De Argentina al Zinemaldia con tres cortos gracias a Gipuzkoa Coopera

Hoy se ha hecho balance del proyecto Gipuzkoa Coopera que se ha llevado a cabo entre el Zinemaldia y el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina) con el objetivo de potenciar la creación audiovisual entre adolescentes en situación de dificultad. En el marco del festival nueve de los 60 estudiantes que han participado han presentado el fruto de ese trabajo y se han proyectado los tres cortos ‘Mi vecino vende plantas’, ‘Julieta’ y ‘Canta para mí’. En la presentación han participado el director del Festival de San Sebastián José Luis Rebordinos, la coodinadora del proyecto Ione Hernández, el vicepresidente de INCCA Fernando Juan Lima y los estudiantes argentinos Camila Viti y Lucas Arellano.
Todo se ha desarrollado en la escuela pública secundaria nº 37 de Ciudad de Mar del Plata. Una escuela humilde, de una sola planta, sin nombre, donde en aulas muy reducidas se imparte educación desde jardín de infancia hasta bachillerato. Y sin embargo un lugar, esta escuela, convertido en un refugio muy vivo donde los presentes han recibido el proyecto como un regalo.

Ione Hernández fue la directora elegida por el Festival de Cine para formar a esos alumnos en el lenguaje cinematográfico, el relato en los cortos y otros aspectos técnicos. El INCAA aportó la formación en sonido e iluminación y los alumnos eligieron las historias que han contado en sus cortos. Para ello se han convertido en actores, técnicos, directores… La Diputación, por su parte, se ha encargado del impulso y la financiación.
Los cortometrajes se verán también en el Festival de Cine de Mar de Plata o Ventana Sur (Buenos Aires).

Indudablemente los cortos no pretenden ganar ningún premio cinematográfico. Lo más destacable de este proyecto es el proceso en que los alumnos han sido protagonistas. Sus historias del día a día se narran en el ‘making off’, donde se explica la sensación de los que han podido viajar a San Sebastián y de los que no han podido, el valor de las mujeres que dirigen una escuela sin nombre y sin casi medios y la ilusión de los alumnos que han querido participar aun siguiendo el proyecto desde la ventana porque el espacio del aula era tan pequeño que no cabían. El entusiasmo de los chavales ha sido total.