todo lo que había pasado» y fue consciente «de lo sucedido» por lo que luego mantuvo una reunión con el encargado del piso y el acusado en la que, después de propinar a éste un «guantazo» en la cara, el inculpado admitió su «error», le pidió «disculpas» y accedió a pagarle las «analíticas» que ella quería hacerse para constatar que no le había contagiado ninguna enfermedad venérea.
La víctima ha precisado que ni el inculpado ni el encargado del piso querían que ella llegara a denunciar lo sucedido, si bien ella decidió consultar con una abogada que le explicó que lo ocurrido podría ser «un delito» y que debía «denunciarlo», como finalmente hizo.
El procesado ha ofrecido una versión totalmente contraria de los hechos, según la cual aquella noche ambos habían estado bailando «acaramelados» y, en un momento dado, él le preguntó si podía ir a su dormitorio a lo que ella accedió con un gesto de la cabeza, por lo que, cuando el resto de participantes en la fiesta se marcharon, él acudió a la habitación donde ambos se besaron, se quitaron «mutuamente» la ropa y mantuvieron relaciones de forma consentida, tras lo que él se marchó de la estancia.
Este hombre ha admitido que al día siguiente tuvo una reunión con el encargado del piso y con la víctima en la que él reconoció no haberse puesto preservativo y por eso accedió a pagar las pruebas médicas que la mujer solicitaba. «No sé por qué me denunció después, pero tanto ella como yo somos conscientes de que fue un acuerdo mutuo», ha concluido el procesado.
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