El club de jazz Altxerri, uno de los faros de la música en directo en San Sebastián, será historia a partir del 31 de diciembre. Su cierre supone mucho más que el adiós a una de las escasas salas de conciertos de la ciudad que, desde hace 40 años, ha arrastrado hasta su sótano a varias generaciones de aficionados al jazz y otros muchos estilos musicales. La anunciada clausura de la galería de arte, ubicada a pie de la calle Reina Regente, había abierto un interrogante sobre el futuro de la sala. Finalmente, la propiedad ha decidido cerrar los dos negocios antes de que termine el año con idea de sacar a la venta todo el inmueble, según ha adelantado El Diario Vasco este miércoles.
La retirada definitiva del local, todo un símbolo, es un golpe duro que deja herido de gravedad el circuito de conciertos independientes en Donostia. Con este cierre también queda maltrecha la noche donostiarra, al menos en su vertiente más musiquera. El trabajo que empezó a desarrollar el equipo de Dabadaba en el Altxerri en verano de 2022 no se ha completado; el acuerdo de arrendamiento con los responsables del local era, en un principio, para cinco años. “Nos vamos con una sensación muy fría. La desaparición del único club de jazz de la ciudad nos deja la sensación de que va en consonancia con la deriva de la ciudad de los últimos años. No solo de la noche donostiarra. Ofrecer una programación cultural sin apoyos no es fácil”, lamenta Iñaki Otalora, uno de los socios de la sala de la calle Mundaiz, en Egia.
Los gestores de Dabadaba habían encontrado un lugar alternativo, céntrico y más recogido para diversificar su programación y captar una clientela madura junto a otra gente que se había quedado sin referentes en las noches del fin de semana. Pero el “cambio tranquilo” que propugnaban sus nuevos inquilinos, haciendo hincapié en tres aspectos clave (calidad sonora, diversidad musical y recuperación del brillo perdido) ha durado apenas un año y medio. Un suspiro. Otalora definió en su momento la esencia del nuevo Altxerri como un espacio aglutinador pensado para un “público amplio” que “deambula por lo Viejo y busca una música concreta”.
Últimamente, se habían lanzado a captar nuevos perfiles ampliando el abanico de actividades más allá de la música, con una serie de monólogos reunidos bajo el paraguas del ciclo Altxerri Comedy. En su perfil de Instagram aún está fijada la programación de estos espectáculos hasta principios del año que viene. Los shows de Charlie Pee (14 de enero) y Fran Pati (4 de febrero) no podrán salir adelante. Se salva, eso sí, la larga lista de conciertos y djs del mes de diciembre en la que, tal vez sobresale la locomotora blues de los bilbainos Travellin’ Brothers (jueves 28), con una larga y estrecha vinculación con el Altxerri. Si no hay cambios, la actuación de Los Misterios y la posterior sesión de rock and roll, garaje y punk del pinchadiscos AK el sábado 30 certificarán el final del club y también de toda una era.
El fin de una sala como el Altxerri deja huérfanos y, hasta cierto punto en estado de shock, a una comunidad de músicos locales, melómanos y seguidores de jazz. Todos los miércoles Altxerri acoge la jam session de los estudiantes del centro superior de música Musikene; esta también ha sido su casa. Otalora se despide con un tono agridulce y manda un recuerdo: “Ha sido una experiencia más de la que aprender con nuestros aciertos y errores, como todo. Nos quedamos con el calor de la gente que ha venido a conciertos y pinchadas éstos últimos meses y que al empezar nuestra etapa se sintieron ilusionados y nos animaron a seguir dándole vida a la ciudad”.
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