La Sociedad de Ciencias Aranzadi y un equipo de investigadores de la UPV han localizado 7 canteras de molino en Jaizkibel, confirmando así que en el siglo XVI existía una potente industria entorno a estas canteras de molino, constituida por canteros, guías de bueyes, mercaderes y marineros.
Gracias a la documentación estudiada se ha sabido también que los canteros de Jaizkibel enviaban a las Américas un tipo de piedra de afilar en el siglo XVI, y por lo tanto, existía un comercio importante de exportación e importación de diferentes productos de Hondarribia hasta América y viceversa.
Un documento escrito durante el siglo XVI fue la primera gran pista. En él se podía leer que Jaizkibel era un lugar idóneo para la construcción de piedras de molino. Por ello, este equipo ha realizado un incesante trabajo de caracterización recorriendo la montaña en busca de canteras moleras. Al ser canteras especiales son difíciles de buscar, ya que dejan muy pocas huellas, pero gracias a la metodología de estos expertos en la materia se han llegado a localizar 7 canteras de molino. De todas ellas una en concreto es especialmente interesante, ya que en el terreno se pueden interpretar las distintas fases y metodologías que se utilizaban en la fabricación de estas muelas.
100 ruedas de molino en Hondarribia y 100 en Jaizkibel
Fue un testamento del siglo XVI el que más llamó la atención de los investigadores. En él Joanes de Aldasoro escribía que había 100 piedras de molino en la ermita de Santa Engracia de Hondarribia y otras 100 ya talladas en
Jaizkibel. Esto demuestra que se realizaban muchas ruedas de molino pero no eran para lo molinos de los alrededores. Tanta cantidad de piedras debían ser para llevar a algún otro lugar.
Tirando de este hilo, investigando la documentación escrita de los archivos, se han encontrado 25 documentos en los que se menciona la utilización de unos pequeños barcos llamados zabra o pinaza que trasportaban piedras de molino desde Pasajes y Hondarribia con destino a Galicia, Portugal, Cadiz, Sevilla, Madeira y las Islas Canarias, durante los siglos XVI y XVII. Este hecho planteaba otras cuestiones: teniendo en cuenta que aquellos lugares ya tenían sus propias canteras, ¿por qué transportar las de Jaizkibel?
Desde que Cristóbal Colon descubrió América se creó un comercio de exportación e importación de distintos productos. Las naos que viajaban hasta América solían salir normalmente de Sevilla, Cadiz y también de
las Islas Canarias. Por ello, el hecho de que se trasladaran a esos grandes puertos tal cantidad de piedras de molino, mostraba una hipótesis clara: ¿Serán estas piedras de molino de Jaizkibel las que se colocaban en los nuevos molinos de América?
Esta hipótesis ha cogido cuerpo con otro documento que se ha investigado y en el que se confirma que la piedra de afilar de Jaizkibel se llevaba a Sevilla para exportarla después a América. Lo que certifica que existía ya en esta época un comercio de los productos de Jaizkibel que se enviaban a América.
Los investigadores siguen adelante con la hipótesis de que esas piedras de molino se llevaban hasta América, pero no se ha localizado todavía un documento concreto que acredite todo esto. No obstante, el Ayuntamiento de Hondarribia ha decidido impulsar un nuevo proyecto para seguir con la investigación y así investigar en el Archivo General de Indias que se encuentra ubicado en Sevilla. La estrategia será investigar parte de los 80 millones de documentos que se encuentran en su archivo. En este trabajo de investigación también participará Josu Narbarte, arqueólogo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
Las investigaciones realizadas hasta ahora ponen de manifiesto que en Hondarribia en el siglo XVI además de una industria más rural como la pesca y el trabajo de los caseríos, existía una industria de producción y exportación de muelas de molino.
De hecho las canteras de molino se ubicaban en parcelas del ayuntamiento, y los concejos las cedían por un año a través de una puja o almoneda para su posterior explotación. La persona que la conseguía, solía contratar a un cantero, también a un guía de bueyes para bajar las piedras de Jaizkibel a Hondarribia. Después, entrarían en el negocio los comerciantes y maestros que contratarían a distintos marineros para navegar en la zabra.
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