La nostalgia es uno de los motores más efectivos que existen. Un arma de doble filo atractiva pero también peligrosa que nos ancla al pasado, con sus cosas buenas y malas. ¿La música de los, 80, 90 y 2000 era mejor que la que suena ahora en la radio? ¿Se hacían mejores películas? ¿Se vestía mejor? ¿Éramos mejores o quizás más felices? Varias generaciones de donostiarras recuerdan con cariño (y muchas dosis de nostalgia) las noches de fiesta en el bar El Cine, símbolo de La Zona en la céntrica calle San Bartolomé, y que con el cambio de siglo entró en una lenta decadencia y terminó cerrando sus puertas.
Aquella era una calle trasera bulliciosa y jovial entregada, salvo excepciones, a la música más comercial de la época. El ocio nocturno no pudo resistir al paso del tiempo. Junto a su buque insignia fueron cayendo como fichas de dominó otros pubs y garitos recordados como el Zakro de los chupitos de colores, Kuttun, Twickenham, Kopas, Moro… Tras el final de La Zona como punto de encuentro de muchos jóvenes y adolescentes, la calle San Bartólome pasó a ser un rincón oscuro y tristón.
En 1989 Óscar Casbas era un adolescente con ganas de emprender un proyecto. Se juntó con un socio y llevó las riendas de El Cine durante cerca de dos décadas. Fue un bum. El local, de 200 metros cuadrados, tiró del carro de toda la calle. Se ponía hasta los topes los fines de semana. Fuera se formaban largas colas. En la década de 1990 cotizaba al alza entre cierto público y se convirtió en un punto de referencia para gente más o menos arreglada con ganas de soltarse la melena. «Era un espacio vivo donde hacíamos un montón de fiestas, organizábamos conciertos, karaokes, elegíamos al miss y míster… Todas las semanas había eventos», recuerda.
La maquinaria de El Cine estaba perfectamente engrasada. Los DJ reproducían las listas de éxitos de los 90 y 2000, las canciones que todo el mundo quería escuchar y sonaban sin parar en la radio. Desde Los Rodríguez pasando por Spice Girls, Backstreet Boys, Laura Pausini, Aqua, Ella Baila Sola, Dover, Seguridad Social, Scatman, Mambo number 5 de Lou Bega… La lista es interminable. El bar contaba con su propio relaciones públicas, además de un portero que controlaba el acceso de los menores y que “se cumplía a rajatabla”. “Era un local cuidado y divertido donde te encontrabas con tus amigos”, resume su antiguo responsable, que ahora, con 54 años vuelve a las andadas y recupera su proyecto de juventud en la calle Peña y Goñi, donde se encuentra El Lobo.
El mítico bar El Cine regresa del pasado como el Delorean de Marty McFly. La nostalgia es el motor de este hostelero de largo recorrido. “Será como abrir el baúl de los buenos recuerdos”, apunta Casbas. Los tiempos cambian y aquellos chicos que frecuentaban los pubs del Centro están dentro de una horquilla de edad entre 40 y 55 años. Así que esta nueva versión de El Cine tendrá un carácter eminentemente diurno (cerrará a las 23 horas entre semana y a las 2 los viernes y sábados) y será “respetuoso con el descanso de los vecinos”. De estilo “informal y casual”, se podrán tomar pintxos, compartir raciones y beber copas durante la tarde y las primeras horas de la noche. En la planta baja se ubicará un comedor y un espacio amplio para fiestas, eventos y encuentros entre amigos. «Quiero que el bar sea un punto de encuentro», enfatiza su propietario.
La música, subraya Casbas, es su columna vertebral. El dj donostiarra Álex del Toro ha hecho una amplia selección de los temas que triunfaban en la radiofórmula en el tránsito de los 90 a los 2000. Para el día de la inauguración, el próximo 7 de marzo, se revivirán viejas emociones del pop donostiarra, ya que está previsto que suenen temas de Álex Ubago y La Oreja de Van Gogh. Se mantiene el característico logo del antiguo pub, que ya se puede apreciar en el toldo de la terraza. La idea que tiene en mente Casbas no es variar las señas de identidad de El Cine, sino valerse de ellas para meterse en el bolsillo el público que se solía reunir en La Zona y que, tantos años después, no sabe muy bien dónde juntarse. “No se puede hacer de un bar otro bar, pero habrá guiños y pinceladas que recuerden a los viejos tiempos”, resume.
Fiestas remember
En realidad, la era de la nostalgia y el revival arrancó hace ya un tiempo. En los últimos años, la discoteca Bataplán ha organizado fiestas efusivas y desenfadadas bajo el significativo título de ‘Fiesta remember. Aquellos maravillosos años’ y que están apadrinadas por el propio Óscar Casbas. El chute de nostalgia juvenil se había activado antes en Dabadaba, cuando la sala de Egia acogió en 2015 una noche en recuerdo a la desaparecida discoteca de Hernani Young Play. A medidados de la década de 1990 muchos adolescentes guipuzcoanos se habían fogueado en el Play, instaurando un ritual todos los sábados por la tarde que empezaba por comprar bebida en un supermercado y seguía por darlo todo en la discoteca. Borja Iriarte fue el organizador del evento ‘Remember Young Play’ y que se convirtió en un éxito de público, ansioso por revivir hits intergeneracionales de la música techno como Flying Free y Fly on the wings of love, ambas recogidas en los recopilatorios de la conocida discoteca Pont Aeri de Barcelona. Iriarte justificaba así la fiesta en Dabadaba: «Todas las aventuras que vivíamos aquellas tardes están en boca de todos en cualquier cena de amigos y siempre que ponen por la noche un tema de la época escuchas la típica frase de esto ya no se hace».
A pesar de algunos matices relativos a la edad, la clase social y las fronteras musicales, los ingredientes con los que se nutren todas estas iniciativas nostálgicas, incluida la recuperación del bar El Cine, son muy similares en todos los casos: un cajón de sastre de música de baile y mainstream, compartir canciones que forman parte de la vida de diferentes generaciones, aferrarse al recuerdo y a las cosas que ya pasaron. En muchos casos, un pasado preferible al tiempo presente que se defiende con un espíritu casi adolescente.
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