Cada vez quedan menos asideros a los que agarrarse, si acaso la ensaladilla rusa de tu madre, Messi y la próxima película de Jarmusch. Con la música pasa algo parecido. La oferta se ha multiplicado de tal manera que la industria musical cada día se parece más al gran bazar de Estambul, donde lo auténtico se mezcla sin rubor con las baratijas, donde hay tanto que elegir que uno no sabe por dónde empezar. Ir al blog
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