«Nos necesitamos más que nunca. No sabemos cuáles van a ser las consecuencias finales de esta crisis del Covid-19. Como dice el eslogan de Caritas: ayúdanos a ayudar». Así ha hablado esta mañana el director de Caritas José Ramón Aramendi al presentar la Memoria de 2019 y referirse, cómo no, a la convulsa situación de los servicios sociales tras la irrupción del Covid-19.
José Emilio Lafuente, secretario general de Caritas, se ha encargado de desarrollar el capítulo ‘coronavirus’ afirmando que ya se partía de una vulnerabilidad previa de colectivos muy afectados por la crisis económica: mujeres solas con hijos a su cargo, desempleados, personas sin ahorros en muchos casos que no cumplen los requisitos para obtener la RGI… y destacó una especial preocupación por la situación de las empleadas del hogar, que en muchos casos han perdido todas su fuentes de ingresos, y por las personas dedicadas a la prostitución.
Como punto positivo Lafuente ha reconocido que la administración y la sociedad ha reaccionado ante el problema que se ha presentado y se están poniendo los medios para salir adelante. Sin embargo insiste en que habrá que hacer mucha fuerza para superar las secuelas economicas del Covid-19 en Gipuzkoa.
Memoria del año pasado
8.461 personas fueron atendidas en Gipuzkoa de forma directa el pasado año por Caritas, aunque las ayudas tuvieron impacto en 16.531 ciudadanos (familiares). Del 1,7 millones de euros que destinó Caritas en ayudas el 78% se destinó a subsistencia y alojamientos.
En cooperación internacional Caritas Gipuzkoa invirtió 273.515 euros.
La inversión para la actividad social en el año 2019 fue de 8.056.280 euros, el 73% provenía de fondos propios y el 27% de fondos públicos (Diputación Foral de Gipuzkoa).
Los rostros de la crisis
Entre los beneficiarios de las ayudas de Caritas destacan las familias y, sobre todo, mujeres solas con hijos a su cuidado, con baja cualificación, en desempleo o previamente con empleos precarios (servicio doméstico u hostelería) con poca o nula red de apoyo social y económico. También familias sin ahorro, que ante el colapso del SEPE han tenido que solicitar apoyo a Caritas.
También son frágiles las familias sin fuentes de ingresos que quedan fuera del Sistema de Renta de Garantías por diferentes razones (no cumplir el tiempo mínimo de padrón, porque éste no se corresponde con su domicilio, o no tiene contrato de alquiler). Familias donde además recae ahora todas las tareas de cuidado, sin posibilidades reales de conciliación en la desescalada, y con grandes dificultades de apoyo en los procesos educativos de sus hijos.
Otro grupo muy precario es el de las personas sin hogar. Son las personas más vulnerables, sin ingresos, sin alojamiento y con otras problemáticas añadidas de salud que requieren de apoyos intensos y que han visto paralizados sus procesos formativo-laborales, su acceso a recursos sociales por la paralización de valoraciones y con una mayor dificultad y necesidad de seguimientos sanitarios.
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