«No me limitan los límites de mi ciudad sino los de mi mirada» es la condensación de un poema que Jorge Pascual Blanco (León, 1981) escribió con 17 años, cuando recorría Ponferrada con su abuelo, y mientras caminaban éste le transmitía anécdotas, canciones y tradiciones.
El amor, aunque suene a tópico, trajo a este poeta leonés a Donostia hace años y de su vívida curiosidad por el entorno que habitaba nació el proyecto Periferias Caminadas, al que se puede acceder a través de la web en construcción y el libro ya editado con el mismo nombre, que son a la vez reflejo de la experiencia de Jorge y las guías que nos invitan al juego de crear las nuestras propias.
«Me he esforzado en saber dónde estoy y qué era antes», y de Donostia destaca que «estas ciudades de costa con playas tan turísticas van un poco en contra de sus habitantes«. Por eso se preguntó en su día «dónde encontrar el alma genuina de Donosti» ante el escollo de que la parte más histórica de la ciudad se había convertido en la más turística. Y halló la respuesta «en las zonas más periféricas, donde se siente más el barrio y menos la influencia del turismo«.
Pascual lamenta que en la web todavía faltan algunos textos del libro, retraso que atribuye al parón de la pandemia y que está en vías de solución.
El origen
Esta es la historia de un proyecto pero también de su autor. Jorge es de León capital pero sus padres son de un pueblo del Bierzo, en el límite con Galicia. «Me considero más rural que de ciudad», asegura. Hace once años Jorge hizo un curso de monitor de tiempo libre en León. Quince días de convivencia intensiva «e intensa» entre los alumnos, entre ellos una chica de San Sebastián.
Hace seis años, en la primera «incursión» de Jorge en Donostia, se topó no sólo con «un territorio inexplorado», sino también «difícil», sobre todo en el aspecto laboral, que le obligó a «curros precarios». Pero ya desde aquella primera visita tuvo claro que algún día iba a establecerse aquí. También recuerda que lo primero que le llamó la atención como recién llegado fue que «la gente aquí no sabe los nombres de las calles».
Pascual recibió la beca Olatuak de la Diputación Foral de Gipuzkoa para poder realizar su proyecto en 2020. Lo que no recibió fue un salvoconducto para pasear por los alrededores de Donostia en esos tiempos de confinamiento. No estaba cubierto y no podía demostrar que era artista.
Lamenta que no lo parase en ningún momento la policía porque asegura que lo habría grabado e incluido en el proyecto como una experiencia más.
«No sólo me he querido expresar sino también dialogar con el hecho social, el urbano y el natural», defiende Jorge. «A través de la poesía, trato de conectar con mi espíritu de una forma natural e intento volcarlo cuando recito para volver a vivir lo vivido antes de la forma más infantil y natural posible, como un juego».
La literatura está muy arraigada en Jorge. «Mis padres dicen que me gustaba escribir cartas a mi entorno, expresarme a través de las letras. También me gustaba el teatro y el club de literatura Leteo fue trascendente en mi vida». Pascual cita como referentes de esos años en León a autores como Antonio Gamoneda, Antonio Pereira o Juan Carlos Mestre.
En este campo de la poesía, Jorge sabe que la técnica es una faceta que siempre se puede mejorar, en contraste con la emotividad, «que no podemos mostrar de una forma tan nítida, tan diáfana, tan estructurada, y esa es la magia de la vida».
A Jorge le gusta combinar la poesía en intervenciones con otras disciplinas como la música, la pintura o la escultura, de la misma manera que en ‘Periferias Caminadas’ intercala fotos y poemas en el libro bilingüe, traducido por Nagore Pérez Fernández, y en la web se pueden encontrar vídeos. «En el arte, cada uno aprende y se expresa a su manera. En cuanto a mí, he intentado incluso dejar de escribir y no lo he conseguido».
En el amplio apartado de agradecimientos, Mariajo Noain Maura de la Oficina Kbulegoa «tutorizó» a Jorge y le ayudó con «todos los papeles», así que el autor agradece la «inmensa ayuda» y el «lujo que supone porque en León no hay este tipo de oficinas».
Pascual lamenta que León es una región «envejecida». «Me fui porque me enamoré, pero llevaba yéndome mucho tiempo y la marcha fue eterna así como la llegada está siendo también eterna».
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